Foto: Josep Escuin.

Pablo y Sara son treintañeros y creativos, o eso parece, lo de creativos, porque treintañeros sí lo son. Él es un artista multifacético que busca a alguien que escriba su biografía. Ella es una escritora que no ha escrito nada. Un día se conocen. Sara acepta encargarse de ese libro que desea Pablo, pero descubre que es un artista sin obra, como ella. Así que deciden juntar ineptitudes y esfuerzos para cambiar el rumbo de sus vidas.

Este es el argumento de Defectos especiales (Sala Ultramar, del 22 al 24 de marzo). Héctor Fuster es Pablo y Cristina Oliva es Sara. Adrián Bellido (València, 1986) firma la autoría y la dirección, además de la música y la creación del espacio sonoro, de una obra que nació hace ya un lustro a varios kilómetros de València.

«Me resulta complicado rescatar el origen de la idea porque el proceso de creación ha sido largo y ha pasado por muchas fases», explica Bellido. «Recuerdo que hace, aproximadamente, cinco años comencé a pensar en la posibilidad de escribir un texto sobre dos artistas incapaces de crear. Vivía en Londres, una especie de Meca para artistas y creadores de todos tipos y colores. Recuerdo aquello como una etapa de aprendizaje y de ilusiones pero también llena de frustración y dificultades. Supongo que las experiencias vividas en aquella etapa influyeron en el texto. Creo que la idea surge como una respuesta a mis miedos e inseguridades a la hora de enfrentarme a cualquier proceso artístico».

Los actores

«Se puede decir que fueron ellos los que escogieron el proyecto y no al revés. Me siento muy afortunado de haber podido desarrollar el proyecto con dos actores de este calibre. Estoy agradecido de que hayan aceptado trabajar conmigo, teniendo en cuenta que las condiciones no han sido las mejores. Creo que Cristina Oliva y Héctor Fuster han abrazado a los personajes y los han hecho suyos. Me da la impresión de que se sienten muy identificados y eso se nota en los ensayos y en las funciones. Además, pienso que ambos han traído ideas y propuestas que han contribuido a enriquecer el proyecto».

El argumento

«Presenta un conjunto de situaciones donde los personajes evitan enfrentarse a sus propios deseos de crear. Ambos viven entrampados en una especie de vorágine saboteadora. Paralelamente, la historia explora las relaciones de Sara y Pablo con su padre y madre respectivamente (interpretados por los mismos actores) y muestra como estas relaciones familiares acrecientan los ecos de su frustración. Me interesan mucho las historias que presentan individuos incapaces de tomar las riendas de su propio destino».

La obra desde el día de su estreno

«Hemos integrado algunas sugerencias que nos hicieron compañeros y amigos de confianza. También hemos introducido pequeñas variaciones en el texto y en el trabajo con los actores, pero en general la obra es la misma que estrenamos en junio del año pasado. Creo que tanto los actores como yo tenemos ahora más confianza en la propuesta y esto ha contribuido al crecimiento de la obra».

Un licenciado en filosofía que escribe ficción

«Durante mi etapa como estudiante de filosofía me di cuenta de que tenía tendencia a escribir ficción de distintos tipos. Empecé escribiendo fragmentos de guiones y relatos cortos. Desde entonces no he dejado de escribir y he tenido la suerte y las ganas de continuar formándome como guionista y dramaturgo. Confieso que no presto demasiada atención a las ideas filosóficas en relación a mis trabajos de ficción. Si se produce alguna relación suele ser casual. Diría que como autor aspiro a contar historias que tengan no solo la capacidad de entretener, sino también la capacidad de reflejar conflictos morales, políticos e ideológicos Me identifico con la ficción que de manera orgánica expresa un mensaje o cuestiona ideas aceptadas por la sociedad. Desde mi punto de vista, la filosofía y la ficción usan herramientas diferentes y tienen objetivos distintos pero comparten el espíritu crítico y tienen el objetivo de cuestionar el mundo».