Dos manos en la portada y un culo en la contra. Dentro, como si nos sumergiéramos en el interior de alguien, un universo entero. Demons (editado por Frac de medusas), de Javier Lozano, recoge 37 acuarelas (convertidas en exposición a partir del sábado 10 de febrero en Per(r)ucho) tan distintas como cohesionadas en pos de una narración que derrumba el patrón clásico de presentación nudo y desenlace. ¡Viva la poesía!, parece querer gritar un personaje desnudo con la ventosidad que lanza.

¿Qué escondemos detrás del telón de nuestras vidas? ¿Qué pasaría si nos miráramos al espejo en determinados momentos del día? No, Javier Lozano no se hace un TAC pictórico para airear sus demonios, simplemente nos señala que en el fondo no somos tan diferentes los unos de los otros e invita a que sean las pasiones las que nos guíen.

Pasear entre las páginas de Demons es en ocasiones como hacerlo por una frondosa y turbadora selva, por oscuros pasajes que pueden transmitir inquietud, por extrañas miradas y animales extraños, por situaciones y sensaciones que viran del dolor al placer al tiempo que juguetean con la paleta cromática con el mismo deleite con que se maneja un joystick. Es un libro que asusta y divierte con la misma intensidad que un perfume exquisito, con la misma normalidad con que lo hace la vida. Porque eso es en el fondo Demons, una celebración de la vida. Y por eso reímos con sus acuarelas, pero al rato tragamos saliva.