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Fotos: Eva M.Rosúa

Los últimos días en una ciudad tienen el nerviosismo de las despedidas de quien se sabe que ya no pertenece a ese espacio y tiempo, y con toda probabilidad no pertenecerá más, al menos de la misma manera. Pero los últimos días, meses (del 16 de enero al 16 de mayo, 2015), sobre los que escribe Elvira Lindo, en un Nueva York sin tregua de buen tiempo, se dejan llevar por la calma de la observación. Noches sin dormir (Oficio Ediciones, Colección Lindo&Espinosa, 2015) es el diario del fin de una época tras 11 años en la ciudad de los ratones, es el diario de los hábitos de sus protagonistas (Elvira y Antonio Muñoz Molina), de los sitios en los que les gusta comer (brunch en Lamb´s Club, beef steaks en Knickerbocker, blintzes en el Barney Greengrass), de los reportajes del New Yorker y de la revista Time, de su barrio en el Upper West, de los paseos por Riverside Park, bajo la banda sonora de Bobby Short, y del encuentro con los amigos españoles en una ciudad de por sí, hostil para la amistad. Y podemos oler los guisos de judías pintas de Antonio en la cocina de ambos, escapándose por la escalera de su edificio, en un ejercicio culinario practicado en una intimidad cálida y acogedora de la que nos gustaría formar parte. Este libro tiene el sonido de los pasos amortiguados por la nieve, aunque el frío de esos últimos días haga más propicio el quedarse en casa. El insomnio de las noches también ayuda a recapitular el sentido de lo vivido, de las otras etapas que fueron y de las personas dejadas atrás. Uno se ausenta de una ciudad como se ausenta de un ser querido. En un temporal de emociones calladas, lentamente, y en silencio. La escritura exorciza el duelo. Elvira Lindo reflexiona sobre el oficio de escribir.

Tienen esos postreros días el deseo profundo de aprehender las sensaciones fuertemente para no olvidarlas jamás. Y este diario se convierte en una cotidianidad que atrapa desde el primer momento. Unas hojas cuidadosamente encuadernadas (edición limitada de 300 ejemplares, coedición con Seix Barral, que también ha puesto a la venta una versión standard) y salpicadas con las fotos de la propia Elvira que compendian la esencia de su día a día. Fotos pilladas al vuelo con la satisfacción del que ha robado un instante eterno. Y que provoca al lector el deseo renovado de abrir bien los ojos en su monotonía, como hace la escritora, para observar que nada que ocurra más de una vez (o incluso sólo una) es un suceso banal. De este modo, las casualidades, las rutinas, un intercambio de frases en la tienda de comestibles, sirven para cerrar el círculo de una etapa. En la pequeña grandilocuencia de los hábitos se esconden las grandes historias callejeras que a la escritora le gusta contar.

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Podría ser Nueva York o Madrid o Helsinki, Elvira Lindo te hará desear vivir en la ciudad en la que ella vive. Comprar en las tiendas en las que ella compra, o visitar los lugares en los que se cita con las personas en su inagotable deseo de conocerlas. Escritora de la transparencia, con la misma facilidad que explora su alma y la ofrece, tiene esa capacidad para detectar con rayos x la de los demás. De retratar con la curiosidad del que ve por primera vez. Son esos momentos de descubrimiento, de entendimiento con el otro, los que nos llevan paradójicamente a entendernos mejor a nosotros mismos. Una vez entregados a la literatura: la confesión, la intimidad, el desahogo; ya no le pertenecen al escritor. Una generosidad que ella practica y sus lectores celebramos. El insomnio creativo, es un libro de relecturas.