El Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat presenta hasta el 5 de octubre la exposición Mujeres ceramistas del Paraguay, una muestra dedicada a tres de las creadoras más destacadas de la cerámica popular contemporánea.

La Sala Jerónima Galés acoge una selección de piezas de Julia Isídrez, Ediltrudis Noguera y Carolina Noguera, consideradas las artistas más representativas de esta disciplina. La exposición, de entrada gratuita, pone de relieve una tradición que se distingue por el modelado manual sin torno y que se transmite de generación en generación, especialmente de madres a hijas.

El ñai’upo, práctica cerámica femenina, doméstica y comunitaria, se mantiene vivo gracias al uso de técnicas ancestrales como el modelado por colombín, el engobe natural y el ahumado. En localidades como Itá y Tobatí, cuna de las tres artistas, esta tradición constituye uno de los pilares de la cultura popular. Surgida del encuentro entre la cerámica indígena guaraní y la alfarería colonial del siglo XVI, ha evolucionado constantemente sin perder su raíz ancestral.

La comisaria Adriana Almada destaca la relevancia de esta disciplina y la proyección internacional de sus protagonistas: «Son las tres ceramistas más importantes que tenemos en Paraguay. Estas obras trascienden la artesanía funcional para convertirse en arte popular». Almada subraya además que Julia Isídrez fue la primera creadora paraguaya en exponer en la Bienal de Arte de Venecia.

Julia Isídrez, formada desde los 17 años junto a su madre, la reconocida Juana Marta Rodas, ha convertido la tradición guaraní en una forma personal de escultura contemporánea. Con la técnica del churro, crea vasijas y urnas figurativas con formas animales o fantásticas, piezas que parecen cobrar vida. Su participación en la Bienal de Venecia consolidó su proyección internacional.

Ediltrudis Noguera, integrante de la Compañía 21 de Julio de Tobatí, aprendió el oficio en el seno familiar y ha desarrollado un estilo que combina lo ancestral con lo visionario. Sus esculturas de gran formato, trabajadas a mano sin torno, representan animales y figuras humanas de gran expresividad. Su método, realizado en cuclillas con herramientas caseras, dota a las piezas de texturas rústicas y una fuerza singular.

Carolina Noguera, también heredera de la tradición de Tobatí, inició su aprendizaje en la infancia y ha creado un sello propio con sus característicos ángeles de barro negro. Estas figuras, sometidas a un proceso de ahumado con hojas, adquieren un tono oscuro y transmiten una sensibilidad espiritual e íntima. Además de continuar el legado familiar, Carolina ha compartido su conocimiento con sus hijas y participa activamente en asociaciones de artesanas locales.