Foto: Eva M. Rosúa.

Foto: Eva M. Rosúa.

Atravesar la puerta de la Real Sociedad Valenciana de Agricultura y Deportes, en la confluencia de las calles de la Paz y Comedias, es como entrar en otra dimensión. El ajetreo de dos de las vías principales de la ciudad se disipa. La sensación de estar en otra época, en otro tiempo, se apodera de una cabeza que no puede evitar radiografiar al milímetro lo que se encuentra a su alcance. Un equilibrio justo entre decadencia bien conservada, rancio abolengo y elegancia perenne. Una llamativa escalera parece avisar, al entrar en la cafetería del también llamado Casino de Agricultura, que aquella es la primera estancia de un edificio, de 1859, que merece ser visitado con tranquilidad. La barra baja o las láminas con escenas del ejercito de Carlos III despiertan la curiosidad del primerizo, pero lucen integradas en la rutina de unos socios (o no) que leen el periódico, toman un aperitivo o hacen tiempo antes de jugar a la canasta o al bridge.

Algunos de estos calificativos, como la elegancia, la calma, el rigor o el aroma clásico podrían aplicarse al periodismo que Paco Lloret lleva ejerciendo desde que entregó su primera colaboración en aquel sueño roto que fue el Diario de Valencia. Primero en Antena Radio y luego en Canal 9, ha sido un referente en cuanto a la infomación deportiva en esta ciudad. Cauto, analista, enemigo de los globos sonda, las noticias no parecían confirmadas hasta que Lloret lo decía. Su memoria es como una hemeroteca andante en la que no sólo recuerda datos y fechas, sino también sensaciones, siempre necesarias para tener un relato completo de la realidad. Son más de treinta años en la profesión, la suya es sin duda una carrera de largo recorrido cuya meta, esperemos, aún esté lejos.

¿Cuál es tu primer recuerdo futbolístico?
No es futbolístico directamente. Es saber que mi padre está en Mestalla y yo estoy en la cama esperando a que llegue para que me diga cómo ha quedado el Valencia. Y el primer partido al que fui yo tendría poco más de seis años. Temporada 1966-67, Valencia – Córdoba, a las ocho de la tarde, el campo con luz, y fue un impacto que aún permanece en el recuerdo. Después de haber vivido tantas cosas en el fútbol, esa primera vez es inigualable.

¿Y esa sensación crees que también la vivirían tus hijas cuando fueron al campo por primera vez?
Les gusta el fútbol y, de hecho, una es periodista deportiva, pero no creo que el impacto fuese igual. Yo, por aquello de mi padre, tenía en un pedestal el poder ir a Mestalla. Ahora el fútbol está más presente a través de la televisión. Pero en aquella época ir a un partido era casi un acontecimiento. Marca mucho la diferencia eso. Hoy en día los niños ya lo ven todo, y en color. En 1966 las cosas no eran como ahora.

¿Tuviste una infancia marcada por el fútbol?
Sí. Mi madre fue un día a hablar con un profesor para decirle que estaba preocupada porque en los cuadernos del colegio me dedicaba a pintar partidos de fútbol. Yo le recitaba alineaciones y mi madre no me aplaudía (risas). Me decía que tenía que estudiar para ser un hombre de provecho. Esos mensajes típicos de aquella época. El fútbol me daba mucha vida. Jugábamos mucho. Fui muy feliz aquellos años con el fútbol. En alguna ocasión, mi padre me dijo que yo no iba a vivir del fútbol, y mira al final, la vida me permitió dedicarme a ello.

¿Cuándo se despierta en ti el interés periodístico?
Mi padre cuando llegaba a casa a comer, a las tres, ponía el Telediario. Era algo sagrado. Claro, tú ves todo a través de tus padres y si él lo hacía, tendías a imitarlo. A mí me marcaron mucho los acontecimientos históricos de los sesenta. Es la década de los Kennedy y, sobre todo, de lo que ocurría en los Estados Unidos: la segregación racial, la guerra de Vietnam,… todas esas noticias me interesaban. Los corresponsales de televisión me llamaban mucho la atención. Yo era, además, lector precoz de prensa, no sólo de las crónicas de fútbol. La radio también me gustaba. Fue algo muy vocacional desde la infancia.

Tuviste, además, un vecino, Alejandro García Planas, que era periodista.
Sí, vivía arriba de mi casa. Me iba muchas veces a la cama y le oía a él teclear la máquina de escribir. Fue un hombre que tuvo una cierta notoriedad en Valencia en aquellos años, incluso a nivel nacional. Se puso de moda el tema de los ovnis y se especializó en ello. En televisión había series americanas como «Perdidos en el espacio» y estaba todo el mundo muy fascinado por ese tema. También era crítico de cine y, de vez en cuando, nos regalaba entradas para ir a los cines de estreno.

¿Y crees que tuvo algo que ver en tu vocación?
Pienso que sí. El tema de la comunicación me llamaba mucho la atención. Fueron unos años en los que la televisión era algo novedosísimo, poder ver desde tu casa lo que estaba ocurriendo en la otra parte del mundo era fascinante. Recuerdo un programa que se llamaba «Actualidad Internacional», en el que iban conectando con los corresponsales de TVE. Con doce o trece años conocí a Eduardo Sancho que era un periodista valenciano, que vino a hacer el discurso de mantenedor de la fallera mayor y para mí fue … lo admiraba mucho.

