Ilustración: Eva M. Rosúa.

Ilustración: Eva M. Rosúa.

Un perrito caliente, un hot dog, requiere pese a su condición de fast-food, todo el esmero de las comidas que se retratan en el impacto de un buen punch. En Valencia, la ruta diletante en busca de diversión perruna, nos lleva de norte a sur de la ciudad, siguiendo el rastro del ketchup por el camino. La primera parada, requiere el diccionario de traducción, con la versión autóctona que practican en un lugar industrial cerca del mar, La FABrica (C/ Cristo del Grao, 14). Allí el blanco o negro (o los dos a la vez) nos hacen pensar que este cruce de caminos es el más lógico entre el perro valenciano y el que vino de fuera. Misma lectura pero con más añadidos realizan en Come & Calla by Alejandro Platero (C/ Poeta Antonio Chocomeli, 1). Su longaniza con habas y tomate, la de setas con cebolla crujiente y aceite de trufa, o el blanco y negro con mahonesa de pimientos verdes fritos, no nos hacen añorar al amigo americano.

Pero si de lo que se trata es de comer y caminar, la Valencia hot-dog ofrece esquinas para la parada y fonda (aunque el tiempo nos arrebatara hace ya muchos años la crepería de al lado de la Plaza de la Virgen que servía unas apetitosas salchipapas para deambular por la ciudad). Lejos del centro, en la freiduría-patatería Frietshop (Av. Cardenal Benlloch, 37) encontramos a la prima holandesa del perrito, la frikandel, una salchicha que no va cocida sino frita. Puede convertirse en tu favorita acompañada por una legión de salsas a elegir y las pertinentes patatas (no congeladas) en cono de papel.

También Munich2Go (con dos locales en Caballeros y Blasco Ibañez) es toda una institución en dar de comer al hambriento nocturno con una importante selección de salchichas de fabricación artesanal, desde la bockwurst (de carne picada) a la bratwurst (la blanca más especiada) arropadas por ingredientes como la salsa curry-ketchup. Una Bremen con pepinillos y mostaza dulce ofrece la combinación justa de sabores que todo hot-dog debería reunir. Y si la vaguería te impide poner un pie en el asfalto, y quieres que sea el perro que te encuentre a ti, Yecla 33 (C/ Yecla, 33), te lo lleva a casa para que le pongas el collar. Que sea grande porque 23 cm de salchicha (con una amplia variedad que toca el tema picante y el queso) no se atan fácilmente. El perrito caliente es en realidad un lienzo blanco sobre el que seguir investigando sabores. Larga vida hot.

Este artículo fue originalmente publicado en el numero veintisiete de la newsletter Paladar que, todos los jueves, llega al correo de sus suscriptores. Para apuntarse gratuitamente ir aquí.