Foto: Eva M. Rosúa.

Foto: Eva M. Rosúa.

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Nombre: Marta Marzal Abellán.
Edad: 27 años.
Lugar de nacimiento: Villena (Alicante).
Lugar de residencia: Valencia desde hace 10 años.
¿Cómo definirías tu actividad artística? Es una llamada visceral que usa las flores y el color como encarnación de ese grito.

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Para Marta Marzal una flor no es solo una flor, una liebre es más que ese pequeño animal. Su pintura, a través de la pérdida de la identidad bien sea por duplicidad o por el abandono de la conciencia, busca una definición de uno mismo y de los otros. En constante búsqueda de respuestas, esta pintora curiosa de los mecanismos que nos des-humanizan nos explica, en Las Naves, las razones de porqué la belleza puede esconderse en existencias efímeras, e intensas.

¿Por qué pintas?

No lo sé, es difícil saberlo. Empecé con ocho años porque mi padre pintaba y siempre se me ha dado bien todo lo relacionado con el arte. Sobre todo pinto por el color, es algo que me apasiona, soy además una yonki de las imágenes y esto unido a la plasticidad de la pintura, el tacto del pincel con la madera…, me aporta mucho. El tacto del lápiz es más duro, por eso creo que me gusta más pintar que dibujar, aunque están un poco ahí, a caballo ambas.

Estudiaste Bellas Artes en la Universidad Politécnica de Valencia, ¿qué te aportaron los años académicos?

Tuve algún profesor bastante bueno pero más que la institución en sí, lo que me aportó fue la relación con los compañeros. El trabajo en el taller, el preguntar al otro, el observarle… Fueron unos compañeros y amigos de los que me nutrí mucho. Ahora, echo en falta la proximidad con esa gente, el no estar en la universidad en contacto con ellos. Eso fue lo que más me gustó de mi paso por allí.

¿Pintar es una de las actividades que más feliz te hace?

Feliz e infeliz. Es una de las cosas que más me apasiona pero por eso mismo me hace sufrir. Cuando no consigo la imagen o el resultado que yo quiero, siento impotencia, me frustro y lo paso mal. Será por la energía que vuelco en el proceso creativo y porque me marco siempre unos objetivos que si no llegas, es duro. Pero bueno, luego cuando lo consigues es tan gratificante que ninguna cosa me da esa felicidad.

Óleo, grafito y acuarela son tus herramientas principales. ¿Qué te proporciona cada una?

Cada una de ellas me proporciona algo. El grafito me da la posibilidad de hacer trazos y una línea sensible que otras herramientas no me la dan. Con el óleo, como he dicho antes, hay una plasticidad increíble. Y la acuarela es el mayor reto de todos. Es más difícil porque requiere seguridad en la mancha pero también es muy accidental. De cualquier accidente ves la excusa para hacer un rostro o una flor, y eso es maravilloso. Me gusta ese azar de la acuarela.

¿Qué ventajas encuentras al pequeño y al gran formato?

A la hora de dibujar prefiero el pequeño formato porque soy más de lápiz que de carboncillo. Pero soy partidaria de los grandes formatos porque aunque hagas pintura figurativa o realista, el hecho de agrandar una obra te permite en la distancia corta apreciar la amalgama de colores y pinceladas. Eso es lo que más me gusta, realmente de la pintura. Que compone una imagen pero dentro hay muchos diálogos.

Foto: EVa M. Rosúa.

Foto: Eva M. Rosúa.

Los motivos más recurrentes en tu pintura son las flores y los animales, en general la naturaleza. Pero también hay individuos expresando emociones, sensaciones. La vida y la muerte. ¿Qué deseas comunicar?

Mi pintura suele ir de la mano de los libros que voy leyendo. La primera etapa de mi pintura estaba relacionada con el erotismo y la muerte porque me dio por leerme a Georges Bataille. Esa idea de la flor como símbolo de vida y muerte, con una forma de vida visceral y exuberante que acaba por morir, me gusta mucho. Respecto a los animales, suelo pintar liebres porque fueron símbolo de la lujuria en la Edad Media y además hay una historia personal. Mi abuela cuando yo era pequeña se dedicaba los fines de semana a matar conejos para hacer platos con arroz en el pueblo. Me hacían bajar a las ocho de la mañana, con el frío que hacía en mi pueblo, era un momento de violencia extrema pero cálida porque mi abuela cogía a un conejo que yo había alimentado durante días, lo acariciaba, el conejo se sometía a la situación y de repente mi abuela le pegaba un puñetazo. Yo le ayudaba a desollar y me acuerdo perfectamente del olor del animal cuando le quitabas la piel, la forma en la que la estiraba mi abuela… Se me ha quedado marcado con el contraste de la atrocidad, pero a la vez la calidez. Eso siempre ha estado en mi cabeza. La uso mucho en autorretratos y hasta la llevo tatuada. Es un animal cuya vida es muy intensa como en el caso de la flor.

Tu obra incorpora también elementos surrealistas con seres mitad animal (liebre), mitad humano, o el anonimato de rostros ocultos por grandes ramos de flores… ¿Cuál es el significado?

Empleo al ser humano porque estoy fascinada por el retrato en general y por la pérdida de la identidad que se produce en ese momento del erotismo de pérdida de conciencia. Ahora no los estoy haciendo porque me he cansado un poco y además estoy en una etapa de autocuestionamiento y de crisis personal. Me gustaba hacer esa mezcla de animal-flor para quitarle humanidad al ser.