Tu primer trabajo fue en Diario de Valencia.
En 1980. J.J. Pérez Benlloch era el director. Yo era un colaborador externo. Publiqué dos o tres colaboraciones.

En aquellos años no existía la Facultad de Ciencias de la Información en Valencia.
No, no había nada. No tuve esa oportunidad, pero me hubiera gustado. Estudiaba Derecho. Por entonces, se decía que había que estudiar Derecho o Filosofía y Letras, porque eran las carreras que luego te permitían hacer más cosas. Entendía que la más práctica era Derecho. Es cierto que en Barcelona y Madrid sí que se podía estudiar periodismo, pero no nos lo podíamos permitir.

¿Acabaste Derecho?
Llegué a quinto, pero no pude acabarla porque ya me empezaron a ir bien las cosas en el periodismo y no tenía tiempo para estudiar. Y en el año 1988 u 89, se estableció un criterio para homologar a todas las personas que estábamos desarrollando labores de periodista sin tener titulación. No sé si eran cinco años de trabajo seguidos demostrables y estudios universitarios. Coincidió que a partir de ahí ya empezó a funcionar, en Valencia, el CEU San Pablo.

Y de Diario de Valencia a Antena 3 Radio.
Sí, y de la manera más sorprendente. Antena 3 era una emisora joven. La FM había empezado a implantarse porque hasta entonces la radio era Onda Media. Me presenté allí, me preguntaron si estaba dispuesto a hacer una prueba y les conteste que sí. Antes fui a otros medios que no quisieron hacerme la prueba (risas). Estuve en la SER y en la COPE, pero nada. Recuerdo que hubo una persona, en Antena 3, que me dijo que me quería oír. Se sorprendió de que hubiera tenido las agallas de ir a pedir una oportunidad. Sin papeles ni nada me puse delante de un micrófono y me puse hablar como lo puedo estar haciendo ahora mismo. Cuando acabé me dijo que yo valía para eso y que estaba convencido de que me iba a ir muy bien.

Internet no existía, tampoco había ninguna televisión autonómica (o local), así que la radio se convertía en la manera más fácil para estar informado al momento. ¿Eráis conscientes de esa expectación cuándo haciáis el programa deportivo del mediodía en Antena 3?
Probablemente nunca eres consciente del todo de la dimensión que puedes alcanzar. Con el paso del tiempo sí he entendido que aquel programa caló, fue un referente y fue importante, para mí, por dos motivos. Primero por lo que ya he dicho, que la Frecuencia Modulada y Antena 3 era lo que llegaba, lo novedoso y lo que acabó creando un camino. Y segundo, como yo era más joven que la mayoría de periodistas de aquell momento, conecté con muchos oyentes que necesitaban informarse de otra manera. Sin olvidar que había gente muy buena en otras emisoras de radio.

En aquella primera experiencia ya apostaste por un tipo de información a la que has sido fiel durante toda tu carrera. Nada de estridencias ni sensacionalismo, simplemente información.
Pero es que yo soy así. Cada uno tiene que contar las cosas como le salen de dentro. Es mi manera de ir por la vida y ver el periodismo. Me gusta mucho apoyarme en el dato, en el rigor, la amenidad, no ser un faltón, el respeto al lenguaje, ser claro y lo más natural posible, eso es lo importante. Hay gente que cree que por chillar o utilizar tacos va a tener más protagonismo, pero denota limitaciones y lagunas.

¿Y ha sido difícil mantener ese estilo en una ciudad como Valencia en la que, futbolísticamente, ha habido fenómenos como los de Paco Roig, Juan Soler o, ahora Peter Lim, que han promovido las trincheras informativas y que provocan acusaciones furibundas de antivalencianismo a quien pone en duda algunas de sus decisiones atendiendo a ese rigor del que hablábamos?
Por supuesto. Mi primera sensación en ese sentido, mi primera trinchera, fue con Paco Roig. Hubo momentos, realmente difíciles. Luego, la verdad, es que con Paco Roig no he tenido ningún problema directo, y nos vemos y no pasa nada. Es una persona que siempre va de frente eso sí. Yo discrepé mucho de él y él me atacó.

¿Y por que ese tipo de periodismo clientelista hacia el poder sigue vivo?
No quisiera hablar demasiado de los demás, por respeto. Pero lo que sí es cierto es que con la crisis económica que existe, algunos medios tienen que sobrevivir de la mejor manera posible. Entiendo que puede haber algunas hipotecas, pero hay cosas que … por ejemplo, el reciente proceso de venta del Valencia ha sido un tema que ha encarnizado mucho el ambiente aquí. Sobre todo porque han influido las redes sociales, la participación de la gente, no todo el mundo es respetuoso. La crítica la acepto, por supuesto, pero el insulto no. Ha sido un tema muy desagradable, el más áspero, agrio y sucio que yo he vivido en esta ciudad desde hace más de treinta años, en el periodismo.

