Adrian Levi ha dado un importante giro a su música con su tercer disco, Unexpected. Después de dos entregas con adn folk (My Hidden Pockets, 2015  y Under songs, 2016), la electrónica ha llamado a la puerta de sus composiciones. Lo que no ha cambiado es su habilidad para tejer melodías ensoñadoras, vaporosas, espaciales, capaces de transportar al oyente a la ingravidez e invitarle al baile introvertido.

Cuando te entrevistamos por la salida de tu disco anterior, Under songs, comentaste: «Últimamente me está interesando cierta parte de la música con base electrónica». Escuchando Unexpected da la sensación de que ese interés fue creciendo a medida que pasaron los meses.

Así es, la electrónica se fue introduciendo en mi universo musical como oyente, abriendo puertas a grupos como Lamb o Air, y de pronto me di cuenta de que mis canciones bien podrían funcionar con una producción de ese estilo. En ese momento me auto-inoculé el virus de los sintético y lo electrónico, y me descubrí en la necesidad y en la decisión de grabar un disco con ese registro. Y creo que podría decir que en este estilo es donde en estos momentos me siento más cómodo y en el que mejor expongo mi interior sonoro.

¿Qué otras novedades respecto a tus dos discos anteriores hay en este álbum?

Además de este viraje hacia la electrónica, la gran novedad para mí es que todas las canciones han sido compuestas para Unexpected, mientras que en los discos anteriores me dediqué a seleccionar canciones que ya tenía compuestas, incluso de hacía algunos años. En cuanto Carlos Soler me dio el sí a ponerse a los mandos de la producción y la grabación, me puse a componer las canciones del disco, sin recurrir a composiciones anteriores.

Repites con Carlos Soler. ¿Qué le aporta a tus canciones?

Todo. Así de sencillo. Carlos conjuga a la perfección con mis canciones, es capaz de conocer a la perfección la necesidad de cada una de ella, sus fragilidades y sus fortalezas, y sabe llevarlas exactamente a su punto perfecto de desarrollo y maduración. Carlos es productor, es técnico…, pero sobre todo es un músico como pocos he conocido: versátil, sensible y con una infinidad de recursos estilísticos que permite vestir cada canción con su traje idóneo. Y lo más importante: conoce a Adrian Levi, sus paisajes y sus recovecos, y sabe cuidarlo como nadie.

En Unexpected «menos es más», parece que huyes de la ampulosidad pero sin renunciar a que las canciones crezcan lo máximo posible en cuanto a transmitir sensaciones. ¿Fue intencionada esa apuesta por cierta austeridad?

Yo aquí diferenciaría quizá dos conceptos: por un lado, la austeridad compositiva es desde luego un hecho evidente a lo largo del álbum, y refleja perfectamente qué es una canción para mí. No sé componer de forma compleja ni con giros armónicos complicados, me considero muy básico en lo referente a aquello que me emociona de una canción, y eso se refleja en las composiciones. Pero por otro lado esto nos ha llevado a buscar un mayor desarrollo de las texturas que envuelven la sencillez compositiva, empleando para un verdadero despliegue de capas y matices que intentan llevar a cada composición a su máximo potencial emotivo. Y en este último sentido, creo que la producción no es precisamente austera.

En ocasiones por esa facilidad para crear atmosferas, por buscar melodías que atrapen intensamente, da la sensación de que sería más correcto hablar de composiciones que de canciones, como si este último término no se adecuara del todo a tu trabajo y como si realmente buscaras que los temas entre sí guardaran cierta relación, cierto sentido, sin llegar a hablar de disco conceptual ni nada parecido. ¿Hay algo de ello?

Lo hay, pero sin ser algo premeditado ni buscado. Si hay una “etiqueta” que se ha convertido en clásica en diversas reseñas en los tres discos es “atmosférico”. Disfruto creando paisajes, nieblas y claroscuros con las melodías y los arreglos. Javi Gafotas me definió una vez como un “compositor de melodías”, y yo añadiría “que trata por todos los medios de crear atmósferas a su alrededor para que lo emocional y lo épico se conjuguen en pretérito perfecto”. Al final, mis canciones crecen en esa dirección, y de ahí que se intuya un hilo que las une y las conduce en un mismo sentido: el clima y la atmósfera que traten de hacer sentir al oyente.

