Segunda de las tres entregas de que consta nuestra guía exprés de la pilota valenciana. Hoy es el turno de las instalaciones y modalidades del juego.

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El juego. Instalaciones y modalidades

Fruto de su evolución histórica, en la actualidad la pilota valenciana se puede jugar en cuatro lugares diferentes: Calle, frontón, galotxeta y trinquete.

La calle, que es el origen de todo. Se le exigía que fuera plana, con unas dimensiones algo inferiores a las del trinquete. Actualmente, debido al aumento de la circulación en las poblaciones, y para poder seguir practicando las modalidades que requieren de este recinto, se han construido vías artificiales en los polideportivos de los municipios, imitando todos los detalles de las naturales, como aceras, ventanas o balcones.

El frontón, que es similar al frontón vasco, pero algo más pequeño, (entre 20 y 30 metros de largo).

La galotxeta, exclusivo para la modalidad de galotxetes que se juega en Monóver. Es un recinto cerrado, rectangular, de veinte de largo por tres y medio de ancho, con una red central destensada y cuatro cajones en sus esquinas.

El trinquete, que es la cancha más conocida de la pilota, es un recinto rectangular, cerrado por cuatro paredes, con una longitud  media de cincuenta metros por unos diez de ancho. Su altura suele rondar los nueve metros. Una de las murallas (las paredes más largas) tiene el elemento que lo distingue: la escala, que es como una grada de cuatro escalones (el primero de ellos, más alto que el resto), que, aún siendo parte activa del juego  (la pelota que discurre por allí se considera que está en el aire), aprovecha el público para sentarse en ella y presenciar la partida. Público normalmente muy entendido, como el que acude los jueves y sábados (la conocida partida del dissabte de Pelaio) al recinto deportivo en uso más antiguo de Europa : El Trinquete de Pelayo.

Construido en 1868, es, sin duda, una de las joyas más desconocidas de la ciudad. Situado en pleno centro, dentro de la manzana que forman las calles Pelayo y Convento Jerusalén, con la  puerta de entrada enfrente de la librería París-Valencia, su fácil y cómodo acceso elimina cualquier excusa a todo aquel valenciano que jamás lo haya pisado. Resulta increíble que esa maravilla, tan nuestra y con tanta solera, se encuentre en pleno centro de Valencia. En la calle de su mismo nombre, descubres un viejo y pequeño cartel anunciándolo encima de la puerta de acceso, traspasada la cual te adentras en un ancho pasillo, decorado con fotocopias de prensa sobre gestas de la pilota, que te lleva a un bar, cuyas paredes siguen a su vez repletas de fotos y recortes sobre figuras de este deporte y donde las partidas de truc se suceden sin cesar. Y es allí, a su izquierda, donde está la puerta que te traslada a otra dimensión, a imaginar que, desde hace casi ya ciento cincuenta años, se siguen sucediendo partidas de pilota; ahí, en el mismo centro neurálgico de la ciudad. Y que nadie en Europa lo hace en ningún otro deporte desde hace tanto tiempo: la pilota valenciana es única. El reto aquí y ahora no es describir el Trinquete de Pelayo. El reto es que quien esté leyéndolo se acerque, sin pretexto a alguno, a contemplar y disfrutar de ese tesoro tan nuestro, que es conocido como La Catedral de la Pilota: un extraordinario misterio escondido en el patio de luces en un barrio céntrico de Valencia. Una maravilla.

Foto: Wikimedia Commons.

Foto: Wikimedia Commons.

Referente a las modalidades, algunas con muchas similitudes entre ellas mismas, y con sólo ciertas peculiaridades, de modo que se podrían agrupar para un mejor conocimiento inicial.

Para un neófito en la pilota valenciana, quizás lo más conveniente sería empezar presenciando un partido de escala i corda en un trinquete. Se trata de la modalidad reina, la que juegan las figuras profesionales consagradas. Además de la mística que por sí llevan sus recintos (además del de Pelayo, el de Denia por ejemplo usa una pared del castillo medieval como muralla, o el de Sagunto grandioso y único por su doble galería, o el del tío Pena de Massamagrell por su solera), la gran variedad de golpes resulta muy atractiva para el aficionado. Y la dinámica es muy sencilla: sería como jugar al pádel pero con las manos, en partidas de parejas y tríos. Con sólo un par de particularidades: la liturgia del saque y que existe una posibilidad más de hacer punto, que es introducir la pelota en un palco situado en una esquina inferior del trinquete. Y el tanteo va por juegos, como el tenis y el pádel (quinze, trenta, val i joc); cada juego cuenta como cinco tantos, y vence quien llegue antes a 60 tantos.

Escala i corda, aparte de las de cantera, tiene dos categorías: profesionales y aficionados. Los primeros disputan, a lo largo del año, tanto partidas singulares organizadas por trinqueters, en las que las apuestas de los aficionados sigue siendo desde tiempos inmemoriales una característica intrínseca a la pilota, como campeonatos federativos, entre los que destacan el circuito Bancaixa (algo así como la liga) y  el trofeo President (la Copa), jugados por equipos;  y el Campeonato Individual que otorga el título al mejor pilotari del año. En cuanto a amateurs, el más destacado es el Campeonato Autonómico, con sus diferentes divisones, disputado por los clubs de diferentes localidades.

A las consideradas cinco figuras míticas de la escala i corda (Nel de Murla, Xiquet de Quart, Juliet de Alginet, Rovellet y Genovés I), les rinde pleitesía el viejo trinquete de Pelayo, colgando desde el  techo cinco carteles  con cada uno de sus rostros, como eterno homenaje. A eso aspiran , sin duda, Álvaro, Soro III y Genovés II, los pilotaris más destacados del momento.