De todas formas ese periodismo viciado no es algo nuevo y reciente. Volviendo a Antena 3 Radio, frente al rigor vuestro ya existía cierto «sensacionalismo informativo» como, por ejemplo, el de Miguel Guzman y Enrique Martínez.
Estuvieron en Antena 3 conmigo. Es una historia curiosa. A mí me da la oportunidad Toni Insúa,que ya falleció, un personaje muy singular, pero que tenía esa experiencia del que ha dado muchas vueltas por la vida. Él creó en la emisora un equipo de trabajo, en el que estaban Guzman y Martínez, que no acabó de congeniar con la dirección de la radio. Se marcharon y a los pocos meses me llamaron para que me fuera con ellos. Me ofrecieron unas condiciones que me hicieron sufrir mucho a la hora de tomar una decisión. Yo no me lo podía creer. Pero entendí que en Antena 3 tenía, a la larga, más futuro y aunque ganara menos era mejor opción. El tiempo, por muchas razones, demostró que hice lo correcto.

En el programa de Antena 3 te acompañaba Paco Desamparados.
Otro personaje singular (risas).

¿Ha seguido ligado al mundo del deporte?
Él era más del mundo del motor, de la moto. Creo que está por Alicante. Paco Desamparados, sí, sí,… (risas). Inolvidable experiencia.

También estuvo contigo Ricardo Pomares.
Eso fue en mi última etapa. Pomares está ahora en TVE. Es una persona estupenda y un gran profesional. Recuerdo que pasaban los años y estaba solo en Antena 3. Me ayudaba, a veces, Bernardo Guzman, pero yo tenía que librar algún día a la semana y puesto que la emisora había ido creciendo a todos los niveles, se decidieron a contratar a otra persona para ayudarme, y fue Ricardo Pomares.

Otro nombre propio de la radio deportiva de aquella época fue Manolo Bernardos, que el año pasado se jubiló, después de más de veinte años como Jefe de Prensa de Rita Barberá en la alcaldía.
Era uno de mis ídolos. Escuchaba mucho «Hora 25» en la Cadena SER. En deportes estaba Manolo Bernardos, en Barcelona, con Pepe Gutiérrez, Alex J. Botines,… Cuando Bernardos vino a Valencia yo lo quería conocer, porque para mí era una referencia, le tenía cierta devoción.

¿Había, entonces, buena relación entre los periodistas deportivos?
Sí. Era otro ambiente distinto al actual. Con los futbolistas pasaba igual. Yo empecé a viajar en el año 84-85, que claro, ahora hay AVE, vuelos charter y autovía, pero entonces no existían. Y esos viajes te permitían confraternizar con los jugadores más que ahora.

Foto: Eva M. Rosúa.

Foto: Eva M. Rosúa.

¿Qué importancia tuvo José María García en tu carrera?
Para mí fue un espaldarazo. Es de justicia, agradecer a Eduardo Alcalde, entonces director de Antena 3 Valencia, su respaldo y confianza cuando llegué a la emisora. Gracias a ello, García me dio la oportunidad de entrar en la programación nacional. En aquellos años, era un referente, era con mucha diferencia el líder del periodismo deportivo. Nunca traté de ser un imitador de García. Cuando intervenía a nivel nacional lo hacía de la misma manera que contaba las cosas en Valencia. Siempre recibí un trato muy respetuoso de su parte. En una ocasión que había un partido en el Bernabeu, Real Madrid – Valencia, me llamó a mí para que fuera el locutor del encuentro porque Gaspar Rosety no podía. Fueron años muy buenos que recuerdo con mucho cariño. Tuve un relación muy buena con él. Jamás tuve problema alguno. Al contrario. Cuando en el año 89 le dije que me iba a Canal 9, me dijo que tenía las puertas abiertas para volver cuando quisiera.

Con la perspectiva que da el paso de los años, ¿crees que se le ha hecho justicia a García?
García… (sonríe). Es un referente inexcusable del periodismo y sí, sí que se le ha reconocido lo que hizo. Lo que pasa es que los tiempos han cambiado mucho y la realidad también. Es difícil entender, hoy, el periodismo que hacía García, pero en aquella época era algo más que un periodista.

En aquella Antena 3 Radio coincidiste una nómina estupenda de periodistas deportivos. Además de los ya citados, Javier Ares, Andrés Montes, el Siro López de entonces…
(Sonríe) Éramos todos más jóvenes. Pero sí, tienes razón, y no sólo en deportes, también estaban Jesús Hermida, Gomaespuma, Santiago Amón,… Profesionales muy buenos todos ellos.

¿Qué haces para tener una memoria tan abrumadora?
Cuando estudiaba Derecho pensaba que el mérito no era saber cómo quedó el Valencia en Bilbao en el año 72, sino saberse el articulado del Código Civil. Eso sí que tiene mérito. Lo otro lo he vivido. Y lo que vives se te queda. Y si es con pasión más aún. Mi madre me transmitió esa memoria. Pero no hay que olvidar que la memoria es muy selectiva. Yo quisiera tener buena memoria para el cine, que me encanta, es una de mis pasiones, voy muchísimo, pero a veces se me olvidan los títulos o los nombres de los actores. Y me da mucha rabia.

Tiremos de esa memoria prodigiosa: 9 de septiembre de 1989 (Canal 9 aún emitía en pruebas y Paco Lloret debutaba en la  previa del partido Castellón – Real Madrid)
Lo recuerdo muy bien. Pasé un miedo espantoso. Durante unos minutos creía que me moría. Una sensación de … si llegan a abrir la puerta me hubiera ido. Y, sin embargo, cuando empecé fue como un flash y me tranquilicé. Pero los instantes previos fueron muy duros, muy tensos. Me sentí sólo ante el peligro. Luego, nunca más volví a tener esa sensación. Ponerme delante de la cámara fue como tirarse con paracaidas. Me acuerdo perfectamente de todo (risas). Presenté un programa especial sobre el partido y conmigo estaban el padre de Mendieta, Pichi Alonso y Chencho, un periodista muy famoso de Castellón.

