La compañía Álvaro Octavio Moliner presenta una experiencia escénica que fusiona música, performance y literatura cyberpunk.
Los días 24 y 25 de octubre, La Rambleta acoge Generación Cyberpunk, una obra inmersiva que toma como referencia el cine y la literatura de ciencia ficción para reflexionar sobre nuestro presente y futuro cercano. Más de cuarenta años después de películas como Blade Runner (1982) y novelas como Neuromante (1984) de William Gibson, la propuesta plantea que la ficción cyberpunk que tanto nos ha fascinado podría haberse hecho realidad.
El dispositivo escénico combina elementos de rave, recital cibernético y liturgia tecnológica, buscando una experiencia sensorial que alterna la tragedia oscura con la comedia más irónica. La dirección y el texto están a cargo de Álvaro Octavio Moliner, acompañado de un equipo de performers multidisciplinares: Iván Arbildua (también responsable de la iluminación), Nacho Sánchez, Marina Cerisuelo, Sara Santes y Cristina Gómez. La música se genera en vivo mediante sintetizadores, mientras el público presencia la construcción de ficciones que combinan humor, épica y momentos de intensidad sensorial.
Tras concluir la trilogía El fuego nunca (2021), No.Nada.Que. (2023) y Mystés (2024), esta nueva obra amplía la exploración de la compañía sobre la identidad colectiva y los límites humanos en un contexto de inteligencia artificial y tecnologías invasivas. La pieza se nutre de referencias cinematográficas como Robocop, Videodrome, Tetsuo, Akira, Matrix y Ghost in the Shell, así como de literatura y filosofía inspirada en el CCRU (Cybernetic Culture Research Unit) de la Universidad de Warwick, donde se investigaba la relación entre tecnología, música electrónica, drogas y ficción cyberpunk.
La obra se desarrolla como un espacio híbrido, donde la improvisación, la performance y un texto cargado de neologismos generan una experiencia cercana a la sublimación, alternando reflexión y diversión. Según Álvaro Octavio Moliner, la intención es convertir este apocalipsis maquínico en una fiesta escénica, llevando al público a un viaje sensorial que cuestiona lo real y lo ficticio.