Por cierto, tus liebres evocan el lienzo “Liebre joven”, de Durero que tan bien capta la luz en su pelaje, en los ojos… ¿Te interesa reflejar la luz en tus pinturas?

Ese cuadro lo puse como ejemplo en mi trabajo de investigación del Master de Producción Artística como referente formal por lo que decís del trato de la luz. Con el tema de la liebre he tenido otros referentes como Santiago Ydáñez, u otro tipo de pinturas. Durero me gusta por ese uso de la luz. Al principio usaba la iluminación barroca, desde un punto, pero me di cuenta que mis cuadros acababan siendo muy tenebristas y entonces me pasé a la luz. Y en mi estudio que hay muchísima luz, a las 9 de la mañana abro el balcón, y simplemente coloco las cosas al lado de él.

¿A qué pintores admiras?  Y de tener posibilidad de exponer en un museo ¿en cuál te gustaría que se vieran tus obras?

En cualquier museo merecería la pena exponer. En la Tate (risas). De entre los pintores que admiro están el ya citado Santiago Ydáñez, Goya y sus caprichos, los prerrafaelitas, Jenny Saville, Shopie Jodoin, Monica Cook (que es una chica inglesa que hace mucha automofa de ella misma), Michael Borremans…

¿Decías que también te influyen tus lecturas?

Es que soy un poco friki y a pesar de ser artista me flipa la física cuántica y la astrofísica. Uno de los libros que más me ha marcado es el de “La trama de la vida” de Capra, que habla de un sistema y patrón idéntico que se repite y por ello reconocemos estructuras orgánicas en el universo. Me encanta leer sobre astrofísica por la violencia que encierran los átomos. A veces, la física puede llegar a ser tan absurda que parece ciencia ficción. También me gustan autores como el citado Georges Bataille, obras como “La muerte de Iván Ilich” de León Tolstoi, “En busca del gato de Schördinger” de John Gribbin, “Golem XIV” de Stanislaw Lem, y cualquiera de Chuck Palahniuk, porque me gusta mucho como escribe. Es que si me pongo no paro… ¡Ah! y mi última adquisición “El instante de peligro” de Miguel Ángel Hernández, muy recomendable.

Hemos visto en tu tumblr tu serie publicada con el nombre de “Registros” que son acuarelas sobre papel, que representan flores en bolsas de plástico. Háblanos sobre ella.

Esta serie son trozos de flores que recojo en los sitios por donde voy, los meto en unas bolsas herméticas y las escaneo. Luego las reproduzco al mismo tamaño. Realmente son un registro de un registro. Y esa es la idea que me gusta: registrar de la misma forma que yo he registrado digitalmente algo. Es pasar de la forma digital a la forma más analógica. Tuve una serie llamada “Dobles” en la que pintaba a una persona con su doble en el mismo cuadro. De por sí el retrato ya es un doble de alguien, introducir ya un doble del doble me parecía maravilloso. Esta serie es un poco así, quiero llegar hasta cien para poder montarlo. Pienso que puede quedar muy bien este proyecto.

Has obtenido diferentes reconocimientos a tu pintura: segundo premio en la V Bienal de Pintura de Manises en el 2011, selección de tu obra “Lo real y su doble” en el Premio de Pintura de la Universidad de Murcia en el 2012, finalista en el Certamen Nacional de Pintura “Miradas” 2012 en Alicante, accésit en el certamen de Pintura “Salvador Soria” en 2013 con tu cuadro “Venus verticordia”… ¿Supongo que estos apoyos son un impulso para seguir adelante? ¿Hay que presentarte a los concursos porque nadie te va a descubrir pintando en tu casa?

Tengo que decir que toda esta energía que tenía para presentarme a concursos ya no la tengo. Implica mucho esfuerzo, dinero… Si que es cierto que cuando sales de la carrera lo mejor es hacer este tipo de cosas para que la gente te conozca porque la mayoría de los jurados de estos certámenes son críticos, artistas… Y está bien que te vean, que te seleccionen, simplemente, porque están viendo tu obra y la están valorando. Pero es cierto, que estoy un poco triste, con hastío porque no me gusta la estructura que están adquiriendo los premios en esta coyuntura de crisis, en la que se da menos oportunidad a los jóvenes y se apuesta por valores seguros, artistas con cierta consolidación… Estas cosas desmotivan, y estoy en la línea ahora de crear solo para mí otra vez , y es cuando más estoy disfrutando la verdad.

¿Qué momento vive Valencia respecto a la pintura en óleo de jóvenes artistas como tú?

Quizás otras ciudades tienen un poco más de movimiento artístico en general y son mejores a la hora de exponer en galerías. Pero es cierto que en Valencia está habiendo un cambio y sobre todo con el cambio de dirección del IVAM, se ha notado mucho. Yo he tenido mucha suerte con compañeros de la universidad muy brillantes, un poco más mayores (no eran de mi curso), como Alejandro Marco, Irene Grau, Javier Palacios… que están llegando muy lejos con reconocimiento a nivel nacional e internacional. Es un buen momento para la pintura valenciana. Ellos empezaron haciendo como yo figuración, y ahora han evolucionado de una forma maravillosa. Está claro que hay muy buenos artistas y me alegra ver que el ámbito artístico está cambiando. Y eso me gusta, sobre todo, para los futuros estudiantes que van a encontrar todo más fácil que nosotros.

Su obra:

Marzal 01

Marzal 02

Marzal 03

Marzal 04

Marzal 05

Marzal 06

Marzal 07

Marzal 08

Marzal 09