El Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat (MuVIM) abre al público la exposición Felicidad/Infelicidad, fruto del IV Premio Internacional de Carteles MAKMA, al que se presentaron más de 700 propuestas de todo el mundo.
La Sala Alta del museo acoge la exposición que alberga las 50 obras finalistas, entre las que se encuentran las tres premiadas. Álvaro Díaz, con su obra La felicidad está en ti, ha logrado el primer premio dotado con 5.000 euros, y Alba Ramiro y Daniela Díez han obtenido un accésit de 1.000 euros cada uno, por sus trabajos Abraçada y ‘Agridulce’.
Las obras que conforman Felicidad/Infelicidad están repartidas en siete áreas temáticas: signos, smileys, objetos, sujetos, lúdicos, semblantes y grafías. Todas ellas giran en torno al desconcierto que provoca la búsqueda de la felicidad, dadas sus múltiples formas de alcanzarla, y que los participantes han plasmado en sus carteles utilizando diversas vías expresivas, donde tan pronto prima lo gráfico como la tipografía e incluso la imagen fotográfica.
El jurado compuesto por el diseñador gráfico, ilustrador y artista plástico, Pep Carrió; la artista y Premio Nacional de Artes Plásticas 2013, Carmen Calvo; el catedrático de Sociología de la Universitat de València, Antonio Ariño; el jefe de Exposiciones del MuVIM, Amador Griñó, e Ismael Teira, del equipo de dirección de MAKMA, revista de artes visuales y cultura contemporánea, fue el encargado de la selección de las obras ganadoras y de las finalistas.
Las obras contadas por sus autores
El artista ganador, Álvaro Díaz, comenta que «se nos vende constantemente la idea de que la felicidad es sinónimo de consumo y de elecciones personales, pero se olvida que el poder pensar en esto es una cuestión de privilegios». Asimismo, aludiendo a su obra premiada, señala que «la premisa de que ‘La felicidad está en ti’ es una invitación a cuestionarnos el cómo y el por qué se nos propone asumir que la felicidad depende de nosotros y dialoga irónicamente con la ilustración».
Por su parte, Alba Ramiro explica que su propuesta se asienta en el hecho de «atender a la sensación reconfortante de compartir una emoción, aunque esta sea de tristeza. Se trata de comprender el abrazo como un gesto tierno donde puede convivir esta contradicción: un lugar amable donde escuchar la emoción ajena y propia desde el cuidado».
Daniela Díez afirma que en su obra decidió «representar la felicidad como algo frágil y delicado, jugando con elementos como el papel y la trituradora, siendo el papel un material vulnerable a romperse y deteriorarse”. En este sentido, apunta que su intención era “transmitir que los estados de ánimo son efímeros y volubles, por un momento están intactos y al siguiente se trituran y transforman, pudiendo también recomponerse uniendo de nuevo esos pedacitos de rompecabezas que conforman los diversos estados y sentimientos del ser humano».