La Galotxa, sería como la escala i corda jugada en calle. Son muy similares, sólo con ciertas variantes, como pudieran ser el saque (ha de pasar la pelota por encima de otra red, diferente de la central, llamada galotxa, de ahí el nombre del juego) y que se juega a 70 tantos. Los campeonatos que se disputan en categoría de aficionado son,  principalmente, el patrocinado por El Corte Inglés (como la Liga) y el Interpobles (como la Copa), con la normativa de este último de que los jugadores de cada equipo han de ser del pueblo para el que juegan, aumentando muy significativamente así el grado de identificación y de pertenencia del aficionado con el club. Desde hace un par de años se está disputando el Campeonato Individual, a semejanza de la escala i corda, su hermano mayor

Joc de Carrer. Es la modalidad que se utiliza en el campeonato fallero, fundamental para la divulgación de la pilota en la ciudad de Valencia, donde, además de  resultar complicado jugar en la calle, sólo existen dos trinquetes: el de Pelayo y el de la Universidad Politécnica. Esta modalidad es como jugar a escala i corda sin paredes … algo así, pues, como jugar al tenis con las manos, por parte de dos tríos.

Llargues. Foto: Casaforra (Wikimedia Commons)

Llargues. Foto: Casaforra (Wikimedia Commons)

Llargues. Es la variante más antigua, con orígenes, posiblemente según los escritos, en los deportes practicados por los legionarios del imperio romano.
Es, quizás, la más compleja en cuanto a reglas, de modo que sería recomendable presenciar una partida una vez se haya ya habituado a las otras modalidades más fáciles de entender. Muy resumidamente, se puede decir que se juega en la calle, sin red, en equipos de cinco pilotaris. El tanto se consigue logrando que la pelota bote más allá de una línea (falta) situada a unos cuarenta metros de la línea de saque, o que supere una línea posterior (quinze) situada a 70 metros. Debido a que el juego de Llargues es habitual en los campeonatos internacionales, sus jugadores están siendo más conocidos ahora debido a su aportación al combinado español (la selección valenciana representa a España), habiendo destacado Jan de Murla, Martínez de El Campello y, por encima de todos, Álvaro de Tibi, con su innovador y demoledor saque de volea. Los campeonatos, todos ellos formados por clubes de jugadores aficionados, son las ligas federativas, existiendo una gran participación en la provincia de Alicante.

Curtes (A Palma). Es una variedad de Llargues, con la diferencia básica de que el saque ha de realizarse con la palma de la mano y al bote, lo que produce un juego con desplazamiento inicial de la pelota mucho más corto que en Llargues. En cuanto a campeonatos, sigue la misma dinámica que el juego a Llargues.

Percha. Otra variante de Llargues, también con el saque. En este caso, la pelota ha de pasar por encima de una red, tocar pared y caer dentro de una zona (dau); es un saque muy similar al de galotxa. Sus campeonatos siguen la estela de la liga a Llargues.

Frontón. Muy parecido al frontón vasco, con las diferencias principales en las dimensiones de la cancha y en  las características de la pelota. Cada juego vale por 5 tantos y vence quien alcance antes los 50 tantos. Los campeonatos más representativos son los utonómicos, en pareja o individual

Galotxetes. Se juega en les galotxetes, consiguiéndose punto cuando se introduce la pelota en los cajones colocados en las esquinas, o cuando el contrario no pasa la pelota por encima de la red. Se juegan campeonatos en la localidad alicantina de Monóver

Foto: Casaforra (Wikimedia Commons)

Foto: Casaforra (Wikimedia Commons)

Raspall. Es la otra modalidad que tiene tanto categoría de aficionado como de profesional. Con tanteo similar al del tenis, sólo que cada juego vale por 5 tantos, y el ganador es aquel que alcance antes los 25 tantos. Se juega en trinquet y en calle. Cada equipo (trío, pareja o individual) defiende un fondo del terreno de juego, como si fuera una portería. Se juega devolviendo la pelota al contrario, ya sea al bote, al aire o raspando el suelo (de ahi, su nombre). El punto se obtiene cuando se toca el fondo de la pared en el trinquete, o bien supere la línea de tanto si se juega en la calle. Es decir, el objetivo es como marcar un gol al contrario en su megaportería, pues ésta, en el trinquete, supone toda la pared de fondo.

El campeonato por clubs más significativo es el de autonómico, cuyo ganador de la máxima categoría participa, a principios del año siguiente, en el Trofeo Generalitat junto a los ganadores de las otras modalidades ya antes comentadas en sus respectivos Autonómicos, para conseguir el honorífico título de campeón de campeones. Al competir los vencedores de cada una de las  modalidades de pilota, se decidió unificar este campeonato bajo las reglas de galotxa.

A nivel profesional, al margen de las propias partidas que organizan los trinqueteros, con las consabidas y tradicionales apuestas, (a destacar la partida nocturna de los viernes, a las once, en la catedral del raspall, en el trinquete El Zurdo, antes en Gandía y ahora en Bellreguard), las figuras del raspall disputan los campeonatos de la Comunitat, tanto en individual como por parejas. La máxima figura del raspall es el contemporáneo Waldo, de Oliva, que, desde que apareció en el circuito profesional, se ha erigido en el mejor pilotari de raspall de todos los tiempos.

Guía exprés de la pilota valenciana (I).

Guía exprés de la pilota valenciana (y III)