Doctor Divago. Foto: Blue Light Estudio.

Doctor Divago son como ese corredor de fondo incansable que siempre hace buenas marcas. Después de los fastos de su veinticinco aniversario siguen haciendo lo que mejor saben hacer, canciones. Once incluye su décimosegundo disco, Complejo Alquería Frailes 13 (Bonavena Música), un homenaje al local de ensayo en el que llevan desde 1989. Hablamos de los nuevos temas y le tomamos el pulso al grupo con Manolo Bertrán, compositor, voz y guitarras de la banda.

El disco se abre con Aún queda vino, ¿una declaración de principios después de las celebraciones por vuestro 25 aniversario?

Sí. En principio solo era una frase que me apetecía cantar. Inmediatamente la asocié con el momento actual del grupo; luego el arreglo quedó bastante potente y nos pareció ideal para abrir el álbum. En plan, prepárate para lo que viene.

El título hace referencia a la dirección de vuestro local de ensayo, en El gemelo malvado se hace referencia a una canción Al revés (publicada en el disco El cuarto trastero),  en El viaje largo aparecen mencionados Raúl Tamarit (50% de Bonavena, músico y amigo de la banda) y Toni Gominola (también muy cercano al grupo). ¿Coincidencias casuales o a la hora de crear te interesa ese micromundo que se ha podido ir gestando en torno a Doctor Divago?

Desde hace muchos discos hago bastantes referencias a gente y cosas de mi entorno y Doctor Divago ocupa un papel fundamental en mi vida, fíjate que soy Manolo Divago para mucha gente. A lo largo de los años se ha ido construyendo ese microcosmos en torno al grupo y me interesa desde el punto de vista de utilizar referencias reales para conseguir acercarme mejor a mí mismo y que el discurso, al menos, sea sincero. Quiero decir que la implicación emocional con la que uno escribe sobre esas referencias es distinta a la de las referencias culturales que pueda utilizar (que también las uso, porque las necesito para explicarme).

También siguen apareciendo referencias a Valencia (El viaje largo, Sonámbulo, el título del disco), ¿te seduce trazar algún relato de la ciudad con tus canciones?

Es un poco lo mismo de antes. Bien, está muy bien hablar de un combate de boxeo en el  Madison Square Garden de New York en los primeros 60, como hago en El tercer hombre en el ring, o de las moscas de Cadaqués que tanto sedujeron a Dalí y a Duchamp, pero mi vida transcurre en Valencia y me siento vital y emocionalmente ligado a ella. Por eso, me sale referirme a la ciudad, utilizar lo que conozco y lo que vivo, aparte de mi mundo interior, mis fantasías y todo tipo de referentes que me ayuden a construir mi propio discurso. Por eso en mis canciones se asoman calles, bares, paradas de metro de la ciudad, etc. Al respecto, recuerdo que Carlos Pérez de Ziriza vino a decir que «las canciones de Doctor Divago trazaban una especie de cartografía emocional de la ciudad». No de forma muy ordenada, me parece a mí, pero algo de eso hay.

Aunque siempre ha habido cierta negritud en vuestras canciones, aquí parece que esa querencia por esos sonidos esté más presente.

Recogemos la herencia del blues, sí, aunque nunca lo hayamos trabajado en sus formas más ortodoxas porque no es nuestro campo. Supongo que en este disco la presencia del hammond y determinado tipo de arreglos en varias canciones ha hecho que algunos hayan percibido un toque mas soul. Pero en realidad no ha habido una voluntad de que esto tuviera más presencia, ha salido así, de forma natural.

De todo el disco, y más allá de la presencia del cello, la trompa o el órgano (que no es la primera vez que los incluis), llama la atención la canción Engáñame por lo que se sale de los parámetros sonoros de Doctor Divago, con unos magníficos coros, que parecen más presentes que nunca en el álbum ¿Cómo compositor del tema tienes también esa sensación?

