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Las buenas ideas surgen, muchas veces, de la casualidad. No hay ningún estudio científico que lo demuestre, pero abundan los ejemplos que corroboran tal afirmación. La iniciativa A Volar es uno de ellos. Sergi López y Edu Febrero aprovecharon ese estado de ebullición mental que provoca la necesidad de buscar alternativas al paro y se les encendió la bombilla cuando menos lo esperaban. «Tuve una hija y nos regalaron el típico libro de recuerdos para el bebé. Ese en el que hay que ir rellenando «mi padre se llama tal, mi madre se llama cual, se conocieron en tal sitio,…».  A una amiga que había tenido un niño, por inseminación artificial, le regalaron un libro muy parecido. Y estando en casa viéndolo, me dí cuenta que ese niño había frases y fotos que nunca las iba a poder rellenar porque no tenía padre. También conocíamos a dos chicas que acababan de ser madres y ocurría lo mismo. Y pensando en todo ello fue como surgió la idea», explica Sergi.

Libros de recuerdos para familias homo y monoparentales. López y Febrero otearon el mercado y no encontraron nada igual. Ni en España, ni fuera. Corría el mes de julio de 2013 y se embarcaron en una aventura que no pensaban daría sus frutos tan a largo plazo. Ninguno de los dos tenía experiencia en el mercado editorial, ni tampoco habilidad a la hora de dibujar. Buscaron compañeros de viaje y no podría haber ido mejor la selección. Sergi recordó que su amigo del instituto, Paco Inclán, andaba enfrascado en Bostezo, revista que ya había publicado un primer libro. Quedaron y como era de esperar, a Inclán le sedujo la idea por lo que tenía de pionera y original, y por el trasfondo social que incorporaba, perfecta para unirla a su catálogo. El equipo lo completó Elena Tormo, ilustradora amiga de los dos impulsores del proyecto, que no dudó ni un momento en dar el sí: «Me comprometí enseguida. Además, tenía muchas ganas, desde hacía tiempo, de hacer algo infantil en esta línea».

Sergi López y Edu Febrero. Foto: Eva M. Rosúa.

Sergi López y Edu Febrero. Foto: Eva M. Rosúa.

Elena se puso a dibujar y así nacieron «Mi mamá y yo» y «Mis mamás y yo», las dos primeras referencias de la colección. «Tenía claro que no quería dibujar a seres humanos, sobretodo porque quería evitar distinguir el sexo del bebé y una buena solución era utilizar animales. Quería que fuera muy alegre, por eso cada uno es de un color que no corresponde con el propio del animal y además juega siempre con el color de fondo». El resultado, dos hipnotizantes libros en los que el gusto por el detalle y la diversidad cromática atrapan desde la misma portada. La ilustradora reconoce que «cuando haces un trabajo parece que no has estado influenciada por nadie, pero efectivamente, Nate Williams, Eva Armisen, Lluisot, Javier Saez-Castán… y muchos, muchos más, son referentes que siempre están ahí».

López y Febrero coinciden (e incluso ríen al recordarlo) que lo más duro han sido las múltiples revisiones que han llevado a cabo. «Siempre se nos escapaba algo y había que corregirlo. También nos costó encontrar los títulos adecuados. Al final, comprobamos que los más sencillos eran los que mejor funcionaban. Y los mismo pasaba con los textos de portadas y contraportadas», desvela Edu. Precisamente esos aspectos son los primeros con los que se encontrará su público potencial y había que cuidarlos, pero ese nivel de exigencia está presente, de igual manera, en el interior, con aciertos tan reivindicables como el árbol genealógico por el que apuestan. «Nuestro árbol genealógico está compuesto de círculos sin nombres para que cada cual ponga a quién quiera, a sus amigos, a sus abuelos, a su perro. Queremos romper el modelo familiar tradicional, que cada uno tenga el que quiera», apunta Sergi.

Y es que desde su raíz, es un proyecto que elude los tópicos. Algo que Elena Tormo tuvo muy presente a la hora de abordar sus alegres criaturillas, esquivando en todo momento cualquier anclaje excesivamente femenino, más interesada en establecer vínculos emocionales entre los protagonistas. Reforzando, de esta manera una iniciativa que le parece «genial y necesaria. Este tipo de proyectos abren las puertas a una sociedad más justa y plural. El mundo de la maternidad ya no encaja exclusivamente en los viejos cánones sociales, ni en los rituales que giran en torno a ellos. Muchas personas no se encuentran representadas en estos modelos y reivindican una mayor aceptación de la diversidad. Proyectos como A Volar ayudan a que estos nuevos modelos puedan entrar en nuestra cotidianidad con la normalidad que merecen».

Las ideas, y aquí ya no hay casualidad que valga, se acumulan en las cabezas de Sergi López y Edu Febrero. Más títulos futuros, traducción a otros idiomas, algo de merchandising (camisetas, baberos, tazas,…) y la seguridad de que el formato online no va con sus libros («se perdería el trabajo de Elena y eso sería un crimen», apuntan casi al unísono).