Dejas Antena 3 y fichas por Canal 9. Tiempo de aprendizaje y una nueva etapa para el periodismo deportivo en la Comunidad Valenciana.
Es un cambio total. Cambiaba de medio, yo nunca había hecho televisión, y cambiaba de idioma. Yo era valencianoparlante, pero una cosa es serlo en la calle y otra bien distinta delante de una cámara. Y no era fácil, porque por un lado tenías que tener unos registros de respeto al valenciano y, por otro, al mismo tiempo, conseguir que la gente se identificara. El otro día, alguien me dijo que se había acostumbrado a ver el fútbol en valenciano y que ahora le costaba escucharlo en castellano. Y esa es la gran aportación que conseguimos, que se normalizara.

¿Qué se hizo tan mal para que Canal 9 acabara como ha terminado?
Esta pregunta nos daría pie a muchas horas de conversación. Primero quiero reconocer la labor de José Vicente Aleixandre, que fue jefe de deportes allí, una persona decisiva, que trabajó muy bien y que no se le reconoció todo lo que hizo en aquel momento. Y lo otro se resumiría en que cuando no se confía en los profesionales adecuados, pasan estas cosas. La televisión se desvirtuó con el paso del tiempo. Una pena, una lástima y muchas más cosas.

¿En vuestro departamento las presiones políticas iban más allá de tener que entrevistar al miembro del gobierno que estuviera presenciando un encuentro?
Yo estuve como Jefe de Deportes casi ocho años y siempre intenté que premiara la información deportiva. Entendía que si a un partido iba el President de la Generalitat lo lógico era entrevistarlo. Pero para mí, lo prioritario, lo importante, era la información deportiva.

¿Era difícil intentar contentar a todos (el Levante, equipos de Castellón y Alicante, deportes minoritarios) ante la presencia más mayoritaria del Valencia CF en vuestra programación?
Mucha gente se ha dado cuenta, ahora, de lo importante que fue Canal 9. Del juego que dio a muchos deportes minoritarios, a todos en general. Si se repasaran de manera rigurosa las programaciones y todo lo que se hizo, la gente se daría cuenta de muchas cosas. Ahora que ya no está Canal 9 es cuando se echa en falta.

¿Qué opinas de aquellas acusaciones sobre que la plantilla de Canal 9 estaba sobredimensionada?
Me fastidia mucho que se diga eso. Que se haya creado ese cliché estereotipado de que había más gente de la necesaria. Sí que es cierto que en los últimos años, aproximadamente a partir de 2006, aquello fue un desmadre sin sentido y se perdió la perspectiva. Pero antes, y yo hablo por Deportes, hubo un equipo que trabajó muchísimo y que se multiplicaba en retransmisiones, en programas y en informativos. Y digo más, Deportes siempre fue la Cenicienta de esa casa. El organigrama amplio era, fundamentalmente, para Informativos, y Deportes era una organización muy elemental, un «ellos ya se apañan», y nunca se reconoció la importancia que tenía. Fue una de las asignaturas pendientes.

Fueron muchos los acontecimientos y las noticias que tuviste que cubrir, pero imagino que nunca pensabas que, incluso, lo harías estando de vacaciones. En Italia te pilla el fichaje de Mendieta por la Lazio, ¿no?
Sí. Estaba de vacaciones con mi mujer y otra pareja de amigos. Eran ya los últimos días. Mi mujer, afortunadamente lo entendió, y se volvió a Valencia, y yo viajé de Venecia a Roma con Cayetano Ros (El País). En aquel momento fue un acontecimiento internacional y había que cubrirlo. No me hubiera quedado tranquilo de no hacerlo.

¿Mendieta quería irse a la Lazio?
Creo que Mendieta quería irse del Valencia. Pero no a la Lazio. Él consideraba que en el Valencia ya lo había hecho todo. Le abrumaba la responsabilidad.

Mendieta llegó a ser portada del FIFA 2001 sin que el Valencia hubiera ganado título alguno.
El Valencia se puso muy de moda a nivel europeo. Era un equipo que llamaba mucho la atención por su desparpajo. Hizo dos Champions maravillosas en las que sólo le faltó el título. En el fútbol, a veces, se dice que las finales son para ganarlas, pero no es verdad, porque hay equipos que no han ganado finales y siempre van a permanecer en el recuerdo. Hay muchos ejemplos, la Brasil del Mundial de España, la Hungría del 54, la Naranja Mecánica e, incluso, aquel Valencia de Champions, que sí, perdió dos finales, pero se sigue recordando.

Dos finales perdidas que tendrían su programación especial preparada por si se ganaban.
Sólo los que estuvimos allí sabemos la dedicación, las horas de trabajo, de planificación, el esfuerzo descomunal, fue algo tremendo. En Mestalla, el día de la final de Milán, metimos más de 50.000 personas. Todo estaba preparado para que el Valencia ganara. Era la guinda. Pero eso salió mal. A la final de París sí fui, pero en la de Milán me quedé trabajando en Burjassot. Y una de las escenas que tengo grabadas, que no olvidaré nunca, fue cuando acabó todo a las tantas de la madrugada, que salí de Canal 9 y la sensación era de frustración, de que el tren había pasado después de perder dos finales de Champions. Por supuesto, me equivoqué. Luego llegaron Ligas y una UEFA.

