Artur Heras vive en Godella y Luce veraneaba en Moncada. Con ese intercambio geográfico de proximidad rompen el hielo los dos artistas. El lugar escogido para el encuentro no es casual. La Sala de la Muralla del Col.legi Rector Peset. En ella confluyen la historia viva de la ciudad, con un fragmento de la muralla islámica del siglo XI que recorre parte del centro histórico, y las exposiciones de artistas contemporáneos. Heras encaja en ambos parámetros, Luce por ahora en el segundo.

Artur Heras y Luce. Foto: Eva M. Rosúa.

Artur Heras y Luce. Foto: Eva M. Rosúa.

Artur Heras es pintor, diseñador gráfico, escultor, ilustrador y artista plástico. Es una de los nombres más importantes de la Historia del Arte valenciano. Figura clave en los años sesenta, dirigió durante quince años (entre 1980 y 1995) la Sala Parpalló con una programación que haría palidecer a más de un gestor cultural actual. Crítico e irónico a partes iguales, sigue estando en plena forma.

Luce irrumpió en escena cuando su nombre apareció representado en multitud de lugares (y soportes) diferentes de la ciudad. Detrás de esa firma infinita estaba su inquieta mente, que rompió límites con la escena grafitera para seguir creciendo artísticamente. Entiende la ciudad como el punto de partida de sus acciones, pero desdeña de eso que llaman arte urbano.

EL DESPERTAR DEL INTERÉS CREATIVO POR EL ARTE

Artur Heras- Echando mucho la vista atrás, mi memoria produce unas imágenes que se mantienen con una precisión muy clara, que igual después no es verdad. Yo recuerdo un día saliendo del colegio, en Xàtiva, donde viví unos años con mis abuelos, pasar por una tienda que tenía un zócalo muy bien lucido donde se dibujaba con tiza con una facilidad tremenda (risas). Allí dibujé algo, no sé el qué, para mis amigos. No sé si eso se puede considerar creativo. Lo que sí recuerdo es que dibujar para mí supuso una forma de aprendizaje y de protección. La escuela era muy complicada por entonces y era una manera de atraer o divertir a algunos colegas.

Luce- En mi caso fue a través del grafiti, en la adolescencia. También como protección. En una edad en la que buscas aferrarte a unos valores o a unos principios, o tienes la necesidad de pertenecer a algo. El grafiti era cercano porque lo veía. Fue como un primer impulso, sin tener mucha noción de que fuera algo creativo o estuviera relacionado con el arte.

Artur- Que es lo mejor, por otra parte. Hacer las cosas sin pretensiones trascendentales.

Luce- Yo, aún, lo sigo pensando.

Luce. Foto: Eva M. Rosúa.

Luce. Foto: Eva M. Rosúa.

EL GRAFITI

Luce- Empecé a hacer grafitis con los valores que conocía o me transmitía mi entorno en ese momento, idealizando a ciertas personas y participando de la jerarquía establecida de un mundo en el que hay distintos niveles y algunas cosas regladas. Así hasta que tuve un interés mayor por desarrollar la creatividad. Saliendo de los valores del grafiti, que van de A a B, haciendo unas propuestas que van hacia otros lugares. Con una percepción de llegar a más gente, porque entiendo que el grafiti solo estaba presente en un círculo muy cerrado, el de la gente que lo practicaba. Esa fue mi intención con el proyecto Luce. Investigar y evolucionar, utilizando todo tipo de herramientas, multiplicando todos los intereses y todo su desarrollo.

Artur- Yo no oculto mi irritación hacia el grafiti en general. Lo que no me gusta es lo que tiene como agresión. Que en ciudades como Berlín, casi toda la ciudad, sobre todo en las zonas desocupadas, de naves industriales, estén llenas de pintadas con la firma del autor me desagrada mucho. Esa uniformidad, sin diferenciación alguna, entre grafitis, con los arabescos característicos que se repiten en una ciudad de Singapur o en Liverpool. Siempre es lo mismo. Te metes en el metro de cualquier ciudad europea o americana y ves la misma historia. También tiene que ver con esa cultura general de la exhibición del «Yo». Eso se ha hecho toda la vida, cuando alguien deja escrito eso de “Aquí ha estado Fulano” en una cueva, en un edificio gótico o en el recodo de una talla de madera. Evidentemente, entiendo que todos los grafitis no son iguales, pero lo que me irrita es esa síntesis del ego, de que lo que se pinte sea la firma, y cómo eso se reproduce.

