El Centre del Carme Cultura Contemporània (CCCC) exhibe Pas de deux, el último trabajo desarrollado por el artista valenciano, Manu Blázquez, que reúne su proyecto El gran libro de la pintura, Premio Alfons Roig 2020 de la Diputació Provincial de València “al mejor proyecto artístico”.
El premio estaba destinado a la preparación y producción del proyecto expositivo que ahora se presenta en el CCCC hasta el 19 de septiembre, con la colaboración del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana.
En su exposición, Blázquez analiza los límites físicos del propio medio pictórico, a través del estudio de todos los formatos estandarizados para lienzo. Una investigación que toma como referencia el antiguo tratado sobre pintura El gran libro de la pintura, de Gérard de Lairesse, pintor y teórico de estilo clasicista, perteneciente al Siglo de Oro y conocido como el Poussin holandés.
La exposición marca un hito en la trayectoria de Manu Blázquez no sólo por lo que representa la obtención de este importante premio sino porque Pas de deux alude al origen mismo de su investigación artística, con dos claros referentes de la lógica compositiva como son Elena Asins y Esther Ferrer.
El proyecto de Manu Blázquez pretende profundizar en un aspecto que está en la base de cualquier imagen, es decir, la superficie en la que se apoya, así como estudiar el “hecho pictórico” de manera completamente personal a la vez que científica.
El artista ha explicado que Pas de deux (Paso a dos) «hace referencia al contenido mismo del libro de artista que presento en esta exposición: en cada uno de los pliegos de esta publicación hay una relación de dos formatos estandarizados de lienzo que es el objeto de todo este estudio”.
Según Manu Blázquez “son unos formatos que nacen en el siglo XIX, o un poco antes, y que a día de hoy todavía trabajamos con ellos de una forma casi automática porque están dentro del mercado. La mayoría de veces a penas pensamos en esas estructuras, en esas dimensiones sino que directamente las dotamos de contenido pero sin pensar en el sentido de ese formato, por qué la superficie tiene esas dimensiones”.
Según explica Nekane Aramburu, en el texto del catálogo que acompaña a la muestra “la última práctica «editorial» de Manu Blázquez se basa no en una serie de pinturas sino en un juego interno respecto a la propia ontológica de la pintura y sus formatos. Con este proyecto además de realizar un ejercicio artístico, constituye un dispositivo pedagógico que ya venía implícito en los textos de Gérard de Lairesse”.
Manu Blázquez toma como referencia las tres familias de bastidores para lienzo: Figura, Paisaje y Marina y explora sus propios límites estandarizados. Lo que se puede ver en la Sala es un facsímil digital, generado por el artista, de este antiguo decálogo que se despliega ordenado en ocho mesas, formando una suerte de sinfonía, de danza “pas de deux” generada por la lógica matemática de las 513 combinaciones resultantes.
Según el artista “la intención es que de una visita a la exposición puedas leer el contenido de este tratado, la cara A y la cara B, que genera un ritmo en la parte mediana del pliego que acentúa su carácter musical”.
La exposición incluye dos series de lienzos y una pieza autónoma, donde la investigación se traslada al terreno bidimensional, con dos masas grises que se superponen y que dejan ver un tercer cuerpo que es el propio lienzo en blanco.
Aramburu define a Manu Blázquez como “un artista conceptual que utiliza lo gráfico y la pintura para generar escenarios en los que lo bidimensional implosiona y arrolla al espectador desde lenguajes íntimos recurrentes en otros creadores tanto antiguos como contemporáneos. Estos códigos preexistentes conducidos por su mano son actualizados produciendo nuevos juegos a desarrollar en espacios cerrados perfectamente controlados”.
El artista ha incidido en que “se trata de un análisis muy visual”. En la exposición geometría, música, lienzo y pintura se combinan en un deseo casi utópico por abarcar conocimiento y belleza.