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Ursula Guttmann (silicona, textil y plata). Fotos: Eva M. Rosúa

La Sala Ferreres del Centro del Carmen no desentonaría en el conjunto arquitectónico neoclásico de la Plaza del Senado de Finlandia, que concentra el simbolismo de los poderes de una ciudad. Este fin de semana, en la sala nívea de columnas sin fin, se reunió un senado popular: el de los estudiantes y artistas de joyería contemporánea (poder creativo); con el poder político, el cual anunció, en un ejercicio de filigrana electoral, también clásico, la institución de una licenciatura pionera en España: el Título Superior de Diseño del Producto en Joyería.

La reacción, golpetazo en la pared de Antonio Sánchez García (profesor de Historia de la EASD), no era para menos, el centro público lleva años reivindicando unos estudios superiores de joyería, como lógica continuación del ciclo formativo que ya imparte y por supuesto, como legado necesario por la labor de la centenaria Escuela de Artes y Oficios de Valencia.

La joyería contemporánea busca su lugar en la ciudad por segunda vez con el Melting Point 2014, y es tozuda a golpe de cincel y esfuerzo. La variedad, calidad e internacionalización del evento, merece una mirada cercana aunque se echa en falta que la iniciativa del Departamento de Joyería de la EASD junto con los Joves Joiers de la ciudad, no dure más de un fin de semana (del 8 al 11 de Mayo) en el que se concentran tal nivel de acontecimientos en diferentes lugares de la ciudad que bien merecerían la señalización de las calles como se hizo sobre los adoquines, en aquel auto sacramental que se llamó La Luz de las Imágenes.

El  Museo Nacional de Cerámica albergó Fruits of Paradise, una retrospectiva a los 30 años de vida del certamen internacional de joyería de otra ciudad joyera, Turnov, en Bohemia, cuyo Museum of The Bohemian Paradise camina junto a la Escuela de Joyería desde 1886. La escuela de prestigio internacional, da cita a estudiantes de todo el mundo y destaca por la utilización de gemas de especial belleza y características.

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De izq. a dcha. : ring-object Memento Mori ( Aaron Decker, USA), anillo de cromodiópsido y madera (Ulo Florack, DE), estudio de brazalete en plata y acero (Ferrán Iglesias, ES).

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De izq. a dcha. y de arriba a abajo: collar de falsas gemas, broche-espejo de plata (Peter Skubic, AT) y broche con citrino y roca (Bernd Munsteiner, DE).

Y también en el Museo, se pudieron admirar las sinuosas formas hechas para acariciarlas (lástima del vidrio separador) de Peter Bauhuis que emplea con docilidad oro, plata, cobre o bronce, para modelarlos de una forma que en apariencia resulta natural.

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Peter Bauhuis, maestro de las formas

Ascendemos las escaleras del museo para descubrir que en Valparaíso, Chile, Natalia Saldías se ha propuesto rescatar los oficios populares a través de la joyería contemporánea, que Azahara Santoro sigue enamorándonos con su particular diccionario de fobias impronunciables (esta vez con la entemovermifilofobia o «el miedo irracional a matar o ver morir, al gusanito del enamoramiento»), o conocer al colectivo Bigòrnia de Barcelona con tantos miembros como talento, y deleitarnos con las propuestas colorista de Quars D´Una a ocho manos (las de Carla García, Clara Niubò, Maria Diez y Sandra Llusà)

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De izq. a dcha. : «Las siete han dado y sereno», broche en plata (Natalia Saldías, Valparaíso) y Entemovermifilofobia realizado con objetos personales, medias y plata (Azahara Santoro).

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De izq. a dcha: Natura Muerta (Mireia Bonastre del Col.lectiu Bigòrnia) y collar a ocho manos en hilo de algodón, fieltro, madera, alpaca, cobre, esmalte y plata (de Quars d´una)

Y al museo suntuario hay que sumar más exposiciones en el propio Centre del Carme (Ursula Guttmann, Blossom Treasures of La Basílica Galería), el Solar Corona con sus joyas de la ídem, la propia EASD, el Centre de Cultura Contemporània Octubre con Joia de Menorca (que se puede visitar hasta el 15 de junio); pero también en talleres como el interesantísimo Fabrika12, o la propuesta del colectivo Joyas Sensacionales en el taller de Pepe March, o incluso en el de el luthier Julien Schneider porque joyas y violines son una excelente combinación. Y cito sólo una parte, de una bienal inmensa, efímeramente bella que, afortunadamente, tiene vocación de permanencia.