Foto: Ana R. López.

Foto: Ana R. López.

Me llamo Monty Peiró y nací el 12 de abril de 1981. Me resulta complicado explicar “qué” soy, así que vayamos por partes. En el colegio siempre me reñían por mi hiperactividad y porque quería hacer muchísimas cosas y ser otras tantas de mayor. Me decían que eso no podía ser, que “aprendiz de todo, maestro de nada”. Intenté centrarme y elegir sólo una cosa para hacer, pero fui incapaz. Así que hice de esa frase mi leitmotiv, decidí que ser aprendiz de todo era una buena manera de vivir y reivindiqué mi derecho a hacer todo lo que me dé la gana y me haga feliz. Con 14 años hice una lista de todo lo que quería hacer en la vida y lo cierto es que, salvando el doble directo en Japón y la colaboración con Guns n’Roses, la voy cumpliendo disciplinadamente.

Soy Licenciada en Psicología por la Universidad de Valencia y estudiante de Grado de Antropología, Uned mediante,  y también de idiomas. Trabajo como mediadora intercultural y profesionalmente siento pasión por todo lo que tenga que ver con las migraciones, culturas y lenguas. En realidad esto no lo sabe mucha gente, porque lo que yo he hecho de cara al público tiene muy poco que ver. He cantado en la banda de hard rock Sweet Little Sister, en Interceptor y en The Backseats  (con quienes sigo aunque sólo hagamos el tradicional concierto de navidad), he sido guitarrista en el tributo femenino a Ramones, The Sheenas y he sido corista con Neus Ferri, The Stone Circus Band, Kraken Roll Band, Pelusa y Rajoy Division, además de cantar en otras formaciones más breves y grupos de versiones. También he colaborado con una larguísima lista de grupos  tanto en estudio como en directo (Sujeto K, Delaire, Rodillazo, Gigatron, Los Perros del Boggie, Los Walkers, 2Animales, Kibah, Ochorizo, Coz, Mancora, Monkey Hole, Quelonio, Sylvania, Los Vicentes, Juanma Sanz, Bastardos y unos cuantos más). A veces hago acústicos y por cantar, he cantado, desde en fiestas privadas imitando a Alaska hasta en bodas, pasando por carnicerías (os lo juro) o como guitarrista en una gira por perfumerías en Valencia y Málaga, presentando un perfume de Givenchy.  Me pagué los estudios cantando en orquestas y aunque jamás llegué a interpretar un pasodoble con la credibilidad suficiente, me lo pasé muy bien y aprendí un montón de cosas.  Además, este año he escrito una canción para la banda sonora del documental  “El último abrazo”, de Sergi Pitarch.

También trabajé durante varios años poniendo música en diferentes sitios (La Rúa, La Flama, Wanda Loop, Alcatraz, Mogambo, Kraken…), afición a la que vuelvo esporádicamente. No me preparo demasiado las sesiones, más allá de llevar encima casi toda la música que me gusta y tener recursos para, dentro del rock, poder enfocar la noche hacia distintos derroteros según se tercie. Me gusta observar a la gente, intentar adivinar qué es lo que les apetece escuchar y dárselo, o intuir qué grupo no conocen y les encantaría. Elegir la música que va a ser la banda sonora de la noche de alguien me resulta apasionante. Desde que leí “Alta fidelidad” quise hacerlo.

Durante una época colaboré en el programa de radio “La casa de la tía Enriqueta”, con Chimo Bayo, hablando de zombies y entrevistando a grupos de rock, y también protagonicé el videoclip de la canción “Trance” de Sujeto K.

Llegados a este punto, me queda hablaros de la que quizá sea mi afición favorita. Escribo cuentos desde que aprendí a escribir y siempre he soñado con ser escritora, aunque no se me ocurriría, bajo ningún concepto, etiquetarme como tal. En 2010 participé con un texto en el disco-libro de Mamá Ladilla, “Jamón Beibe”, en 2011 escribí un relato para el libro “Simpatía por el relato” (Ed. Drakul), junto a otros músicos de rock y este año he presentado «FallaZ» (Ed. Mésdemil) el cómic del que soy guionista. He escrito en un montón de webzines, fanzines y blogs sobre cine de serie B, libros, cómics y música y me he hecho cargo de las notas de prensa y textos promocionales de unos cuantos artistas. Tengo un blog donde intento obligarme a escribir sobre las cosas que me pasan y uno a medias con Alex Moure donde colgamos relatos breves, una sección en la web de Rockonut y también me dejan juntar algunas palabras en la edición valenciana de Mondo Sonoro.

