Cualquiera que ha asistido a un montaje de La Zaranda sabe que repetirá cuando vuelvan. Sus obras golpean en la caja de mandos de los espectadores, les agitan sin moverlos de sus butacas, sin necesidad de recurrir a excentricidades fuera del escenario. Lo suyo es teatro en vena, porque estas bordean la implosión.

Por eso, aunque desde la compañía afirman que su nueva producción, El desguace de las musas (Teatre El Musical, 9 y 10 de febrero), es muy distinta a su anterior propuesta, la autopsia sin anestesia que fue Ahora todo es noche, las sensaciones y los aplausos seguramente volverán a ser estruendosos.

Para lograrlos han hurgado en lo juguetes rotos que Manuel Summers retrató para el cine y que cada noche encontraban su hábitat natural en la Bodega Bohemia en la calle Nou de La Rambla de Barcelona (donde Sisa presentó su primer disco), un santuario del arte decadente, de las estrellas apagadas, de las arrugas que se sienten tersas cuando se encienden las luces, aunque la realidad palpable sea bien distinta. No es El desguace de las musas la historia de aquellos artistas en horas (muy) bajas, sino que de ellos, de su ambiente, surge la inspiración del libreto de la obra.

En El desguace de las musas, como bien indica con precisión la nota de prensa del espectáculo, «se recrea un cabaret decadente en el que el costroso cortinaje granate del escenario desprende pestes a sudor y desinfectantes. Las notas musicales se esparcen por la penumbra mal ventilada antes de diluirse en el fondo de los vasos. Bajo los focos que desparraman azul noche, el diezmado coro de vicetiples ensaya una rudimentaria coreografía. La imagen de chándales y mallas remendadas, maquillaje barato, boas desplumadas, espejo del camerino, rodeado por bombillitas fundidas, brillantes baratijas y acoples de micrófono completan la escena en la que se refugian carnes yertas que entierran deseos y miradas desnudas que saben de tantos ocasos».

Y detrás y delante de la obra como es habitual en La Zaranda, lujo y quilates con las interpretaciones de Gabino Diego (que trabaja por primera vez con la compañía), Mª Ángeles Pérez-Muñoz, Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez. Paco de la Zaranda dirige y Eusebio Calonge firma la dramaturgia.