¿El Valencia perdió la oportunidad de tener su propio Fergusson con la marcha de Benítez?
No lo sé. Fue una pena que se fuera. Benítez estaba muy desgastado. Hizo un gran trabajo. Cierto que se encontró con la labor de Subirats, que fue muy importante. Digamos que el Valencia y Benítez se encuentran en el momento oportuno y en el lugar adecuado. Él coge un equipo que viene de jugar dos finales de Champions y que ya tiene una capacidad competitiva, y la mejora.

Recientemente, en un especial de Canal +, reconoció que en su marcha todos había hecho cosas mal.
Llega un momento en el que él no se siente reconocido. También el club estaba en una etapa muy extraña, una más, de cierta indefinición porque había una batalla accionarial y yo creo que Benítez ve el tema y piensa en acabar la temporada y cambiar de aires. Luego el Valencia le ofrece todo y él, entonces, dice que no. Hubo una especie de pulso, en ese sentido, con Manuel Llorente. Y cuando desembarca Soler, Benítez ya había decidido que se marchaba.

Escribiste un libro, «Rafa Benítez: Retrato de un entrenador», sobre él.
Sí y se tradujo al inglés. Lo presenté en Anfield, el campo del Liverpool. Mi historia con Benítez empieza cuatro o cinco años antes de su llegada en el verano del 2001. Tengo un amigo en Madrid, periodista, valencianista y muy amigo suyo, que ya me hablaba de él y me decía que era lo que necesitaba el Valencia. Por entonces, Benítez creo recordar que estaba en el Extremadura, y lo que es la vida… Benítez, además, llega al Valencia de casualidad, por azar, porque dos entrenadores habían rechazado la oferta de sentarse en el banquillo, y lo acaba haciendo campeón.

A Benítez lo sustituye Ranieri.
Se busca frenar el impacto popular de su marcha. Ranieri había sido, no hay que olvidarlo, uno de los artífices de este gran Valencia, es el que, como dijo Djukic, da con la tecla en el 98. Encuentra un camino y lo dota de personalidad. Su primera etapa en el club fue fundamental.

¿Cuál es tu mejor recuerdo de Canal 9?
A nivel personal tengo dos grandes recuerdos. Uno, cuando a mí me nombran Jefe de Deportes hay una votación en la redacción y recibo el respaldo de la gente. Fue muy importante. Era algo simbólico, pero valoraban la elección. Y luego cuando me destituyeron de ese cargo tuve una cena con mucha gente, no toda, del departamento y fue una noche muy bonita, muy hermosa. Lo recuerdo con mucho cariño. Después está, también, el día a día. Viví grandes momentos y estoy muy agradecido por ello.

¿Y el peor?
Cuando descubrí que me intentaban hacer una pinza desde dentro. Fue un momento muy desagradable. Sostuve una lucha interna y acabé yéndome a Radio Nou.

Te sustituye Luis Motes del que, a estas alturas, no creo que haga falta decir nada.
No, no hace falta decir demasiado.

Foto: Eva M. Rosúa.

Foto: Eva M. Rosúa.

¿Cómo surge la opción de Radio Nou?
Me ofrecieron esa posibilidad y la acepté. Había sufrido un desgaste muy importante y siempre he sido un hombre de radio. Además me apetecía mucho hacer algo que no había hecho nunca, una especie de «Carrusel Deportivo». Lo pasé muy bien, fue todo más tranquilo y relajado. Me vino bien a nivel personal y profesional.

¿Y de la radio de nuevo a la televisión con «Deportes a Tope», en Mediterráneo TV?
Hay una productora que me ofrece la posibilidad de ir y acepté. Pasé allí tres años.

Ese nuevo programa coincide con la irrupción en las cadenas estatales de tertulias en las que prima el espectáculo bochornoso sobre la información y el análisis. Sin embargo, con la ayuda de Jordi Giménez y Diego Osorio, te desmarcas de todo ello y sigues fiel a tu manera de entender el oficio. Invitabas a ex-jugadores, llegasteis a estrenar un documental sobre Kempes,…
Hicimos programas muy interesantes como ese de Kempes. Un homenaje a Arturo Tuzón, también. Esto es como los restaurantes, el secreto está en los productos que utilizas para hacer el menú. Si usas mucha salsa te sale lo que te sale. Lo esencial es hacer periodismo. Habrá gente que preferirá otras sensaciones, yo no lo discuto, pero hay cosas que nunca van a pasar de moda y la esencia de esta profesión consiste en contar las cosas de la mejor manera posible y no tomar al espectador, o al oyente, como idiota. Todas esas exageraciones y trifulcas que se ven hoy en día me parecen lamentables. Pero bueno, hay gente que con eso disimula otras carencias.