Luce- A mí hay mucho grafiti que no me interesa en absoluto. Mucha gente se escuda en las firmas, que es lo más abundante, la expresión más básica…

Artur- Firmas crípticas. No se entienden nunca.

Luce- Está encriptada para gente que no practica el grafiti. Para los que sí lo hacemos no tiene nada de encriptado.

Artur- No, si para mí no tiene nada. Pero desde el punto de vista de lo que es una firma, no es la típica. No es José Antonio o Juan.

Luce- No, claro, son como motes. Personajes que se crean.

Artur- Ese mimetismo es el que me molesta. Eso ocurre en todos los ámbitos de la vida y de la creación. Todos aprendemos a hacer cosas a partir de verlas hechas, pero en lo de las firmas hay una insistencia excesiva. Siempre lo mismo y en el mismo sitio.

Luce- Ocurre muchas veces que donde firma uno, al rato aparecen más, en torno a ese. Se generan lugares de diálogo entre las distintas personas que han firmado. Pero dentro del grafiti hay todo tipo de personas que lo practican. Hay gente que no me interesa lo más mínimo lo que hacen, pero hay otros, pocos he de reconocer y de Valencia no sé si diría alguno, que sí. Gente que escribe en la calle y desarrollan sus propias técnicas y narrativas comparables a cualquier otro tipo de movimiento gordo. Hay veces que me da un poco de lástima por la sensación de que se están perdiendo muchas cosas en torno a esa actividad. Sobre lo que decías antes de la agresividad hacia el entorno en el que se desarrolla, yo siempre he sido muy respetuoso con la arquitectura y la propia ciudad, aunque igual no con el propietario de un local.

Artur Heras. Foto: Eva M. Rosúa.

Artur Heras. Foto: Eva M. Rosúa.

LA CIUDAD COMO ESCENARIO ARTÍSTICO

Artur- Creo que es necesario distinguir dos mundos. Por un lado, los centros, públicos y privados, en los que se desarrolla una acción artística. Y, por otro, la calle. La calle es muy importante en todo el siglo XX. El alambique donde ocurren muchas cosas. No se puede pensar en el futuro sin tener una imagen de la calle. O muchas. El cine, la literatura, la pintura,… todo está plagado de elementos de la calle. Tengo la impresión de que el espacio público es el más débil de todos. Cuando digo débil, quiero decir franqueable. Recuerdo un artículo que leí, hace ya algo de tiempo, sobre el grupo de esculturas en espacios públicos en la ciudad de Valencia, en el que se reflexionaba sobre cómo se modificaba la obra en ese espacio y no pasaba nada. Aunque, a veces, más bien se destrozaba. Pasó con la escultura de Alfaro que hay en la Estación del Norte. En las labores de limpieza y mantenimiento, la pintaron con un color que parecía de chocolate muy brillante. Hay una desprotección en el espacio público, en parte porque el ciudadano no ve esos espacios como propios, como de la comunidad a la que pertenece. No puede ser que una ciudad esté plagada de neoruinas como lo está Valencia. Edificios que construyen y no terminan y acaban siendo ruinas. El campo de fútbol abandonado es el mejor ejemplo.

 Es muy importante que hayan elementos de dinamización de nuevas generaciones, que los jóvenes tengan voz y posibilidad de manifestarse y hacer cosas. Y que eso se sedimente.

Luce- Tengo mucha distancia respecto a los museos. A mí siempre me han interesado las esculturas de rotondas. Es mayor el deseo de participar en algo así que en que mi obra pudiera ocupar una sala de un museo. Creo que mucha gente los visita para cubrir una necesidad mediática más que para recibir un feedback, un intercambio con la propia obra.

Artur- Sin duda.