Actualmente, y esto es lo importante, preparo el primer disco de mi banda Gran Quivira, que pronto verá la luz, en breve me lanzo al directo con mi banda de versiones acústicas Femme Fractal y ensayo la obra de microteatro musical que he escrito y dirijo, que espero estrenar estas navidades en el Kraken,

Aunque parezca complicado, vivo tranquilamente cerca de un bosque, hago siestas de vez en cuando, alimento a los gatos de mi vecindario y me esfuerzo por no tomarme nada demasiado en serio, empezando por mí misma. Las únicas expectativas que deposito en todo lo que hago son pasármelo bien y aprender todo lo que pueda y soy adicta al café y me gusta madrugar, recibir visitas, viajar, la arquitectura románica y Star Wars. Bailo fatal, dibujo peor y tengo que dejar de fumar. Si me haces reír me tienes ganada.

 

Un disco: Imposible escoger uno. Hay muchísimos que me han marcado y es inviable seleccionar sólo uno por encima del resto porque mi vida está hecha de discos. Pero por decir alguno que no sea previsible para alguien que no me conozca, “La leyenda del tiempo» de Camarón me parece de lo mejor que se ha grabado por aquí.

Una película: «El día de la bestia» puede que sea, junto con «The Rocky Horror Picture Show», la que más veces he visto. Me encanta la trama, me encantan los personajes y me encanta la ambientación. No le sobra ni le falta nada.

Un libro: Mi libro favorito es “La conjura de los necios”, pero lo he recomendado tanto que, por no repetir, esta vez recomendaré otro, un cómic en este caso: “Predicador”, de Garth Ennis, porque para mí es el ejemplo de que la novela gráfica es un género tan digno como la prosa, el teatro o la poesía. Esta historia no podría ser tan buena en otro formato, aprovecha todas las posibilidades que ofrece el cómic al máximo y creo que es básica para entender por qué necesitamos los cómics y por qué no son una versión infantil de los libros ni un género menor, sino una manera de contar historias que merece la consideración de literatura, sin más.

Una serie de tv: Aunque no la considere la mejor, me encantó «Dexter». La descubrí cuando un amigo leyó un relato mío y me dijo “Eh tía, esto es muy parecido a Dexter”. La vi por curiosidad, descubrí que, efectivamente, parecía que me hubiera copiado y me enganché. Creo que plantea una serie de dilemas muy interesantes, combinado con un muy buen manejo de la tensión narrativa que hace que me ponga la adrenalina a mil, y eso me gusta.

Una serie de dibujos de tv: Que vea actualmente, «Padre de familia», me encanta. De pequeña, sin embargo, lo flipaba con «Candy Candy». Creo que ahí agoté la cota de drama e intensidad que tenía reservada para toda la vida.

Una revista: Estoy suscrita a la revista portuguesa Blitz. Es una especie de Rolling Stone de allí, así practico el idioma leyendo sobre música. Me gusta recibirla cada mes.

Un icono sexual: He tenido muchos, desde Jay Kay a Alan Moore, pasando por alguno de carácter local que no citaré por vergüenza a encontrármelo y no saber qué cara poner, pero creo que actualmente, el que más desvelos me causa es Dave Grohl. No se puede ser más sexy. Me gusta absolutamente todo de él y a veces dedico horas a coleccionar fotos suyas en un álbum de pinterest.

Una comida: Elegir una es complicado, porque me encanta comer. Soy muy fan de la pasta, especialmente una que hago con bacon, cuatro quesos, huevo, sésamo, chili rallado, pimienta y aceite de oliva.

Un bar de Valencia: Si es para comer, El Secreter, en el Carmen, en la calle Maestres. Tienen el que para mí es el mejor menú del día de esta ciudad. Por 10 pavos se come excelentemente en una terraza preciosa si el tiempo acompaña. Su cocinero, Pepín, es un artista.  Si es para salir, sin duda Kraken, en plaza de Honduras. Es mi segunda casa, un sitio entrañable donde escuchar buena música en un ambiente inmejorable y donde además, acogen siempre de buen grado todas mis absurdas ideas. Es el sitio en el que he presentado todos mis proyectos, con magnífica acogida entre la parroquia. Tiene todo lo que le pido a un bar, empezando por un dueño que tiene un corazón enorme al que adoro.

Una calle de Valencia: La calle Visitación, que ha sido la mía durante más de diez años. También fue la de Nino Bravo y hace esquina con la de Concha Piquer, lo que le da un extra de magia, pero ilustres vecinos al margen, es una calle llena de vida, de sorpresas y de rock and roll, además del marco de la mayoría de mis recuerdos juveniles y escenario de las cosas más divertidas de mi vida. Yo jamás me había sentido de ningún sitio, no había experimentado esa sensación de pertenencia y arraigo de la que tanta gente habla. Nací en un sitio que ni me gustaba a mí ni yo le gustaba demasiado a él  y aunque con el paso del tiempo me he reconciliado con mis raíces, lo cierto es que la primera vez que sentí esa agradable sensación  de vínculo con un sitio físico fue en la calle Visitación.