Foto: Tanit Plana.

Foto: Tanit Plana.

Issac Ulam compone canciones de la misma manera que parece vivir: a su propio ritmo. Dos trabajos en solitario llenos de folk asilvestrado y muy cercanos a la tierra, además de otro grabado a medias con Jose Domingo en el que recuperan sonoridades tradicionales, forman hasta ahora su discografía.

¿Recuerdas cómo empezaste a interesarte por la música?

Yo merodeaba por una zona portuaria, era skater, tenia 12 años un amigo me dejaba una buhardilla para poder tocar la guitarra eléctrica porque yo no tenía. La madre de mi amigo estaba buenísima, era como Monica Bellucci, cálida y aterciopelada, fumadora. Una auténtica diosa. Me habían pasado una buena hierba, La joya persa, la misma yerba que fumaba Cristo, la misma semilla. Ella venía cuando estaba la casa sola a escucharme tocar y fumábamos hierba juntos. A ella la hierba le ponía caliente, y yo inventaba melodías para seducirla, logre que me enseñara las tetas y me regaló unas braguitas que todavía guardo.

En el bandcamp de Bankrobber aparecen hasta 9 etiquetas sobre ti, en algunas entrevistas se hace referencia a que pareces salido de otra época, en otras a lo distinto de tu propuesta,… ¿Cómo encajas todo eso? ¿Para ti es tan «difícil» definir tu música?

Soy un compositor y cantante, un obrero de la canción, un peón al servicio de una inspiración que se manifiesta en melodía y proviene de un inconsciente que está más allá del poder y control del hombre y de la naturaleza. Ahí es donde voy a buscar mis canciones.

Tu primer disco, «En els prats més llunyans», destaca por estar muy enraizado a la tierra, no sólo por la música, sino por unas letras en las que abundan la referencia a una vida muy cercana a la naturaleza, muy poca urbana. En definitiva, en eso consiste la música folk, ¿no? ¿Crees que se ha desvirtuado y a cualquier cosa se le llama así?

Solo es música. La música folk normalmente se caracteriza por la alta presencia de la voz en la mezcla ya que el autor o autora estaría manifestando un mensaje, una emoción, mejor dicho. Pero, yo no soy un cantante folk, sino que yo en ocasiones canto folk. No se ha desvirtuado, son modas, tendencias, revistas, propaganda, estética. Todo es passajero. Cae la lluvia y nutre la tierra seca.

En ese álbum incluyes la canción «Jeremiah Johnson» (única en la que la letra no es exclusivamente tuya). ¿Ves algún paralelismo entre él y tú?

No, en la película de Jeremiah Johnson yo sería el indio Crow, el del caballo moteado. Pero yo hubiera matado a Jeremiah Johnson, no hubiera tenido piedad, es un germen. El germen de un país que ha nacido de un genocidio como es Estados Unidos. Lamento profundamente la injusticia y la aberración que sufrió el verdadero nativo americano que es el indio. Maldigo la devastación que los colonos ejercieron destruyendo un legado espiritual animista de un valor incalculabre dejándolo morir en guetos envenenados por el alcohol.

Tu segundo trabajo, «Murtra», ahonda en esa senda abierta en tu ópera prima. ¿Personalmente ves algún tipo de evolución entre ambos?

Son solo esbozos, trabajos de aprendiz, y yo soy la evolucion entre ambos.

En una entrevista reciente a Renaldo & Clara, ellos reconocían que sí, que el entorno (son de Lleida) les influía a la hora de componer, que el hecho de vivir donde vivían se veía reflejado en sus canciones. ¿Compartes esa opinión? ¿Crees que si vivieras en una gran capital tus canciones serían diferentes?

Yo siempre he escrito en bares con la música y la gente hablando, en lavabos, en trenes, hospitales, tiendas, autobuses… Resumiendo. Yo siempre escribo y compongo en el presente, donde estoy.

En «Murtra» parece que estés más cómodo y seguro cantando. ¿Lo viviste así?

No no viví nada de eso, campé a mis anchas, solo tenía una cosa en mente y la conseguí materializar. También renuncie a muchas cosas por integridad, aprendí a quererme, me hice amigo de la bestia, me encerré con ella en el matadero. Luchamos y luchamos hasta quedar exhaustos. Nos hicimos amigos. Todo tiene su tiempo, mi voz cambia, se desgarra, se vuelve dulce y cálida, pero quiero destripar, desangrarme y dar la vida. En eso estoy ahora, hace demasiado de esos discos.

«Murtra», aún manteniendo esa proximidad a la tierra, resulta mucho más expansivo en todos los sentidos: músicas, arreglos, letras (pasas de hacer referencia al Empordà a hacerlo a Hawai),…, como más hippy en el buen sentido de la palabra. Incluso la frase recogida en los créditos («Deseo que todo el mundo sufra lo menos posible») incide en eso que apuntamos.

Sinceramente esa frase la pondría en todos mis discos, es más haría un pancarta gigante, una bandera no porque no me gustan las banderas ya que conllevan con ellas demasiados castigos, muertes, divisiones e injusticia, y eso evidentemente me causa nausea. «Murtra» es solo el manifiesto de una voluntad.

Hace dos años, con Jose Domingo grabas el sorprendente «Temple d’aigua i llum». Cuando le entrevistanos a él, nos dijo «Empecé a tocar en directo con él y vivimos una época muy intensa de desenfreno. A altas horas, solíamos tocar en su casa y muchas veces él tocaba habaneras y rancheras y eso a mi me fascinaba. Fue a partir de entonces cuando empezamos a darle vueltas al tema de hacer algo juntos. Creo que en este proyecto damos nuestra visión particular de cierta música mediterránea tradicional que se suele encasillar en un entorno tradicionalista un poco serio y nosotros le damos un giro alegre y desenfadado», ¿cómo lo definirías tú?

Como un simple ejercicio de ocio con mi hermano Jose.

¿Por qué crees que los músicos (aunque poco a poco surgen proyectos que sí lo hacen) suelen ser tan reacios (me refiero a lo que conocemos como escena indie, rock,…) a bucear en el folklore propio de su tierra? ¿En qué sentido te ha marcado este disco? ¿Se verá reflejado en tu nuevo disco?

Lo que hagan o deshagan los otros me importa bien poco. Yo sé donde buceo yo, no tengo ni quiero a nadie cerca y delegarle que guarde mi ropa, la ropa la guardo yo. Mi nuevo disco no tiene absolutamente nada que ver con mis otros discos. Se titulará «Ratpenat» y saldrá este febrero bajo el sello Bankrobber. Es largo y denso, como una desintoxicación, como un bostezo, una pantera, la íltima bala en el rifle, la salvación, el purgatorio y el éxtasis.