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Fotos: Eva M.Rosúa

En Verlanga somos 100% perrunos. Nos gusta compartir la vida con ellos (ojalá llegue el día que en Valencia, se les pueda subir al autobús) porque es mejor vida. Hay mucho que contar sobre los perros y su relación con nosotros: sus miradas, sus costumbres, todos esos comportamientos que nos influyen y nos hacen ser más humanos. Ante la imposibilidad de entrevistar a los canes, hemos optado por que sus compañeros retraten a sus mascotas porque no hay dos animales iguales. La familia Verlanga se amplía.

Ramón Arnau: Mel es una galga red & white de ojos color miel. Tiene cinco años de vida y el próximo 2 de noviembre cumplirá tres conmigo. Para los que no conozcan a los galgos han de saber que son en realidad gatos atrapados en cuerpos de perros. Esto se traduce en dos horas diarias de mucha actividad seguidas de siestas de 18 horas. El caso de Mel supera la norma ya que es capaz de dormir hasta 20 horas sin ningún problema, a poder ser encima de mi o en la misma habitación en la que me encuentre.

Ramón Arnau: Tengo 30 años, soy arquitecto y diseñador de producto, me dedico al diseño de interiores, mobiliario e iluminación. Hace dos años fundé el estudio Sleeplate Projects con tres socios más. Vivo en Valencia desde el 2001 y no puedo estar más enamorado de la ciudad. Creo que es la próxima ciudad a punto de dar lo mejor de si misma.

¿Por qué llegó Mel a tu casa?
Hace mucho tiempo ayudé a una amiga a recoger a una galga abandonada en la carretera. Era muy mayor pero los pocos años que la tuvo me permitió descubrir lo especiales que son los galgos. Unos años después me planteé la posibilidad de acoger uno en casa, me puse en contacto con Galgos 112 y vinieron a hacerme una visita a casa. Cuando me hablaron del caso de Mel no pude evitarlo y acepté adoptarla.

Cuéntanos su historia, esa que le hace ser una perra única para ti.
Mel
es una perra que ha pasado sus primeros años de vida siendo maltratada. Apareció abandonada en Picassent, en los huesos y muy asustada. Una colaboradora de Galgos 112 la localizó y fue visitándola para ganarse su confianza, pero se le adelantaron dos yonkis que la tuvieron dos meses atada al sol en pleno verano esperando que montara con el podenco de un cazador y así ganar 50 euros por monta… Finalmente, pudieron salvarla y llevarla a una casa de acogida. Cuando llegó a mi, venía muerta de miedo. No durmió en una semana por miedo a que le hiciera daño. No podía hacer movimientos bruscos, ni levantar la voz y muchísimo menos, coger la escoba en su presencia. Lo inimaginable fue que en solo dos meses la tuviera durmiendo en mi regazo. Desde entonces, ese es su deporte favorito, dormir encima de mi. Poco a poco, ha conseguido ser un perro normal. Hace solo un mes aprendió a jugar con la pelota, por ejemplo. Mel no es ni la sombra de la galguita temblorosa que entró por mi puerta y eso ha sido fruto de trabajar mucho la relación, y el cuidado y cariño que se le da. Como recuerdo le queda una enorme cicatriz en el lomo de su anterior vida, pero para mí es la prueba de que es una superviviente y eso es lo que la hace tan especial.

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¿En qué medida influye ella en tu vida, tu trabajo…?
Mel
es la variable que da equilibrio a la ecuación. La responsabilidad de tener a tu cargo a una mascota te obliga a respetar horarios, llevar un orden, limpieza… Para mí eso es fundamental y ella me ayuda a cumplirlo. Además un galgo puede llegar a ser un gran cómplice y hacerte preferir quedarte en casa en su compañía que pasar la noche dando tumbos. Llegar a casa cansado y ver que se alegra tanto de verte y solo tiene ganas de que te sientes para frotarse contigo como un gato te pone de buen humor SIEMPRE.

Por otro lado, en mi profesión me ha ayudado a ver el diseño desde otra perspectiva, pensar los espacios para vivirlos y no sólo para contemplarlos, el mobiliario para usarlo y no como mero icono. Amén de que su elegancia y porte son harto inspiradores.

Las 3 cosas que más te gusta hacer con Mel

  1. Bajar al río a las 7:30 de la mañana a jugar con los amigos perros y que me vaya mordisqueando la mano a la vuelta como dándome las gracias por el buen rato.
  2. Dormir la siesta con ella los fines de semana.
  3. Contarle lo que me ha pasado cada día y ver cómo pone cara de que le importa.

 

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Mel por Ramón