Alberto Montero. Foto: Patricia Gázquez.

«¿Qué es lo que me llama? Me sumerjo en el mar», canta Alberto Montero en la canción La Llamada, que abre su último disco, La Catedral Sumergida (BCore, 2018). Dos versos que ilustran, perfectamente, la inmersión que ha hecho a pleno pulmón el músico valenciano en el citado álbum. Dejándonse guiar por sus necesidades creativas, se ha acercado a la música clásica, aparcando sus melodías folk y su querencia psicodélica, aunque sin olvidarlas del todo.

¿A la hora de componer los temas de La Catedral Sumergida te interesaba menos el concepto tradicional de canción ?

Las canciones que componen el disco las sigo viendo muy canciones. Quizás no son tan pop, pero las estructuras sí que son las de una canción habitual. Lo que sí es verdad es que no hay estribillos claros, que son un poco más extrañas, que alguna como Transfiguración tienen como siete u ocho partes diferentes. Pero las sigo viendo como canciones.

¿Hubo algún tipo de diferencia, en ese proceso de elaboración, entre estas canciones y las de los discos anteriores?

Sí, ya solo el hecho de que todas las compuse con el piano cambió bastante la manera de escribirlas. Esta vez me he basado más en mis inspiraciones al piano y eso le da otro tono y como otra intención.

Es un disco que te acerca a la música clásica, a la de cámara, ¿fue algo intencionado?

Mi intención era hacer algo como de música antigua, sobre todo inspirado en bandas sonoras de, por ejemplo, Nino Rota. Hay una melodía de Satiricón, la película de Fellini, que me obsesionó un poco en el disco Arco Mediterráneo, de hecho en Arco Mediterráneo III (canción del álbum citado) la repetía. Y como digo, mi intención era hacer música antigua aunque al final se me ha ido más hacia la clásica de Debussy, más impresionista.

Se trata de un álbum muy espiritual, con muchos matices, ¿te preocupa que se pueda perder todo eso si el lugar donde tocas no reúne unas condiciones acústicas mínimas?

Se necesita un espacio muy íntimo, tipo auditorio o teatro, porque es muy difícil reproducir un disco de estas características en una sala al uso. Necesito un piano acústico, hay un cuarteto de cuerdas,… necesita un entorno más típico de concierto de clásica que de grupo pop-rock. Nos está costando mucho presentarlo por ello. Hasta ahora lo hemos hecho en sitios muy especiales, al lado del Teatro Romano en Sagunto, el Claustro de la Iglesia de Rocafort, ahora en Oporto en un festival lo presentamos en una capilla. Está siendo en pocos sitios, pero muy chulos.

También estamos intentando hacer versiones de las canciones más cercanas a una banda de directo para intentar encontrar más conciertos porque nos está costando, como digo, mucho presentarlo y seguramente saldrá más algo de guitarra, bajo y batería y algún sintetizador quizás.

La Catedral Sumergida es un disco que necesita de varias escuchas para poder introducirte plenamente en su universo. ¿Eres consciente de que le pides un esfuerzo extra al oyente en estos tiempos en los que prima lo instantáneo?

Sí, yo ya iba con la idea preconcebida de que, tal vez, a los que les gustaran mis discos anteriores este les iba a costar un poquito. Sobre todo teniendo en cuenta que mucha gente se acercó a mi música a raíz de Madera muerta, que es como la canción más pop que tengo. Pero, la verdad es que a estas alturas, me preocupa relativamente. A todo el mundo le gusta que su música tenga mucha aceptación y que vaya mucha gente a los conciertos, pero yo hago la música que me apetece hacer. Tengo la suerte de que mi sello, BCore, me ha apoyado y he podido desarrollar un disco como La Catedral Sumergida. Eso es un lujo.

¿Cómo reaccionaron en BCore cuándo escucharon las canciones?

Teniendo en cuenta que ellos viene del mundo del hardcore, esto les pilla un poco lejos. No lo acababan de entender mucho (risas). Yo le dije a Jordi (Llansamà, fundador y responsable de BCore) que si no estaba seguro de sacar el disco que no pasaba nada, pero me dijo que se fiaba de mí. Es muy bonito que te digan eso desde tu sello, que aunque no lo tengan muy claro, tienen plena confianza en tu criterio. Estoy muy contento en ese sentido.

