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Fotos: Armando Vázquez.

A Luis Bárcenas le hubiera gustado acabar como un personaje de Michael Dobbs, pero cada vez se parece más a un malo de telefilm de sobremesa. Es lo que tiene este país, que hasta la mierda de la corrupción huele a cutrerío de copa, puro y perfume estentóreo. Parece que fue ayer, pero hace más de dos años que al Partido Popular le estalló su extesorero en la cara. El 15 de julio de 2013 se sentaba, de nuevo, a declarar ante el juez Pablo Ruz. El mismo que había ordenado su ingreso en prisión tres semanas antes.

Jordi Casanovas vislumbró en aquel interrogatorio una historia que había que contar. La realidad y la ficción haciendo tablas para no caer en la típica y tópica sentencia de superación entre ellas. Contactó con Teatro del Barrio. Le recibieron con los brazos abiertos. A «Ruz-Bárcenas» sólo le faltaban, precisamente, Ruz y Bárcenas para convertirse en una realidad. Manolo Solo y Pedro Casablanc se sumaron al proyecto. «Teníamos claro que hasta que no diéramos con el reparto idóneo, no se podía hacer la obra. Manolo y Pedro son la obra. Para ellos mi agradecimiento eterno», explica Alberto San Juan, director del montaje.

El texto es fiel a la transcripción de la declaración de Bárcenas. Sin azúcares añadidos. Algunos fragmentos han sido eliminados o recortados, pero todo lo que se escucha encima del escenario se dijo aquel día en la Audiencia Nacional. Un interrogatorio judicial que podría ser tedioso convertido en una apuesta teatral. «¡No es nada tedioso!», aclara San Juan, «es apasionante ver dos hombres enfrentados, uno en busca de una verdad que cuestiona el sistema en su conjunto; el otro, tratando desesperadamente de salvarse».

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Marcos Ordoñez, en Babelia, se refería a «Ruz-Bárcenas» como teatro documental, una definición que comparte el director de la obra: «Todas las producciones del Teatro del Barrio contienen bastante volumen informativo (más que teatro político, lo llamaría teatro periodístico), pero en unas interviene más la ficción («El Rey»), en otras menos («Las guerras correctas») y en otras, nada («Ruz-Bárcenas»)». En estos tiempos de tanta protesta a través de redes sociales, hay gente que sigue pensando que el movimiento se demuestra andando. Teatro del Barrio es uno de los mejores ejemplos. Ocho profesionales de diversos campos que decidieron unir fuerzas para sacar adelante una programación teatral en la antigua sala Triángulo de Madrid. Pero, ¿es su existencia la prueba palpable de la mala salud de nuestra democracia? «Sería maravilloso vivir al modo de Alberto Caeiro, heterónimo de Fernando Pessoa, descansando en una realidad libre de sistemas o estructuras de poder. Una vida libre, natural, sin ningún afán por acumular riqueza. Sin partidos políticos, policía, ejércitos, cárceles, banderas, himnos, uniformes…», aclara Alberto San Juan.

Tampoco habla muy bien de esta sociedad que necesite de una obra de teatro para abrir los ojos. Que mucha gente conozca el contenido del interrogatorio a Bárcenas gracias a dos actores y un escenario. Habría que preguntarse qué es lo que falla para que eso ocurra. ¿Los medios de comunicación? ¿La propia gente? «La monarquía parlamentario empresarial que regula nuestras vidas desde hace 40 años necesita el silencio para sobrevivir. El silencio sobre lo que sucede y por qué sucede. En la medida en que tomemos conciencia profunda de cómo las eléctricas, bancos, constructoras, empresas de telecomunicaciones, etc., saquean los presupuestos públicos y, por tanto, nuestras vidas, este sistema terminará. Los grandes medios de comunicación son colaboradores necesarios del saqueo. No los periodistas en general, los propietarios de los medios», responde San Juan.

El ritmo imparable con el que se suceden las noticias, con políticos siendo desenmascarados día sí y día también, ¿puede acabar jugando en contra de la obra o la idea es que esta tenga un carácter atemporal en cuanto a lo que significan los hechos que se cuentan? Su director lo tiene claro: «Ruz-Bárcenas es una ventana a través de la cuál se contempla el conjunto del paisaje. Es fundamental que por inabarcable que parezca (Gurtel, Barcenas, Púnica, Pokemon, Malaya…), todo es un mismo sistema, una sola y enorme familia. El funcionamiento es comprensible, y aquello que podemos comprender, también lo podemos cambiar».

Alberto San Juan nunca ha driblado a la política. Dentro y fuera de las ficciones. Ahora vuelve a ir de cara. Ya dio vida a un expresidente que tenía rasgos de todos los que han sido. Resulta muy tentador no hacerle una última pregunta: ¿A qué político actual te gustaría interpretar como actor en un montaje teatral? «¡Muchos! Albert Rivera, por ejemplo, en una obra que bien podría llamarse: La gran estafa», contesta, sin decepcionar, como suele ser habitual en él.

«Ruz-Bárcenas» se representará del 6 al 10 de mayo en el Teatre Talia, consultar horarios aquí.