Entre treinta y sesenta minutos. Esa es la duración que debe de tener una película para que se le considere un mediometraje. Si es inferior será un corto y si es superior un largo. De esa escrupulosa medida saben mucho en La Cabina, festival que acoge (del 3 al 13 de noviembre) estas cintas por noveno año consecutivo. Paul Thomas Anderson, Johnny Depp, Akira Kurosawa, José Luis Cuerda o Aki Kaurismäki toman el relevo de Mike Leigh, Federico Fellini, James Franco, Chema García Ibarra o Kung Fury, de la edición pasada. Nombres que son la punta de lanza de un certamen con una programación llena de historias muy apetitosas.
Sección Oficial: De Trump, Tito, un nuevo órgano sexual, chicas que hacen beat box, hombres que secuestran perros y más asuntos
En su Sección Oficial, pero fuera de concurso, se incluye «The art of the deal«, film que parodia el libro del mismo título firmado por Donald Trump. El mencionado Depp da vida al estrambótico y racista aspirante a la presidencia de los Estados Unidos. Junto a él, en el reparto, grandes secundarios de distintas generaciones como Ron Howard, Alfred Molina, Stephen Merchant o Robert Morse.
Francia es el país que más títulos aporta a este apartado del festival. Nueve películas (con capital totalmente galo o en régimen de coproducción) que van desde la valiente «Haramiste», sobre el despertar hormonal (a ritmo de yeyé francés) de una adolescente, inspirada según su director Antoine Desrosières en «Une sale Histoire» (Jean Eustache, 1977); hasta «The Mouth» (Thomas Aufort), un mumblecore deslenguado (con participación estadounidense) que bebe mucho del universo de Michel Gondry, en torno a una chica (Diane Rouxel, a la que se pudo ver en «The Smell of Us», de Larry Clark) que practica el beat box; pasando por la que debe de ser una de las cintas del certamen: «Clitopraxis», de Emmanuel Laborie, una comedia todoterreno sobre el descubrimiento de un nuevo órgano sexual en la que confluyen Blake Edwards, Woody Allen, los hermanos Farrelly o Judd Apatow.
El resto de mediometrajes del país vecino son «Iceberg» (Mathieu Z’Graggen), sobre el cuidador de una pista de hockey que nunca la ha pisado con patines y con Aurelia Poirier en el reparto; «La gruta» (Vincent Le Port), fantasmagórica historia de la desaparición de una niña y galardonada en el Festival de Clermont-Ferrand; «Dolça» (Laure Bourdon), relato de un amor veraniego intergeneracional; la coproducción con Georgia «El funeral» (Tornike Bziava), en el que el protagonista asiste al entierro de un desconocido participando activamente en el mismo; «Un gran silencio», ópera prima de Julie Gourdain, con colaboración ecónomica belga, que nos traslada a un internado católico en el que conviven adolescentes embarazadas; y «Limbo», película francogriega sobre una comunidad infantil en un pueblo costero, dirigida por una vieja amiga de La Cabina, Konstantina Kotzamani.
El caso de la cineasta helena no es único. El español Lander Camarero también repite en el festival. En esta ocasión participa con «A Revenge Story», la venganza del activista y bloguero (de ficción) Mark Figueroa después de una traición amorosa, con música de Alonso Garzón, músico nominado en su día a los Premios Jerry Goldsmith por la banda sonora de «The owner». «Tres noches» (José Antonio Fernández Romeo), sobre los miedos y rutinas de un vendedor de periódicos nocturno y «San Cristobal», del chileno Omar Zúñiga Hidalgo (responsable de uno de los fragmentos de «El color del tiempo»), que denuncia la homofobia de una pequeña ciudad de provincias, completan el apartado hispanoamericano.
Una de las alegrías que ofrecen los festivales es descubrir cinematografías poco habituales en nuestras salas de cine. En La Cabina habrá representación de Macedonia, Finlandia o Polonia. «Éclair» (Marko Gjokovic) pertenece al primero de los países y es, a priori, una comedia de tintes clásicos sobre el mito local en torno a una villa en la que se preparaba un menú diario y distinto por si el mariscal Tito aparecía a repostar. «Discos y fotos«, de la nórdica Pia Andell es, más allá de su sugerente título, una historia sobre las historias ocultas que se descubren casualmente. Teniendo en cuenta las noticias que llegan últimamente de tierras polacas, resulta oxigenante encontrarse hasta con cuatro films de allí en la Sección Oficial. Los que basculan sus argumentos entre situaciones cómicas que surgen del día a día que permanece oculto, como en «El secuestrador de perros» (Daria Woszek) o «El día de la abuela» (Milos Sakowski) y los que parecen lucir querencias más occidentales y de género en sus temáticas como «Inquilinos» (Klara Kochanska) o «Ameryka» (Aleksandra Terpinska).
La nutrida oferta se cierra con las alemanas «La granja solitaria» (Christian Zipfel), con aires de western crepuscular pasado por el tamiz de Dreyer; la inquietante «La broma de Mendel» (Tatiana Fedorovskaya); la comedia de iniciación «La balada de Ella Plumhoff» (Barbara Kronenberg) y «Storm Cells» (Jakob Schmidt), thriller protagonizado por un joven al que su madre abandonó cuando tenía 6 años; y las austriacas «Cariño» (Sebastian Schmidl) y «El hermano» (Christian Becker / Oliver Schwabe) con la incomunicación como tema transversal de ambas.
