¿Qué une al industrial textil italiano Luciano Benetton con el pequeño clan Mapuche de los CuriñancoNahuelquir? ¿Y al actual presidente de Argentina Mauricio Macri con Sylvester Stallone? ¿Y al jugador de la NBA Emanuel Ginobili con Butch Cassidy? Las respuestas a todo ello se encuentran a miles de kilómetros de Estados Unidos o Europa. Al sur del sur, en los límites australes de América, a la región más despoblada de Argentina. Entre grandes lagos cristalinos y enormes picos nevados, entre Los Andes y el Atlántico. En Puelmapu, el territorio ancestral del pueblo mapuche. En Tierras del Sud (La Mutant, 9 de marzo).

“Planteamos Tierras del Sud como una pieza de carácter documental, enmarcada dentro de las artes vivas y expandidas. Nuestra idea es recuperar la danza, la performance y el movimiento como herramientas válidas para la entrega de información documental, aportando al relato histórico toda la fuerza y la carga poética de los cuerpos en escena, sirviéndonos de sus formas de hacer como una manera potencial de ordenar las distintas aristas de una investigación tan compleja como esta”. Son palabras del artista chileno Txalo Toloza-Fernández y la bailarina y coreógrafa Laida Azkona, responsables del montaje.

El pasado mes de octubre, el escenario de La Mutant se convertía en el desierto de Atacama con la representación de Extraños mares arden, una pieza de teatro documental firmada por Toloza-Fernández y centrada en la relación entre las grandes multinacionales y la explotación de los pueblos sudamericanos a través de sus recursos naturales y sus habitantes. El próximo sábado 9 de marzo, llega Tierras del Sud a La Mutant, la segunda entrega de la trilogía Pacífico que se abrió con la citada Extraños mares arden.

Mientras la pieza original dedicaba toda su atención en la industria minera de Atacama y su vínculo con el arte contemporáneo, la parte central de la trilogía pone el foco en las grandes fortunas extranjeras que se dan cita en la Patagonia Argentina -con la industria textil de Benetton a la cabeza- y la barbarie que tuvo lugar sobre el territorio ancestral mapuche en lo que los responsables de la obra definen como un “genocidio y etnocidio”. Toloza-Fernández y Azkona llevaron a cabo una investigación de año y medio que incluso les llevó a trasladarse hasta la zona: “Allá conversamos con muchos mapuches y es a todos ellos a quienes cedemos nuestras voces”, señalan.