Portadas John Lennon

Montaje: Eva M. Rosúa.

El 8 de diciembre de 1980, cinco disparos acabaron con la vida de John Lennon. Hoy en día, todo el mundo conoce las piezas del fatídico puzzle: Mark David Chapman, el edificio Dakota, Yoko Ono, el álbum «Double fantasy», el fotógrafo Paul Goresh y, por supuesto, el libro «El guardián entre el centeno», de J.D.Salinger. Pero, ¿y en València? ¿Cómo se vivió? Nada mejor que recurrir a la hemeroteca para descubrir el tratamiento que le dieron los diarios que aquí se publicaban. Lejos del impacto mundial (The New York Post y The New York Daily News, por ejemplo, sacaron ediciones especiales), la noticia apareció en portada en las dos cabeceras (Las Provincias y Levante) e incluso hubo cierto esfuerzo (mínimo, eso sí) en ofrecer unos contenidos especiales más allá de las informaciones que llegaba de agencias (que también). Otra cosa es que se consiguiera.

Una foto de archivo de Lennon y Yoko Ono servía a Las Provincias para ilustrar en su primera plana la muerte del músico inglés. El Levante optaba por un max mix imposible de un titular de dos niveles y cuatro subtítulos y tres imágenes, todas ellas de archivo. Un berenjenal informativo que ni siquiera tenía el punch periodístico que al menos buscó El Periódico de Cataluña con «La muerte de Lennon reune por última vez a los Beatles» y «La conmoción no es sólo pop».

En páginas interiores, el autodefinido como Diario Decano de la región valenciana, incluía una crónica desde Nueva York firmada por José Sobrino. Centrada, principalmente, en recrear los hechos ocurridos pecaba de cierto formalismo, muy deudor del periodismo estadounidense, que acababa convirtiéndola en un ejercicio de impostura previsible. Lo más llamativo es que Sobrino debió de quedarse corto con su artículo y hubo que recurrir a una publicidad comodín para ajustar el espacio. Tal vez escoger un anuncio de El Teléfono de la Esperanza («Escucha tus problemas») no fuera lo más adecuado. Un obituario de Caridad Plaza, tan correcto como frío, completaba la información pura y dura. Una columna de opinión, que se debería leer hoy con la distancia que otorga el tiempo, de Ricardo Bellveser fue lo mejor del lote. Bien escrita y sobre todo sabiendo de lo que hablaba, mencionaba (de nuevo con conocimiento) a The Rolling Stones e incidía en la importancia de ambos grupos en los cambios sociales producidos.

El diario Levante trasladaba el desbarajuste informativo de su portada (en la que en la sección «Panorama», una suerte de editorial informal firmada por Giner, también se mencionaba el asesinato) a su interior. De todos los destacados, llamaba la atención «Cosido a balazos», seguramente obra de algún admirador frustrado de Truman Capote. Informativamente hablando, la cobertura fue bastante pobre. Dos páginas de agencias donde lo más destacable (y compartido por el resto de medios) fueron las reacciones, tanto a nivel internacional (Ringo Starr, John Peel, Ronald Reagan,…), como nacional (Carlos Tena, Tony Pekenikes, Eduardo Haro Ibars, Amando de Miguel,…). Llama la atención, en ambos periódicos, los continuos errores a la hora de mencionar nombres propios o títulos de discos. Cierto que eran otros tiempos y san google y otras herramientas no estaban disponibles para los profesionales, pero también jugaba en su contra el desinterés y desidia hacia estos temas. Sólo así se puede entender que se rebautizara (en un titular y en la noticia) como «Touble fantasy» el disco póstumo de Lennon. De la crónica del día después de Efe, especial para el Levante, de Manuel Morales mejor solo apuntar su primer párrafo: «El Pato Donald tiene lágrimas, lo mismo le ocurre a Blancanieves y a todos los personajes de Disneylandia que están tristes por la muerte de John Lennon». Ojo, que la excusa para ese inicio era que «hacía poco» (¡más de dos años!), los Bee Gees habían estado rodando allí la película «Sgt Pepper’s Lonely Heart Club Band» («Sargento Pepper», Michael Schultz, 1978), en la que versioneaban canciones de The Beatles, pero en la que ellos no aparecían.

