Foto: Enric Boyer. Paco Orozco (guitarra rítmica y voz solista), Enrique Marí (bajo), Santiago Penagos (guitarra solista y voz) y Carlos Gómez (batería).

Foto: Enric Boyer. Paco Orozco (guitarra rítmica y voz solista), Enrique Marí (bajo), Santiago Penagos (guitarra solista y voz) y Carlos Gómez (batería).

Esta semana viajamos a finales de los años ochenta. La música la ponen Los Cuervos, un grupo de rock and roll, en el sentido más amplio y excitante de la palabra que grabó un mini-Lp del que sigue siendo imposible, hoy en día, escapar. Santiago Penagos (voz y guitarra) recrea su gestación:

«Los Cuervos», Los Cuervos (1988, Discos Medicinales).

Éramos Los Cuervos y visitábamos garitos de hombres amables, donde se escuchaba el lejano lloriqueo de trompetas que anunciaban amores perdidos y no olvidados, nosotros pronunciábamos palabras extrañas de despedida. Aquellas canciones que hablaban de cobardes en barras americanas, noches engañosas con satélites desaparecidos y suplantados o hermanas crueles que competían por un hombre que comía cuchillos, nos servían de herramientas para desmontar una Valencia especializada en el tecno-paella, pero siempre nos sobraban piezas. Tras recorrer el circuito del mondongo fuimos hasta Castellón para grabar con Discos Medicinales, producidos por Miguel Ángel Villanueva, algunas de nuestras canciones.

Para Los Cuervos el productor ideal era Miguel Ángel Villanueva, alguien a quien admirábamos y respetábamos por su trabajo y ése es uno de los aciertos del disco. Con otra persona no hubiera cuajado. Hicimos mucho trabajo de pre-producción en el ensayo, eligiendo temas, arreglando instrumentos y voces, grabando una maqueta en un multipistas para las armonías vocales. Villanueva eligió los temas, no discutimos su criterio. Las seis canciones eran un reflejo fiel del repertorio del grupo en esa época.

En diciembre de 1987 nos metimos los cinco en los estudios Tabalet de Alboraya, Fernando J. Llabrés fue el técnico de sonido, grabamos sin parar durante dos días y el tercero se usó en mezclar, íbamos a toda velocidad. Intentamos dar lo mejor de nosotros mismos y salimos satisfechos del resultado. Carlos Gómez tocó la batería, Enrique Marí bajo y coros, Paco Orozco guitarra rítmica y voz solista en la mayoría de los temas y yo fui guitarra solista y voz solista en algunas y escribí las canciones. Miguel Ángel produjo e hizo coros y además toco el órgano Farfisa y la guitarra acústica. Editado por Discos Medicinales a principios de 1988. Las fotos en blanco y negro fueron hechas por Enric Boyer. Salieron dos singles del disco, «Trompetas Mexicanas» y «Raro Como Un Perro Verde».

R’n’R , tex-mex, blues, sixties, rocabilly, rock usando un término global. Eso es lo que queda al final, las canciones, que parecen aún resistir una escucha imparcial y la sensación de haberlo intentado. En «Todavía sin nombre», el protagonista se inventa otra realidad para no hacer frente a lo evidente, que no tiene agallas para plantarle cara a su pasado y al paso del tiempo sobre su vida. No nos ha pasado eso, creo, miramos atrás sin ira, pero también sin nostalgia. Pero es que éramos raros, tan raros como…