Zarva Barroso en las Jornadas del Cómic de València de este año.

José Barroso fue un apasionado por la música, al que ni siquiera un cáncer pudo reducir su incansable lucha contra las injusticias sociales. Zarva Barroso, su hijo, recupera su memoria en Don Barroso (Desfiladero Ediciones), un cómic en el que les acompañaremos por la atracción de una vida sencilla y plena, por los dolorosos estragos de la enfermedad y por la necesidad de no dejar nunca de pelear en lo que se cree. Una novela en la que aunque su protagonista muere, es un canto a la vida.

Hace cinco años te entrevistamos por una exposición tuya. Entre los trabajos que mostrabas había una primera versión, corta, de Don Barroso. ¿Qué cambios hay entre aquella y la que ahora ha sido editada?

Pues han pasado muchos años (risas). Supongo que la madurez con la que he tratado la historia y el paso del tiempo han influido. Yo creo que los cambios más grandes están en el contenido. En ambas obras hablo de lo mismo, hablo de mi padre, de su historia, de su lucha contra el cáncer, de la música y de la importancia de los lugares, pero en esta ocasión al ser más extenso he podido indagar más en estos conceptos y hablar con más detalle de las emociones que acompañan a cada uno. Quizás, esas ideas que quería transmitir ahora llegan mejor al lector.

Entonces nos contaste que era un proyecto que en un primer intento tuviste que abandonar porque estaba todo muy reciente. ¿Al hacer la versión larga afloraron esas dudas o al contrario, incluso fue inspirador recordar todo lo que querías contar?

Ambas cosas. Durante todo el proceso, aunque al principio estaba todo más reciente. Al tratarse de una novela relacionada con mis vivencias, la dejaba parada un tiempo y la retomaba tiempo después, pero poco a poco esos períodos fueron cada vez más cortos. Durante mucho tiempo, y sobre todo en algunas partes de la historia, han aflorado sentimientos que me conectaban con recuerdos amargos y dolorosos porque aunque sea un cómic y las escenas sean con personajes dibujados, igualmente hago un retrato de esos momentos vividos. Pero por otro lado ha habido una intención creativa de transformar con esta historia el final de una vida, transmitir valores positivos y una reflexión de la vida a través de lo que puede ser una falta de un ser querido.

En aquella entrevista nos dijiste: “Yo tomo el cómic como una herramienta para cambiar las cosas. Para hacer reflexionar y pensar a quién lo lee. Mi temática, aunque utilice a veces los sueños, no es fantástica, es más de tema social”. Don Barroso, aunque sea una historia familiar, también tiene su parte de denuncia social, ¿no?

Sí. Don Barroso es una historia familiar porque parte de lo personal, de experiencias reales, pero también es una “novela gráfica social” por su sentido de compromiso y denuncia social. Habla de la relación que tenemos con los lugares que van desapareciendo porque ya no son valorados, pero son parte de nuestra historia y visibiliza la importancia de las personas mayores  como guardianes de la memoria colectiva y la identidad de los sitios.

La historia tiene un sabor costumbrista durante casi todas sus páginas, pero este desaparece fulminantemente en la parte final. ¿Fue simplemente un recurso creativo o por necesidad personal para «enfrentarte» al desenlace de la enfermedad de tu padre? 

Puede que en un principio utilizase ese costumbrismo de manera inconsciente porque la historia introduce, al que la lee, en la vida cotidiana de Don Barroso: llegas al pueblo donde vive, te mueves por sus calles y entras en su casa donde te hace partícipe de su vida. Pero hacia el final desaparece ese costumbrismo porque el ritmo es más frenético y sucede lo que sucede, simplemente está su lucha contra la enfermedad.

En aquella conversación, indicabas que había partes reales y otras ficcionadas. ¿Lo mantuviste así al hacer la versión ampliada? ¿Por qué te decantaste por ello?