Y esa filosofía continúa, hoy en día, en «Deportes 7» (Canal 7).
Hay alguna diferencia como el cambio de horario. Y este programa es más informativo, mientras que el otro era más de tertulia. Pretendemos contar, a mediodía, lo que las demás cadenas no cuentan, lo que pasa en Valencia. Es una alternativa a la programación de las tres de la tarde que son o informativos o mucho Messi y Cristiano Ronaldo y poco más. Hablamos del Valencia, del Levante, de baloncesto y de muchas más cosas.

En estas dos últimas experiencias notarías las diferencias de medios respecto a tu experiencia en Canal 9.
Totalmente. Yo, en la vida, siempre me he adaptado a lo que había. No se puede vivir preso de la nostalgia de otros tiempos. Sí, en Canal 9 tenía un despacho, tenía de todo, pero eso se acabó para mí en 2007. Una de mis virtudes es aceptar la realidad y no intentar vivir de lo que has sido. Me adapto a que estoy en otro medio, en otra realidad, con un panorama periodístico totalmente distinto. Y admito ser un privilegiado por estar trabajando porque hay muchos, y grandes periodistas, que están en el paro.

Llama la atención en tu cadena actual, Canal 7, que confluyan en su parrilla dos programas deportivos, el tuyo y el de Julio Insa, que se supone que tienen el mismo objetivo, informar, aunque luego los resultados sean diferentes.
Soy autónomo, llegué a un acuerdo con la empresa, les alquilé un espacio en radio y televisión, e ideé un proyecto que combinaba ambos medios para buscar una rentabilidad publicitaria y que ofrecía una alternativa al panorama que hay hoy en día. Yo voy por mi camino. A estas alturas de la vida ya…

¿Has tenido alguna oferta, a lo largo de tu carrera, para trabajar fuera de Valencia?
Tuve varias veces esa posibilidad, pero he estado muy bien aquí. Además del dinero y la promoción profesional estar contento con lo que haces es muy importante. La calidad de vida y muchas cosas las antepongo por encima de otras. ¿Quién sabe cómo hubiera sido mi vida si me hubiera ido a Madrid ?

¿Es bueno que un periodista se signifique y se sepa cuales son sus colores, los del Valencia en tu caso?

Yo quiero que gane el Valencia, pero no me comporto como un forofo. Antes que periodistas, todos somos personas. Pero cuando soy periodista soy periodista. Veo con otros ojos los partidos. Eso lo aprendí hace muchos años. Yo no oculto de qué equipo soy, pero no creo que eso afecte, jamás, a mi profesionalidad. Todo el mundo tiene sus colores. Hay periodistas que han seguido al Valencia y eran levantinistas declarados. ¿Están incapacitados por ello? No tienen porqué. No debería ser incompatible, en eso se basa la profesionalidad.

¿Que relación, profesional, mantienes con el Levante?
Posiblemente, muchos de los que hablan sobre mí no han visto, en su vida, tantos partidos del Levante como yo. Conozco muy bien la historia del equipo. He escrito, incluso, en algunos libros sobre él. Es más, puedo presumir de haber ganado una apuesta al sancta sanctorum del levantinismo, que en gloria esté, que era Salvador Regües. Al Levante le tengo respeto, lo he seguido y lo sigo, he informado de él con criterio,… Muchos levantinistas deberían saber que el partido que les valió el ascenso más histórico en tiempos modernos, que fue el de Jerez, se pudo ofrecer en abierto gracias a una gestión mía. Lo digo ahora que han pasado once años. Fue un poco por suerte, también. Lo normal es que lo hubiera retansmitido Canal +, pero jugamos una carta y salió bien. Siempre, tanto en Antena 3, como en Canal 9, como ahora, he tratado al Levante como se merece, como un club valenciano y, precisamente, para evitar suspicacias, he intenado ser lo más cariñoso posible. Igual es que a alguno lo que le gustaría es que yo fuera del Levante.

Eres muy crítico con los medios madrileños por su egocentrismo y la manera con que tratan al Valencia, ¿crees que eso mismo ocurre aquí respecto al Levante?
En nuestro programa hablamos, evidentemente, más del Valencia que del Levante, pero siempre tiene un hueco. Vamos a Buñol a los entrenamientos y procuramos, siempre, estar pendientes. En ocasiones, en Canal 9, y atendiendo al calado social del club, que ahora ha mejorado bastante, le dábamos más de lo que realmente representaba. Se han desvirtuado algunas cosas. Cuando jugaban en Segunda División, cada temporada, se les retransmitía unos catorce partidos. Eso es un tratamiento informativo muy importante. Nunca se le ha querido discriminar negativamente, lo que pasa es que en ocasiones los éxitos del Valencia eclipsan estas cosas.

Escribiste otro libro sobre la rivalidad entre el Valencia y el Real Madrid, «Crónica de un desencuentro», ¿por qué crees que hay un momento en el que el Valencia resulta antipático para los medios madrileños?
Porque les molesta que un equipo le dispute al Real Madrid la hegemonía en España. La prensa de Valencia elige al Real Madrid como enemigo y la de Madrid, en aquellos años, hizo lo contrario. Les pilló, un poco, a pie cambiado. Ellos tenían un concepto de un Valencia más domesticado. Esto empieza a cambiar con Paco Roig, que introduce un discurso muy beligerante y muy reivindicativo, cargado con cierta demagogia por supuesto. Siempre digo, precisamente porque tengo buena memoria, que hace muchos años al Barcelona en Valencia se le trataba con mucho respeto, más o menos hasta la transición por todo lo que trajo, y el Madrid era el equipo al que se quería ganar. Las estadísticas de resultados lo dicen. En los años sesenta y setenta hay muchas más victorias del Valencia sobre el Real Madrid que sobre el Barcelona, cuando los primeros eran los que ganaban las Ligas. Y de los árbitros no voy a hablar (risas).