Amalgama: El guitarrista de Radiohead, una adolescente cantando a Madonna delante de un espejo, el puño arriba o mujeres que se confiesan mientras les lavan la cabeza.
Nacida el año pasado para dar cabida a películas de no ficción o en otros lenguajes (documental creativo, cine experimental, video-arte, videoclip,…), la sección Amalgama (nombre a la mayor gloria de Iván Zulueta) crece en número de obras seleccionadas e interés. De los diez mediometrajes que se exhibirán destaca «Junun», del director Paul Thomas Anderson, que cuenta con la participación de Jonny Greenwood, guitarrista de Radiohead.
Menos conocida, pero muy reivindicable, es la cineasta Jennifer Reeder, a la que La Casa Encendida le dedicó el mes pasado (dentro del she makes noise) una pequeña retrospectiva de tres títulos, entre los que se encontraba «A million miles away» (2014), presente en La Cabina. El activismo feminista nada panfletario de la directora vuelve a estar presente en una historia sobre las relaciones entre las integrantes adolescentes de un coro y su profesora. La propia Reeder la describe como si John Hughes y David Lynch tuvieran una cita, pero siendo mujeres. Sin olvidar la importancia que suele tener la música en sus cintas, aquí con una sobrecogedora versión del «Like a prayer» de Madonna.
Pero Kvesic traspasó los círculos intelectuales cuando prometió quemar delante de una librería de Zagreb los casi 500 ejemplares que le quedaban sin vender de su libro «La introducción a P. Kvesic». La sangre no llegó al río porque dos distribuidoras se hicieron cargo de ellos. El escritor croata es el protagonista y director de «Mientras hay vida, hay esperanza», pieza documental en la que reflexiona en torno a la pérdida de fuerzas y la fuerza para enfrentarse a la pérdida.
La representación española en Amalgama es cuadruple. La necesaria reivindicación de la militante republicana y comunista Rosalía Sender Beguer en «Rosalía» (Víctor Conca), la multivisión sobre la Universidad Laboral de Gijón donde se fraguó el escalofriante proyecto franquista del Nuevo Orden en «La ciudad del trabajo» (Guillermo G. Peydró), el retrato del trabajo alienante en un call center de Nike, en Amsterdam, de «La sonrisa telefónica» (Aitziber Olaskoaga) y el testimonio de Gilad Shalit, soldado israelí preso durante cinco años y liberado a cambio de 1.027 prisioneros palestinos, en «Freedom to kill the others children», de David Varela.
Haciendo honor al significado de la palabra que bautiza esta sección, tres son las películas que quedarían por añadir. «Women in sink» (Iris Zaki) en la que gracias a una cámara instalada en la pila de lavado de una peluquería en Israel seremos testigos, mudos e invisibles, de las conversaciones sobre política o amor de sus clientas judías y árabes; «A Man Returned» (Mahdi Fleifel) donde conoceremos a Reda, de 26 años, que después de escapar de un campo de refugiados palestinos acabó encallado tres años en Grecia y adicto a la heroína; y «Sparks» (Chiara Caterina y Francesco Napoli), posiblemente la propuesta más experimental de todas.
Inédits: José Luis Cuerda, Akira Kurosawa y Abbas Kiarostami se van de tapas
Este es el escondite en el que los cinéfilos más clásicos se pierden durante los días que dura el festival. Son mediometrajes de directores consagrados que, por la dificultad de distribuir este formato, son poco conocidos. Es el caso de «Los hombres que caminan sobre la cola del tigre» (Akira Kurosawa, 1945), «Agárrate el pañuelo, Tatiana» (Aki Kaurismäki, 1994), «Paris se’n va» (Jacques Rivette, 1981) o «Koma» (Naomi Kawase, 2009).
La Cabina debe su nombre a una grandiosa película del mismo título, dirigida por Antonio Mercero en 1972 e interpretada por José Luis López Vázquez. Una producción de RTVE, igual que «Total» (José Luis Cuerda, 1983), una de las cintas seleccionadas para estos inéditos. Un hito en el humor que no goza ni del prestigio ni de la popularidad que merece. Una obra maestra germén de lo que después sería «Amanece que no es poco» a la que supera en todo. «Margarita y el lobo» (1969), de la alicantina Cecilia Bartolomé, completa la presencia española en este apartado.
La presencia de Jean Eustache (con «El jardín de las delicias de El Bosco», 1980) está mas que justificada por cuestiones cinematográficas, pero a la vez sirve para redondear la programación estableciendo conexiones con la Sección Oficial en la que participan dos admiradores confesos de su filmografía como Antoine Desrosières y Thomas Aufort. Por su parte, «La experiencia» (Abbas Kiarostami, 1973) es el mejor homenaje posible al cineasta iraní fallecido este verano.
Conciertos con proyecciones de Ratolines y Luna y panorama de los insectos, una selección de mediometrajes del palmarés del Festival de Cinéma de Brive o un curso de periodismo cultural son algunas de las actividades paralelas del certamen. Horarios e información más detallada, en la web de La Cabina.