Porque ambas las considero necesarias. La parte real es el contexto y los personajes: sus reacciones están basadas en cómo vivimos la enfermedad de mi padre. Quería que cuando alguien leyese esta historia empatizase con lo que sentimos él y todas las personas que le rodeábamos. La ficción la introduje porque quería cambiar el final de una vida, transformar recuerdos como si se tratase de una catarsis y crear un cuento, o una canción que sonase diferente. De ahí que la historia tome un sentido onírico a veces y te invite a conocer el mundo interior de Don Barroso donde la música parezca que tenga su propia entidad.

¿Por qué crees que a pesar de ser una historia muy personal acaba teniendo una proyección universal?

Porque en lo que respecta al cáncer podríamos reconocernos dentro de los roles que toman los diferentes personajes, pero sobre todo, por el valor de la decisión de ser más coherente, vivir la vida más intensa y luchar por lo que crees ante la adversidad o la cercanía de la muerte.

En el cómic combinas todo tipo de recursos (viñetas, dibujos de una página, dobles páginas, blanco y negro, color, muchos diálogos, silencios) ¿Fue una cuestión estética o narrativa?

Creo que ambas cosas. Es mi primera historia y no sé si he pecado de usar demasiados recursos, pero he tenido en cuenta que la imagen siempre ayudase a contar la narración. El guión ha tenido mucho peso en el desarrollo estético. Algunas cosas, como el uso del color, tienen una carga simbólica, o el silencio que al ser un cómic “musical” tiene mucha presencia.

Don Barroso ganó el premio de la Fundación Divina Pastora, ¿qué importancia ha tenido el galardón para el cómic?

El ganar el premio ha hecho que Don Barroso se materialice, algo que yo veía lejano y complicado porque no lo había hecho antes. Ha supuesto que se hiciese realidad ese sueño. Y por otra parte la Fundación Divina Pastora y la editorial Desfiladero han organizado muchas presentaciones y lo han movido y colocado en muchos puntos de España. Y como guinda lo ha convertido en una obra benéfica porque los beneficios que se tengan de su venta se destinan a la AECC (Asociación Española contra el Cáncer). Este último punto hace que la obra se complete, cobre más sentido.

El cómic se ha presentado en Ubrique, lugar en el que se desarrolla la historia. ¿Qué ha supuesto para ti volver allí con el cómic?

Ubrique es mi pueblo, suelo ir con cierta frecuencia porque tengo allí a mi familia y voy a verlos cuando puedo. En esta ocasión ha sido un “subidón”, una experiencia que no se me olvidará. La semana que presenté Don Barroso allí fue mágica. El Ayuntamiento se volcó y, con motivo de la presentación, durante una semana se llenaron las paredes del pueblo de personajes distribuidos por los lugares donde aparecen en la historia, para que la gente que caminase por el pueblo pudiese encontrárselos y despertar así su curiosidad en conocer la historia. Pero lo más emocionante fue que la Banda Municipal, de la que mi padre fue integrante durante toda su vida y que también es protagonista en la historia, viniese a tocar la música que aparece en el cómic. Fueron unos días con muchas emociones y en los que me sentí arropado por la gente que está encantada con que su pueblo sea el lugar donde se desarrolla una historia que consideran en parte suya.

El libro ha tenido un epílogo que, seguramente a tu padre le gustaría tanto como el propio cómic. Se trata de un concierto en el que el pianista Omar Vilata toca la banda sonora del libro.

Sí, lo que te contaba de la Banda fue un primer epílogo y bueno digamos que si lo vemos así, mi vida en si es un epílogo del cómic. Por casualidades de la vida, sigo estando cerca de la música. Se fue mi padre, pero llegó mi pareja que es músico también y que me ha introducido en la música clásica. Respecto al concierto, pues qué te puedo decir, fue algo muy especial. Omar tocó los pasodobles preferidos de mi padre en el piano, justo hace un poco más de una semana en Sagunto y esperamos poder repetirlo pronto. Ahora estamos planeando llevar este formato de presentación a un teatro de Madrid, seguramente será dentro de un par de meses, aún no hemos cerrado la fecha.