El fichaje de Mijatovic aumentaría esa rivalidad, ¿no?
Agrió el tema mucho más. Coincidió con una época en la que el periodismo deportivo estaba cambiando en España, y ese caso le echó mucho sal. No hay que olvidar esa sensación que se tiene, desde Madrid, de que cualquier jugador que destaque en el Valencia se lo pueden llevar, porque como dice Florentino, «ha nacido para jugar en el Madrid». No todos compartimos esa opinión.

En las Provincias publicas semanalmente un artículo (la sección se llama «El Tunel del Tiempo») que son como pequeños retazos de la historia del Valencia. ¿Tienes intención de recopilarlos en un libro?
Esa es la idea. Me gustaría. En principio no era mi intención, pero me he dado cuenta de que hay mucha gente que me lo está diciendo. Para mí es un oasis que me permite huir de la realidad y contar estas historias con un tono más actual. Ese es el reto que tengo cada sábado.

Debes tener un archivo tremendo.
Tengo muchos libros, muchos dvd’s, cintas de radio. Tengo muchas cosas, lo que no tengo es tiempo para ordenarlas. Lo intento, de vez en cuando, pero imagino que llegará el día en el que lo pueda hacer.

¿Te interesan publicaciones como Panenka o Líbero?
Sí, mucho. Me gustan porque son diferentes, te hacen reflexionar sobre muchas cosas, me parecen muy interesantes. Me gusta ese tipo de periodismo.

¿Y el enfoque humorístico de Checheche.net?
Han tenido momentos gloriosos. Es una iniciativa muy interesante. No siempre estamos de acuerdo, pero me han hecho reír muchísimo y eso no tiene precio. Tienen mucha gracia.

El Valencia es, además, un club que les ofrece los contenidos casi en bandeja.
Lo extraño es que no haya salido antes. Aquí somos así, ¿qué le vamos a hacer? Recuerdo que en el periódico Levante, cuando llegó Paco Roig, salían unas caricaturas muy graciosas. Y en los años 70, hubo una revista, Barrabás, que era genial porque le daba la vuelta a todo esto. Es el precedente más parecido a Checheche.net, aunque aquello era a nivel nacional.

¿El no haber sido futbolista es una espinita que tienes clavada?
Por supuesto, de niño soñaba, como imagino todos, con ser futbolista. La frustración viene cuando te crees que vales para algo y no es así. Lo asumí y seguí jugando al fútbol porque me divertía. Nunca estuve cerca de ser futbolista.

¿Quién era tu ídolo cuando eras pequeño?
El ídolo, por excelencia, fue Kempes, que ya me pilló en la adolescencia-juventud. A mí hay dos equipos que me enamoran. Uno es el que gana la Copa en el 67, el de Pesudo y Abelardo de porteros, Tatono, Mestre, Sol, Roberto, Paquito, Claramunt, Poli, Waldo, Guillot, Ansola, ese es mi primer Valencia. Y después el que gana la Liga del 71, con Valdez, Forment, Claramunt y Sol que seguían, … Y luego, he visto grandes jugadores como Keita, Arnesen, Fernando,…

¿Crees que se ha hecho justicia con Fernando?
Fue un jugador muy leal a la entidad. Y eso me gustaría que se valorara. Merece respeto y admiración. Se pudo haber ido a ganar títulos al Real Madrid o al Barcelona porque tuvo ofertas, pero siempre quiso quedarse en el Valencia. Justo se fue a Inglaterra cuando el Valencia ganó un título.

¿Sería un buen presidente?
Seguro.

Foto: Eva M. Rosúa.

Foto: Eva M. Rosúa.

Ya que estamos con nombres propios de la historia del Valencia, ¿Pasieguito?
Tuve la suerte de conocerlo, tratarlo y contar con su amistad. Son de esos hombres que te dejan una huella inolvidable. Una persona que conocía, muy bien, la vida y el fútbol. Compartí con él grandes momentos, tuve mucha suerte en ese sentido.

¿Crees que alguien heredó ese ojo que tenía para los fichajes?
Subirats. Sin duda, fue su alumno aventajado.

¿Ves algo de Pasieguito en Manolo Salvador?
Sinceramente, creo que no. No lo conozco tanto a Manolo Salvador. No se deja conocer, además.

Seguimos con más nombres, ¿Koeman?
Responde a un momento del club en el que está sometido a mil vaivenes. Hay que reconocerle que aportó el último título hasta la fecha. Sin embargo, nunca sabes hasta que punto se identificó con la entidad. Aunque también es cierto que la entidad estaba sometida a un conflicto interno, era como una guerra civil.

¿Aceptó todo lo que aceptó porque veía su paso por el Valencia como un trampolín hacia el banquillo del Barcelona?
Puede ser. Él sabía que venía a un club importante de la Liga española. Vino, intentó hacer lo que intentó hacer y, al final, se dio cuenta que era difícil salir adelante, precisamente por todo eso.