Curiosamente, lo mejor que publicó un diario valenciano sobre el asesinato de John Lennon no se pudo leer. Dirigido por J.J.Pérez Benlloch, el Diario de Valencia calentaba motores con varios números cero, a la espera de salir a los quioscos el 17 de diciembre. Uno de ellos, el 0006, llevaba en portada la dramática noticia. Dentro, una entradilla que resumía lo sucedido con el pulso periodístico que no habían conseguido las mencionadas anteriormente. Además, sendos artículos, que tomaban sus títulos de canciones de The Beatles, ahondaban en la biografía de Lennon y en la proyección de su figura más allá de la cuestión musical. El primero («Hombre de ningún sitio» – «Nowhere man»), de Ana Barceló (responsable del servicio de Documentación y de la información de Tribunales del diario) trazaba un perfil sencillo, pero completo del músico británico. El segundo («Campos de fresa para siempre» – «Strawsberry Fields Forever»), de Tina Blanco, huía de los lugares comúnes a través de una inmersión en el universo del autor de «Imagine».

La irrupción de Diario de Valencia en el panorama informativo valenciano supuso un huracán de aire fresco. Tanto su diseño más moderno, como el tratamiento de la información, la selección de temas y su apuesta por nuevas voces, fue para Las Provincias y Levante uno de esos golpes en la espalda que en lugar de mitigar una tos, la aumentan. Y no sólo eso, sino que acabó influyendo en la evolución de ambas cabeceras. Sin ir más lejos, el Levante, hasta entonces, un diario de lectura incómoda que parecía una recolección de teletipos, empezó a apostar por la opinión (editorial incluida), casualmente, tres días antes de la llegada del nuevo rotativo a la calle. Otro de los logros de Diario de Valencia (que dejó de publicarse en abril de 1982, aunque en octubre de ese mismo año Noticias al Día le tomó el relevo) fue salir a la calle, buscar esa otra realidad a la que no se llega desde la mesa de una redacción, situar a la ciudad como eje de la información y no solo como el punto de partida.

Eso también está presente en ese número cero en el que se habla de John Lennon. Lejos de buscar las reacciones (tanto del resto de España como de fuera de nuestras fronteras) que les llegaban vía agencias (gloriosa aquella de Ramoncín en el diario Pueblo: «Que pasote, que demasía, yo, muy mal»), decidieron generar ellos mismos el contenido y preguntaron a músicos valencianos. Julio Bustamante contaba que se había enterado mientras ensayaba por la mañana, «ha sido un palo muy grande para nosotros (…) mi hermano que tiene 16 años, estaba hecho polvo. A nivel sentimental, ha sido un disgusto terrible«. Luis (Susu Pisú), de Doble Zero, lo supo por la radio, y aunque reconocía que «lo conocí hace tres o cuatro años, nada más pero, igual que los demás Beatles, me parece la base. Sí, han sido la base de todo el movimiento. Molaba mucho». Remigi Palmero declaraba que «Lennon ha sido uno de los ídolos rockeros que más ha impresionado. Sobre todo ha influido en los artistas, no sólo por su música, sino también por sus películas, por sus happenings, etc.». Pepet i Mari Carmen, también conocido como el Coca-Cola del País Valenciano y único miembro del dúo, aventuraba que era el fin de algo, «Lo conocí cuando todavía estaba mamando, porque soy la última generación de la última generación. A los que empiezan ahora no creo que les afecte, son cosas que ya no se llevan. Ha sido como perder el cordón umbilical. Al igual que la muerte de Sartre, se muere la década de los setenta, ahora tiene que nacer algo».

Con el periódico ya en los quioscos, publicaron una serie de cinco entregas, «John Lennon: Un mito ahogado en sangre», en la que repasaron obra y milagros del músico; recuperaron el artículo de Barceló; e incluyeron uno estupendo de Gonzalo Moure, en el que reflexionaba sobre la imposibilidad de que se pudieran volver a reunir The Beatles y se felicitaba por ello. «John deja la década libre para la nueva revolución. Lo siento, chico, pero los 80 hubieran sido idénticos a los 70 (o sea, nada) si todavía tuvieras la excusa de que ellos aún podían reunirse».

Han pasado cuarenta años y, afortunadamente, si Lennon hubiera muerto hoy, el enfoque de los diarios no sería el mismo que entonces. Eso que ha ganado el periodismo cultural de la ciudad y sus lectores.