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Foto: Eva M.Rosúa

Fuimos invitados por Beefeater a una master class sobre la ginebra. A modo de college inglés los aplicados alumnos en un ambiente 100% british atendimos gin-tonic en ristre (que siempre es una ayuda para interiorizar conceptos) porque este cóctel es seguramente, el responsable que España sea el segundo consumidor de ginebra del mundo.

Resumiendo para la próxima vez que tengas uno entre las manos, hay 10 cosas que deberías saber antes de dar el primer sorbo, seguro que te sabrá mejor:

1- En contra de lo que pudiéramos pensar la ginebra no es de origen inglés, es más holandesa que los tulipanes. Fue precisamente el Rey de Inglaterra, Guillermo III (de origen holandés), el que prohibió su importación para fomentar la producción autóctona.

2- Si piensas que es la bebida de moda (dato avalado por nuestras salidas nocturnas) nada comparable al consumo masivo que a finales del siglo XVII  (3 litros por persona en una semana) condujo a las familias a fabricar sus propios destilados en condiciones insalubres. Hasta las bañeras se utilizaban como alambiques para destilar sustancias tan nocivas como el cianuro o el aguarrás. El garrafón se queda en mera anécdota.

3- Quédate con una palabra: enebro. La ginebra es el fruto de la destilación del alcohol junto a las bayas de este árbol que la aromatizan y al que deben el nombre. Enebro en holandés «genever».

4- Muy importantes en su elaboración son los elementos botánicos que proporcionan los matices de olor y sabor tan apreciados en las catas. Y que nosotros expresamos en históricas frases del tipo: «me sabe a naranja sanguina con toques de chufa de Alboraya». Naranja, limón, iris, regaliz, cilantro, almendra, angélica o el propio enebro son algunos de los más empleados.

5- Las dry gin son las ginebras que, con la destilación junto a los botánicos, dan lugar al producto final. No todas las ginebras se elaboran con este procedimiento.

6- Esta seguro que la sabes: vaso amplio, de boca ancha. Nada de tubos que son una montaña rusa de sabores al principio, a mitad y al final. Y hielo, mucho hielo.

7- 1001…1002…1003…1004…1005.  No son los segundos que durarás de pie. Es la numeración que pronunciarás al verter la ginebra en el vaso y que nos da ¡tacháaan! la medida exacta de 50 ml.

8- ¿Quién no ha presenciado ese mágico momento en el que el barman desenfunda una larga cuchara y procede a decantar la tónica sobre ella?. Bueno, pues estamos en disposición de afirmar que «según estudios avalados se pierde un 15% más de gas carbónico con cuchara que sin ella». Lo correcto, mezclar la tónica sobre el último hielo que emerge del vaso.

9- Del limón nos quedamos con la corteza, nada de rodajitas, esto lo dejamos para otros combinados. Una raspadura precisa de su piel (sin pillar la parte blanca y amarga) nos proporcionará los aceites cítricos esenciales que maridan a la perfección con el dry gin.

10- Los de Beefeater que no son para nada talibanes de su marca, abogan por un consumo al gusto del cliente. La costumbre tan de moda, del gin-tonic ensalada (aquel al que se le añade pepino, pétalos, frutas… o cualquier cosa susceptible de flotar en la copa) no es mala opción siempre que apreciemos la base, porque hay un gin para cada paladar (cítrico, herbal, frutal…) Sólo tenemos que buscarlo. Y es que el aderezo sólo tiene 2 funciones: resaltar un ingrediente presente en la destilación de la ginebra o bien contrastarlo. No hay más.

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Fotos: Eva M.Rosúa

Una bebida con propiedades casi medicinales lo cual no nos extraña por la presencia botánica, pero ¿hasta llegar al extremo que proclamó Churchill?: «El gin tonic ha salvado más vidas y mentes de hombres ingleses que todos los doctores del Imperio».