Ahora le va muy bien en el Southampton.
Bueno, sí, le va bien. Antes estuvo en Holanda y no le fue tan bien. No quiero juzgarle tampoco. Como he dicho antes hablando de Benitez, es muy importante para los entrenadores el momento en el que llegan a un equipo.

En aquellos momentos, ¿fue difícil hacer información deportiva? ¿Podía pesar ser amigo de Albelda, Cañizares o Angulo a la hora de contar lo que se estaba ocurriendo?
No se trataba de ser amigo de ellos o no, eran jugadores que formaban parte de la historia del club y merecían otro trato. Al final, yo creo que la culpa no es ni de Koeman, ni de Albelda,… Es desde la Presidencia desde donde no se sabe dirigir la entidad. Basta mirar quién estaba dirigiendo el Valencia y cómo lo hacía. Era un desastre, un auténtico caos, una vergüenza, esa es la pena. Era como el ejercito de Pancho Villa. Había un ambiente muy malo dentro del vestuario.

Ahí se rompe el binomio Albelda – Baraja.
Sí. Ahí se rompe todo.

¿Aquellos lodos de Soler trajeron la necesidad de vender?
Todo está unido. Y antes la conversión en sociedad anónima, y luego la lucha por el capital, y… sí, todo está relacionado.

¿Peter Lim?
No me atrevo a pronunciarme. Sería, por mi parte, una insensatez. Esto está naciendo y la experiencia nos demuestra que hay que dejar pasar el tiempo, dar un voto de confianza y observar. Y, por supuesto, en función de lo que veas, opinar. Hasta verano no vamos a saber muy bien hacia donde va el club. Más o menos intuyo cosas, pero quiero esperar. Hay que dejar trabajar a la gente y ver qué es lo que quieren hacer con el Valencia. Evidentemente, a mí me hubiera gustado que esto hubiera sido de otra manera, como creo que a la inmensa mayoría de los valencianistas, pero a lo mejor, o a lo peor, es necesario que venga alguien de fuera para llevar al Valencia en la dirección correcta. Pero para ello, también tienen que asumir el reto de conocer el club e identificarse con él.

Casi el mismo día que se renovaba a Nuno, se traspasaba a Carles Gil al Aston Villa. Una nueva muesca en ese Proyecto Gloval de Amadeo Salvo.
Hay una cosa que Salvo ha hecho muy bien y es vender una idea. Se nota que es un hombre que se mueve por todo el mundo y ha sabido conectar y transmitir. Es cierto que eso que comentas resulta contradictorio, pero la renovación de Nuno no la decide Amadeo Salvo. Está más claro que el agua. Los que deciden de verdad son los que han decidido que el entrenador debe continuar porque confían en él. Ellos tienen una visión del fútbol que no coincide con la que tiene la inmensa mayoría de la gente en Valencia, pero como ellos son los dueños del club pueden hacerlo.

No hay que olvidar que el representante de Nuno es Jorge Mendes.
Aquí hay alguien que aconseja y dice que hay que renovarle, porque apuesta por él. Claro, es un entrenador al que él representa. Pero yo no me atrevo a valorarlo, hay que dejar que acabe la temporada y hacer balance de su trabajo en el banquillo, sin ningún tipo de prejuicios.

Este panorama que describes, ¿en qué situación deja a Rufete?
El club, ahora mismo, tiene una fachada, pero la realidad es que las cosas se deciden como se deciden y lo decide quien lo decide. ¿Rufete? Pues no sé cual es su peso, pero no parece que sea muy determinante en esta historia.

Igual que está ocurriendo ahora en el Valencia, el fútbol lleva experimentando muchos cambios en los últimos años. Prácticamente todos los partidos se emiten en televisiones de pago, hay algunos horarios infames, ha desaparecido la jornada simultánea,… ¿Todo eso puede afectar al espectador joven y, por, extensión al futuro de este deporte?
Es ley de vida, las cosas evolucionan y no podemos hacer nada para evitarlo. Seguramente aún nos quedan cosas por ver que nos sorprenderán. Yo sí que echo de menos que la jornada esté más compacta y no tan disgregada en tres días. Pero la dependencia económica de las televisiones es total y ellas mandan. Creo que hay cosas que se podrían mejorar, como el sistema de Copa, reducirse la Primera División, …

Eliminar las vacaciones de Navidad, por ejemplo, podría ser otra medida. Mientras en la Premier se juegan tres jornadas, aquí ninguna.
Entiendo que es una exigencia del sindicato de futbolistas, pero en un reportaje que publiqué, demostraba que antiguamente se jugaba al fútbol en esas fechas, no el día de Navidad, pero sí en esos días.

Esa evolución del fútbol a la que haces referencia lleva pareja una evolución en la manera de informar. En ese sentido las redes sociales se han convertido en una herramienta indispensable para los periodistas, ¿qué relación mantienes con ellas?
Tengo cuenta de twitter y expreso mi opinión. Es un ejercicio periodístico muy recomendable porque hay que sintetizar lo que se quiere comunicar. He llegado tarde, pero he llegado. Son fundamentales. Tienen sus cosas a favor y otras en contra. Por supuesto, he tenido algún altercado. Hay cosas que no se pueden tolerar, como la gente que juega sucio desde el anonimato, para atacar. Puedo aceptar la discrepancia y la crítica, yo no me creo en posesión de la verdad, pero lo que no soporto son determinados comentarios ofensivos.