Siempre me ha costado horrores presentarme y más en un contexto tan pretencioso como podría resultar una entrevista, no sé si por que siento que me es imposible embotellar toda mi esencia y mi persona en un párrafo o dos, o simplemente porque nunca viene bien enfrentarse al inmenso síndrome del impostor con el que convivimos casi todas.

“Aprendiz de todo maestro de nada” es un dicho con el que siempre me he sentido muy identificada. Me he pasado horas y horas lamentándome al unísono con todas mis otras amigas artistas polifacéticas multidisciplinares o como las quieras llamar. ¿Por qué no pudimos tener una vocación única e inconfundible?¿Por qué lo queremos hacer y probar absolutamente todo condenándonos así a la nada sustancial? Aún tengo que seguir autoconvenciéndome: quizás mi camino es no seguir un único camino y eso está bien. A veces quisiera ver una sola vía sin bifurcaciones pero lo cierto es que eso me hubiera privado de un sinfín de experiencias maravillosas y quizás esas son las que le dan sentido a todo y, al final tan solo se trata de dejar de aspirar a la excelencia. Quizás la excelencia está en la intención y ese es el elemento transversal del que tanto se habla. Ya sea dando un concierto, diseñando un cartel, dibujando, fotografiando, peleando o simplemente viviendo.

Una canción:

Como a la mayoría, me resulta imposible tener un algo favorito, sobre todo hablando de la música que ha sido desde que tengo uso de razón mi mayor objeto de fascinación precisamente por su inmensidad, pero supongo que si tengo que recomendar una canción que os permita conocerme un poco mejor os podría decir Break Down the Walls de Youth of Today, junto al resto del álbum.

Una película:

Hedwig and the Angry Inch. Simplemente icónica y una de mis muchas películas confort.

Un montaje escénico:

Hace unos años fui a ver una representación de Bastián y Bastiana de Mozart que formaba parte del proyecto de difusión cultural Les Arts Volant. La iniciativa consistía en crear una ópera itinerante con un escenario sobre ruedas que permitiera llevar la ópera a barrios y localidades con menos recursos y que normalmente no podrían acceder a una experiencia como esta. La verdad es que fue maravilloso poder disfrutar de toda la riqueza de una ópera muy bien ejecutada, con un formato tan poco común y en mitad de la plaza de un barrio valenciano cualquiera. A la par que me emocionaba por la obra y todo lo que la rodeaba, me ilusionaba sobremanera ver la cara de fascinación de los niños del barrio que en su mayoría simplemente pasaban por allí con sus familias y decidieron quedarse por la más sincera curiosidad, captados por esa música tan extraña y lejana a ellos y esa estética clásica inundada en detalles.

Una exposición:

Aunque he de decir que cada vez me entusiasma menos el formato de exposición más convencional, lo cierto es que he tenido la suerte de ver muchas exposiciones maravillosas desde mi infancia y me sería muy difícil elegir una sola, en parte porque siento que mis gustos y necesidades culturales están en constante cambio.

Diría que el Museo Arqueológico de Alicante (MARQ) tiene cierto valor emocional para mí al ser el primer museo que pude frecuentar. Mi madre es antropóloga y una de las mujeres más cultas que he conocido nunca, y he tenido la suerte de poder recorrer decenas de museos de todo tipo con ella haciéndome de guía privada contándome la historia detrás de cada obra y, cuando se le escapaba algo, solíamos escabullirnos entre los grupos de las visitas guiadas para enterarnos de algún detalle más. Me crié en Alicante donde la oferta cultural no es especialmente amplia y el MARQ es sin duda su museo más rico, (además de ser la especialidad de mi madre), con lo cual fue un espacio que frecuentamos mucho. La última exposición que vimos juntas allí fue El Legado de las Dinastías Qin y Han. Los Guerreros de Xi´An, con un montaje muy cuidado y unas piezas realmente impresionantes.

Si bien es cierto que siempre he conectado mucho más con las exposiciones de artes plásticas, creo que precisamente esa diversidad cultural a la que me expuso mi madre desde tan pequeña, me hizo desarrollar la sensibilidad artística que me ha llevado a ser la persona que soy hoy y, por ello doy gracias.

Un libro:

El mes pasado tuve la gran suerte de viajar a Estambul con mi grupo para dar un concierto que formaba parte del evento de presentación del primer libro/fanzine de la serie Antipode de Doga Sultan. El proyecto pretende explorar la escena underground y DIY de diferentes regiones del mundo y sus diásporas, y en este número, se adentra en la contracultura del norte de África y el sudeste de Asia. Sin duda una publicación maravillosa y muy necesaria en el contexto actual.

En el avión de vuelta a casa leí también Circuito Cerrado de Vigilancia de Mayte Gómez Molina, que consiguió sacarme una lagrimilla en ese momento de absoluto agotamiento físico que te deja completamente vulnerable y el blanco ideal para esa poesía tan cercana y accesible que parece que habla por ti.

Una serie:

Podría decir mil pero quedémonos con la santísima trinidad de las chicas desquiciadas: Fleabag, Girls y Sexo en Nueva York.

Un podcast:

No soy muy consumidora de podcasts pero Bimboficadas siempre se siente como una charla divertida con amigas perfecta para una tarde aburrida en casa.

¿Quién te gustaría que te hiciera un retrato?

Nunca me he sentido nada cómoda posando. Me pongo rígida y tensa como un hierro y por algún motivo pierdo toda mi capacidad de ser, pero si tuviera que elegir creo que se lo pediría a mi amigo fugaz Pau Roda para que me transforme en alguna de sus extrañas criaturas fantásticas y de alguna forma poder vivir en su universo de colores y locura.

Una comida:

La pizza. Nunca me canso y mira que no le doy tregua!

Un bar de València:

El Olibar.

Una calle de València:

Podría abrir Google Maps y buscar alguna que me guste o tenga algún tipo de valor sentimental para mí pero siendo totalmente honestos, soy terrible con los nombres de las calles y aún me cuesta incluso pensar cuales son las calles colindantes a la casa donde me crié.

Un lugar de València que ya no exista:

Nvcli. Aunque siga viva de forma itinerante, aquella nave en mitad de l’Horta Nord fue de los primeros espacios autogestionados que conocí al llegar a Valencia y me acercó a muchos mundos y personas nuevas.

¿Con quién te tomarías un vermut?

Soy abstemia (Straight Edge), pero siempre estaré lista para acompañar a mis amigas a la hora del vermut con mi bombón del tiempo!