Luce- Me interesa, respecto a la ciudad, que se mantenga el trabajo realizado en ella. Me alegra que el arte público se conserve y forme parte de la vida. Por ejemplo, la escultura de Alfaro que mencionabas me parece que juega un papel muy importante, al margen del por supuesto artístico, porque la gente la siente cercana, se sienta y aunque sea inintencionadamente se genera un diálogo con ella. Se elimina una barrera. Respecto al mantenimiento de las obras, con la mía no tengo esa necesidad. Cuando se destruya o alguien o el paso del tiempo lo deteriore se quedará así. No entiendo la calle como un reclamo, sino como un estímulo continuo. Por eso no quiero ser partícipe del boom mediático del street art. No necesito esa inmediatez. La ciudad es la bomba, puedes pasar mil veces por un sitio y seguir encontrándole matices.

EL INDIVIDUALISMO DEL PROCESO CREATIVO

Luce- Mi trabajo es solitario, pero es la soledad en la calle, con un intercambio continuo de impresiones. Estoy seguro de que mi obra no se hubiera desarrollado tanto en un estudio o en un lugar cerrado. Al no tener una formación directa en Bellas Artes, he buscado mi propio mundo y mis propios valores. Trabajar en mis propias verdades y decidir que algo está bien porque he construido yo la idea. La soledad me ha permitido perfeccionar mi técnica.

Artur- Yo he trabajado también en equipo de distintas maneras. Con Armengol y Boix hicimos obra conjunta, poca, pero hicimos. Éramos muy jóvenes y el aprendizaje era común porque Bellas Artes era muy inmovilista, con unos cánones muy del siglo XIX. Pero el tema de la soledad es importante, en el buen sentido y en el mal. Reflexionar no es que no se pueda hacer en público, pero cada uno tiene un ritmo y unas maneras distintas de hacerlo y no siempre es fácil aglutinarlo. Mi trabajo es muy similar al del escritor, bastante solitario. Y conforme pasa el tiempo y vas haciendo tu obra es mayor ese aislamiento. La obra final tiene mucho que ver con las obsesiones. Sin ninguna estrategia previa. Ellas son las que acaban definiendo lo que se llama el estilo, aunque sea una palabra que no me gusta mucho. Por eso hay materias que vuelve a aparecer en una obra, se repiten al cabo de muchos años.

Luce- Me gusta lo que dices Artur sobre el estilo, que lo marca más la manera de hacer la obra. A mí es lo que me define. Estoy más orgulloso de la intensidad del trabajo, de los ritmos, que del resultado gráfico. Tal vez por eso tengo la sensación de que he vivido demasiadas cosas que me hubiera gustado compartir con alguien. Ahora necesito una pareja creativa para los proyectos. No me basta con flipar yo solo. Ahora disfruto más cuando tengo encuentros con otras personas para crear.

Artur Heras y Luce. Foto: Eva M. Rosúa.

Artur Heras y Luce. Foto: Eva M. Rosúa.

¿EL ARTE DEBE ESTAR, SIEMPRE, COMPROMETIDO SOCIALMENTE?

Artur- Es un tema viejo que va apareciendo y desapareciendo. Es una cuestión que depende de la conciencia individual de cada uno. Unas veces tendrá una carga mayor y otras menor.  Que haya un comité que se dedique a examinar el nivel de compromiso social de cada artista o de cada obra resulta hasta cómico. No creo que haya que poner pautas.

Luce- Coincido con él. Debe de partir del individuo. Personalmente no estoy muy comprometido socialmente. Toda mi actividad gira en torno a mis propios parámetros y a mi situación un poco cómoda ante la vida. No he tenido que luchar por la situación actual que tengo. Pero, por otro lado, de una manera inconsciente puedo resultar una persona comprometida con mi sociedad, no predicando, sino desarrollándome a nivel personal. Vivo muy al margen de muchas decisiones. No soy una persona crítica, me falta mucha información, muchos datos para poder serlo.

Artur- En los últimos años, especialmente en trabajos audiovisuales e instalaciones, sí que se ha producido una presencia bastante grande de este compromiso social, por encima de cuestiones formales o estilísticas. Es algo que obedece a la situación y a los recortes, o mejor dicho amputaciones, que hemos sufrido. Pero ese compromiso no garantiza que el trabajo tenga interés.