En aquella anterior entrevista a la que hacíamos referencia al principio, te decíamos que había momentos puntuales en los que se podía hablar de música de baile. Dijiste entonces que no te interesaba como tal, pero en Unexpected parece que ese aspecto esté más presente.

Evidentemente, los ritmos electrónicos dan pie a una mayor identificación con música más bailable que la música folk, por ejemplo. En ese sentido, asumo, sin resignación, que este disco tiene cortes más tendentes a ser bailables por la incorporación de estos elementos sintéticos. Pero en cuanto a la intencionalidad, sigo totalmente ajeno a componer conscientemente música de baile o con mayor posibilidad de ser bailable. De hecho, secreto confesional, no me gusta bailar; como mucho marco el tempo con el pie sin que se me note mucho, y a menudo me encuentro auto-censurándome el gesto (risas).

El disco tiene una dedicatoria muy bonita para el artista valenciano Vicente Talens, fallecido hace poco más de un año.

Vicente Talens fue, además de un gran artista y un mejor amigo, una persona que siempre, desde el primer momento, cuidó, respetó y adoró mi música, en público y en privado. No perdía ocasión de enseñarle mis discos a conocidos y desconocidos, con un desparpajo, un arrojo y un cariño inigualables. Él amaba Dead Kisses, incluso fantaseaba con que algún día alguien haría un remix dance de ese tema, que daría la vuelta al mundo y me lanzaría al estrellato. Cuando Under Songs vio la luz (la producción de este disco fue absolutamente orgánica), Vicente me dijo un día: “Levi, este disco está muy bien, pero lo tuyo será la electrónica, tu música tiene baile dentro, pero tú no lo sabes”. Yo me reí, lo vi una de esas maravillosas y excéntricas locuras de Vicente. Cuando empezó la producción de Unexpected pensé: “Qué cabrón, él lo sabía antes de que yo tan siquiera lo intuyese”. Y creo que este disco lo estará bailando como un poseso, allá donde nos sigue observando mientras crea y sigue siendo la persona más vitalista que jamás he conocido. Para mí es un honor haberle podido dedicar este disco.

Siempre ha habido un compromiso social en todo lo que envuelve a Adrian Levi (donación de recaudación de conciertos para ong’s, letras, actitud,…).

Sí, sigue estando presente como uno de los pilares imprescindibles del proyecto Adrian Levi. Cuando inicié esta andadura, con la grabación de My Hidden Pockets, redacté una especie de discurso conmigo mismo, donde exponía la esencia de este proyecto. Uno de esos pilares era que mi música sirviese para intentar mejorar, con mi máximo respeto y humildad, la situación de algún colectivo desfavorecido. Busqué al principio sin éxito, entidades que quisieran aceptar mi colaboración con sus causas, hasta que conocí a Origines y a Mousa Sarr, su fundador y su alma. Su proyecto de implementación de mejoras en la vida de niños, jóvenes y mujeres en la isla de Fadiouth en Senegal, me cautivó desde el primer momento, pero sobre todo conocer a Moussa me cambió los parámetros con los que yo había tratado de entender la inmigración y muchos procesos derivados de ella. Por ello, sigo pensando que mi forma más honesta de contribuir es a través de la vía de comunicación más emocional que tengo, mi música.

¿Las canciones de los dos discos anteriores van a tener algún tipo de adaptación electrónica cuando las toques en directo?

En un principio, no. Las canciones que podamos tocar de anteriores discos creo que deben mantener su esencia folk, porque así se concibieron y desarrollaron. Me rondó la idea de transformarlas para el nuevo formato, pero pensamos que podría ser una buena forma de echar la vista atrás, momentáneamente, y recorrer un poco de pasado con el público, sin alterar la personalidad de las canciones pasadas.