Foto: Eva M. Rosúa.

Foto: Eva M. Rosúa.

Uno de los bocados dulces con queso más consumidos en Israel, Jordania, Líbano, Siria, Turquía… es el knafeh, mutabbaq, martabak o jafar. Porque ya sabemos que en cuestión de autorías cada uno quiere llamar a la creación por su nombre. En esta ocasión el origen apunta a Nablus, Palestina. Lo que no cambia es la admirable mezcla de este pastel dulce para tomar a cualquier hora (el falafel de los postres). Fenómeno de las comidas callejeras, el knafeh se hace a base de pasta de fideos muy finos que da como resultado una masa llamada katayfe, amalgamada con queso fundido de diferentes variedades según región, y el imprescindible sirope para endulzarlo.

En España todavía ninguno de los food truck ha asimilado la fórmula de éxito conseguida por los Hermanos Barbudos de origen palestino establecidos en Australia, que han convertido al knafeh en toda una cita de la venta ambulante. La diferencia es que aquí en España uno busca el camión cuando lo normal sería encontrártelo de camino. Cuestión de legislación. Mientras tanto, podemos satisfacer nuestra curiosidad en la pastelería siria Reina Cleopatra. Baklava, galletas de sésamo, magdalenas de chocolate y coco, y la misma masa katayfe en otras versiones, son algunas de las múltiples posibilidades dulces de esta confitería artesanal que ya cuenta con dos tiendas en la ciudad.

También podemos elaborar una versión casera, bien sencilla: láminas de pasta filo humedecidas con mantequilla derretida, la mitad de ellas (6 ó 7 hojas) bajo un queso ricota muy desmenuzado, y la otra mitad (6 o 7 hojas) por encima. Al horno hasta que dore. Luego pintar con almíbar, por ejemplo de azahar, y decorar con pistachos troceados o cualquier fruto seco. Cortar en porciones y ¡Voilà Knafeh!

Este artículo fue originalmente publicado en el numero ocho de la newsletter Paladar que, todos los jueves, llega al correo de sus suscriptores. Para apuntarse gratuitamente ir aquí.