Foto: Ryan McGuire (gratisography.com).

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Nahuel es un cantante paraguayo que muchos habrán descubierto en esta frase. Nahuel ganó la octava entrega de Operación Tiunfo. Nahuel cuenta en Interviú que nunca recibió el premio que se le prometió, en directo, en la última gala. Aquel programa pasó de ser su sueño a una pesadilla. Ya saben aquello de que los extremos se tocan. Pilar Rubio lo sabe bien. Ella era la presentadora de aquella edición que Telecinco amputó por baja audiencia. Antes hacía reportajes en «Sé lo que hicistéis» (La Sexta) en los que se burlababa del comportamiento de determinados famosos. Ahora pertenece a esos famosos que merecerían, por su comportamiento, que la Pilar Rubio del pasado se burlara de ellos. En política hay bastantes profesionales en eso de cruzar de un lado al otro. Ahí está nuestro Rafael Blasco, preso ejemplar, que pasó del FRAP a robar a ONG’s con el carnet del PP. O Jorge Verstrynge, que ha transitado del neonazismo a Podemos sin perder, ni siquiera, su diminuto tupé aflequillado en el camino. Pero no hace falta mirar muy lejos para ver cambios de chaqueta dignos de un número circense de equilibristas. Facebook es el mejor ejemplo. Gente que grita con toda su alma contra el presente, al mismo tiempo que lo hace contra su propio pasado. Como si el eco de sus chillidos borrara del resto de mortales sus pensamientos anteriores. A Nahuel solo le dieron un mp4 con dos canciones suyas como premio. Los nuevos conversos merecen mucho menos aún.