Absolutamente. Para mí, Engáñame y El viaje largo son dos registros poco o nada explorados por Doctor Divago en toda su trayectoria y ha sido especialmente grato trabajar en ellos para este disco. Respecto a los coros los trabajamos bastante más a conciencia que en otras ocasiones.

Es un disco en el que en las letras hay mucha presencia o añoranza hacia gente ausente (u otros «yo» ausentes) , tiempos pasados, el ayer,… ¿Qué lectura hay que hacer de ello?

Que somos muchas personas a la vez. O que estoy rematadamente aburrido de mí mismo, (risas)… Sobre la añoranza del pasado no he sido tan consciente.

Cantas «la vida fue más estribillo que estrofa por una vez» en El viaje largo. ¿Podríamos decir que tus canciones son más estrofa que estribillo?

Nunca hemos buscado el estribillo facilón, incluso a veces hemos ahorrado repeticiones que nos parecían un poco gratuitas, cuando la canción ya realmente lo ha dicho todo. No obstante, sí que nos ha preocupado construir estribillos de calidad y que tuvieran fuerza y gancho, claro.

¿Que aportaron la producción de Dani Cardona y las mezclas de Sergio Devece al resultado final del disco?

Dani ha vuelto a dirigir la grabación por encargo del grupo y gracias a él se ha enriquecido todo el trabajo concienzudo que ya habíamos hecho durante meses en el local de ensayo. Suyas fueron las ideas de meter los instrumentos adicionales, por ejemplo. Si en otros discos habíamos trabajado con una idea de «vamos a hacer exactamente lo que luego llevaremos al directo» en este disco nos hemos dado un poco más de libertad. Por otra parte, aparte de Dani, trabajaron como técnicos de sonido Alberto Díaz en Elefante, en la fase de grabación, y Sergio Devece en la de mezclas en su estudio Stardust, y ellos también aportaron cosas, lo que le ha dado al trabajo técnico de este disco un punto más coral, a pesar de que todas las decisiones han pasado siempre por Dani.

¿Había alguna sensación de vértigo a la hora de afrontar el disco posterior al que celebraba los 25 años?

Seguro que sí. Una vez finalizada la gira del 25 aniversario los miembros del grupo estuvimos hablando acerca de cuál era el camino a seguir, si es que todavía quedaba camino después de tantos años, también eso nos lo planteamos. Y la conclusión fue trabajar en un disco nuevo, pero que no podía ser un disco más, tenía que ser un disco especial en el que pusiéramos toda la carne en el asador.

Cuando un grupo tiene un repertorio tan extenso y empastado como el vuestro, ¿cómo se realiza la incorporación de once nuevas canciones? ¿Seguís algún protocolo o simplemente las vais dispersando por el set list del concierto sin más?

Cada vez se vuelve a realizar el set list desde el principio, y las nuevas canciones se convierten en el eje vertebral del concierto. De esa forma desplazan a otras que no se consideran tan necesarias o que no apetece tocar por lo que sea y conviven con algunos de los clásicos del grupo; y también se suelen repescar antiguas que hace tiempo que no tocamos. Así tratamos de hacer justicia a joyas escondidas y satisfacer caprichos de los componentes del grupo.

¿Crees que tu experiencia en Lanuca se ve reflejada de alguna manera en este disco?

No lo sé, necesariamente algo debe influir. Un guiño al menos se me escapó, ¡encuéntralo!

Antes de la publicación del disco, se documentó en pequeños vídeos el proceso de elaboración del mismo. Una vez publicado ya han salido dos vídeos sobre canciones del álbum. El componente audiovisual cada vez tiene más presencia en Doctor Divago. ¿Qué crees que os aporta?

En este disco ha venido así, sobre todo gracias a nuestra relación con Rubén Soler Ferrer, que ya trabajó con nosotros en el documental del 25 aniversario y con el que hemos trabajado desde entonces en un par de videoclips que nos han dejado muy satisfechos. Es muy importante, porque hoy en día el lanzamiento de un vídeo es una de las pocas formas de llamar la atención sobre nuestro trabajo que tenemos los grupos, es algo así como el lanzamiento de los antiguos singles.