Luce- Además es que hay muchas formas de comprometerse. Por ejemplo, en mi caso llevando mi trabajo, acercando mi sensibilidad, a la periferia, y no haciéndolo en el centro, me estoy comprometiendo. Si lo llevamos a términos humanos y no políticos, diría incluso que soy una persona comprometidísima (risas). Aquellos artistas cuya vida gira en torno a la situación política, incluso como reclamo, no me interesan.

EL PROCESO CREATIVO

Luce- En mi caso ha ido cambiando con el tiempo. He alternado obras con un período mayor de reflexión con otras en las que todo ha sido más inmediato. A la hora de buscar el desarrollo de la propia obra, cuando trabajé alrededor de la misma palabra, que además era mi nombre, había una seguridad plena sobre hacia donde iba el proyecto. Nunca tuve la sensación de estar trabajando siempre sobre lo mismo porque se produce una retroalimentación. Es buscar cada día las emociones olvidadas. Eso sí, no tengo paciencia para leer o ver una película. O descanso o paso a la acción directa.

Artur- Yo vengo de la cultura del esfuerzo. Sabes lo que no tienes, pero no sabes dónde vas a llegar. Vas conociendo tus limitaciones. Siempre he sido un artista versátil y nada acomodaticio. Tengo una máxima que procuro cumplir y es que quiero seguir emocionándome como cuando tenía 18 años. Puede parecer un chiste, pero es así. Lo único que no debe envejecer es el entusiasmo, el descubrir cosas trabajando. Es lo más fantástico que me ha pasado en la vida. Cómo en el proceso creativo, al iniciar algo, sientes esa pulsión de experimentar algún hallazgo. Es muy excitante. Sin olvidar que también ha habido fracasos, angustias y muchas dudas. Pero el accidente es muy importante en el trabajo.

Luce- A mí me gusta mucho, a nivel creativo, esa sorpresa del accidente. Surgen situaciones que no esperabas. Ocurren y ya está.

Artur- Es algo que no puedes ni controlar ni prever.

Artur Heras y Luce. Foto: Eva M. Rosúa.

Artur Heras y Luce. Foto: Eva M. Rosúa.

VALENCIA Y EL ARTE

Artur- Lo mismo que pasó con el boom inmobiliario ocurrió en todos los aspectos de la vida cotidiana. Había dinero, o crédito, y la gente empezó a hacer cosas. Se montaron Casa de Cultura en todos los pueblos, cosas que está muy bien si luego tienen una programación y un contenido, pero acabaron como sedes de todo tipo de asociaciones que no tenían nada que ver con la cultura. Con los museos sucedió lo mismo. Y con los eventos, una de las palabras que más desagradable me suena, pasó igual. Es necesario que todo esté proporcionado, que no haya derroche. Aquí ha habido exposiciones que se han repetido tres veces y se van a seguir repitiendo. Eso no puede ser. Los responsables tienen que tener memoria o recurrir a ella en archivos o donde sea para saber qué no se pueden hacer esas cosas. La ciudad ha sufrido un bache importante durante estos últimos años. Hay casos como el del IVAM, que parece mentira cómo se desaprovechó que ya estuviera asentado. O la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Los turistas vienen y les enseñan la osamenta. No hay museos que visitar. No hay contenido. El museo que hay allí tiene nivel de instituto. O incluso peor.

Luce- Siento que igual decepciono con mi opinión, igual que antes con la cuestión del compromiso social. Por supuesto que he escuchado cosas sobre el favoritismo y el despilfarro que ha habido, pero es que he estado en otro tipo de ambientes, he consumido otra cultura, nada regida por entrar a un lugar para disfrutarla. Me nutro mucho de mi entorno, de lo que hacen mis amigos. Pero entiendo que no toda la gente tiene acceso a ello. Por eso es muy importante que se tomen determinadas decisiones, como la elección de las personas que van a gestionar esa cultura total, con mucho cuidado y respeto porque parte de la población se va alimentar culturalmente, de manera directa, de ello.

Artur- Si hablamos de Valencia y el arte hay que destacar que se trata de una ciudad muy olvidadiza con su pasado. Muy injusta.

Agradecimientos: Col.legi Rector Peset.