Hay dos canciones de La Catedral Sumergida (Devoción y la que da nombre al disco) que se alejan, estilísticamente, del resto del álbum, como si quisieras que el disco respirase.

Sí, yo suelo echar mano mucho de interludios musicales y como con referencias a otras canciones. Devoción y La Catedral Sumergida vienen un poco casi de lo mismo, son muy parecidas. La Catedral Sumergida, la canción, es como una de las melodías de Poseidón, que es el tema central del disco, a la que le di una vuelta de tuerca.

A pesar de que el disco tiene unas melodías muy de clásica, yo le veo puntos muy progresivos, de los setenta, de vez en cuando. Por ejemplo, la primera canción, La Llamada, o la que cierra, podrían ser un King Crimson o algo así. Te veo Alberto me suena muy Pink Floyd. No deja de verse que la música de los setenta es la que más me ha influenciado. En ese sentido, creo que es un disco accesible al público en general, no es un disco de clásica al uso, es una clásica bastante pop. Lo que pasa es que últimamente estamos demasiado rígidos y cuando algo se sale de lo habitual cuesta acceder a ello.

Puede que por eso que comentas, La Catedral Sumergida acabe resultando más cercano al disco Twilight Sleep (por canciones como Rain o You Know Why) de tu grupo anterior, Shake, que a los álbumes que has firmado como Alberto Montero.

Recordar a uno mismo es bastante fácil que ocurra. Pero es probable lo que dices, porque La Catedral Sumergida es, en algunos puntos, lo más progresivo que he hecho últimamente y Shake tenían un punto más progresivo de lo que he hecho después en solitario.

Este pasado mes de abril además de La Catedral Sumergida, se publicó un disco que grabastéis Tórtel y tú a medias, Alucinados.

La Catedral Sumergida lo grabé antes, en agosto del 2017 creo, y a los dos meses entramos Tórtel y yo a grabar. El disco con Tórtel fue un poco experimental por nuestra parte, a ver qué salía de la composición conjunta. Al final salieron canciones que estaban bastante alejadas de lo que estábamos haciendo cada uno en solitario. Fue muy bonito desarrollar otra historia, sacar otra vena creativa.

Curiosamente, vuestros dos últimos discos en solitario (Las tres tormentas en el caso de Tórtel) son los más experimentales de vuestras carreras.

Sí, tal vez sean nuestros dos discos más experimentales. Jorge (Tórtel) lo ha hecho, por decirlo de alguna manera, más moderno, con sintetizadores, más orientado hacia la música más actual, y yo como mirando más hacia atrás, hacia la música clásica.

Hace dos años protagonizaste nuestra sección 3 en 1 y en los tres apartados (canción, disco y conciertos favoritos) elegiste a Love. Teniendo en cuenta que poco después empezarías a componer las canciones de La Catedral Sumergida, ¿se puede encontrar algún rastro del grupo de Arthur Lee en este álbum?

Love, tanto cuando estaba en Shake como en mi trayectoria en solitario, es el grupo que más me ha influenciado. Uno de mis discos favoritos es Forever Changes. Siempre me han atraído mucho las orquestaciones, que ellos las hicieron a partir precisamente de este disco, y que también están presentes en álbumes como, por ejemplo, el Melody Nelson, de Gainsbourg. Siempre he querido alcanzar ese ideal de disco. Está claro que La Catedral Sumergida se aleja de ese sonido, pero esas orquestaciones de violines que decía, han influido en que hiciera un disco así.

¿Sabes cómo será tu próximo disco?

Para el nuevo disco voy a retomar lo que tenía en mente antes de La Catedral Sumergida, que era sacar una vena más pop, vamos, totalmente lo contrario. Quiero hacer canciones mucho más inmediatas, con estribillos, todo más accesible. Dar rienda suelta a un lado más pop que, tal vez, lo he tenido más apartado por temas de prejuicios personales. Y es lo que estoy haciendo ahora. Y, además, con muchas más ganas después de todo lo que me ha costado La Catedral Sumergida (risas).