El mapa festivalero en Valencia ha crecido de manera ostensible en los últimos meses. Tiempo habrá para reflexionar sobre este auge; analizar los rasgos de los que, por selección natural, tienen más probabilidad de sobrevivir; averiguar si hay demanda para tanta oferta; y considerar la relación existente entre la nueva realidad que vive la ciudad y este florecimiento. Otro factor importante de estudio será establecer la conexión entre esos certámenes nóveles y los que ya llevan celebrándose, en un contexto menos propicio, varios años. En qué medida, estos últimos han abierto un camino o han servido de motivación e influencia para los recién llegados. No hay que olvidar que si hablamos de festivales, nacer es difícil, mantenerse bastante complicado y saber crecer muy muy complejo.
El Festival 10 Sentidos es un buen ejemplo de superación de todas esas etapas. Encara su quinta edición (del 17 de mayo al 19 de junio) en un estupendo momento de forma. Sigue teniendo muy presente los dos propósitos por los que nació, «por un lado establecerse como un escaparate y cita en la ciudad con las artes escénicas más vanguardistas, y por otro servir como espacio de encuentro y reflexión para artistas con distintas capacidades», pero como es aconsejable en este tipo de convocatorias, ha sufrido una evolución que ha llevado a que se transforme «en un lugar de debate y de proyección en el que caben todo tipo de artistas y en el que la diferencia más que un hándicap es una virtud».
La locura ( «A lo caos» es el lema) es el telón de fondo de este año. Una edición en la que se han multiplicado los espacios de celebración, extendiendo su ratio de accción por la ciudad. De hecho, parte de la programación no se podría entender de otra forma. Es el caso de «A Tower Of Emotions Will Emerge From This Room (ATOEWEFTR)». Soren Evinson y Charlie Hope vendrán desde Londres para ocupar la Plaza del Ayuntamiento durante 7 días y acompañados de una docena de performers valencianos. Del trabajo que realicen conjuntamente surgirá una instalación, en la que posteriormente ofrecerán ocho actuaciones. Así transformarán un espacio público, y muy reconocible, en otro, prolongando (en la mente de los espectadores) la experiencia vivida durante mucho más tiempo del que durará el festival.
Ada Vilaró les cogerá el relevo en el mismo lugar, aunque más desamparada. Durante 24 horas permanecerá allí sin nada. Sin móvil, dinero, dni, llaves o cualquier otro objeto. Permanecerá sola, sin moverse, en silencio, sin bebida ni alimentos y serán los transeuntes los que deberán por motu propio facilitarle lo que consideren oportuno, pasando a formar parte desde ese momento de la propia obra. En «Públic, present 24 h» (que así se títula la acción), la artista únicamente dispondrá de una serie de pizarras para poder comunicar sus necesidades. La italiana Kati Giuliani también empleará la vía pública como soporte de su representación «Can you hear me?». Una instalación urbana compuesta de diez pósteres de grandes dimensiones (situados en ubicaciones cercanas a las sedes del certamen) que buscarán la interacción con los ciudadanos.
Si se tuviera que hablar de un cabeza de cartel, todas las miradas apuntarían a Sharon Eyal. La coreógrafa israelí estrena en España «OCD Love», una reflexión sobre los trastornos obsesivos-compulsivos aplicado a la relaciones amorosas. Eyal vuelve a trabajar desde el interior para extraer su necesidad creativa. En más de una ocasión ha declarado que no utiliza espejos cuando ensaya sus obras porque apela a los sentimientos y a lo que sus bailarines puedan arrancar, cada uno, de dentro de ellos. Un viaje, pues, a la sala de máquinas de los que padecen esta alteración. Sin afán de consuelo, sino intentando extirpar o comprender los motivos.
En parecidos parámetros se mueve «Self», con Matxalen Bilbao y Robert Jackson. Una búsqueda de la identidad personal, en este caso a través de las similitudes y diferencias respecto a los demás. La danza en su máximo esplendor comunicativo y narrativo. Será uno de esos momentos del 10 Sentidos que, seguramente, despierte más aplausos. También «Bichos» ahonda en las relaciones sociales, aunque con el particular de estar protagonizada por animales humanizados. El montaje, dirigido por el portugués Henrique Amoedo y última creación (hasta el momento) de la compañía Dançando com a diferença, que tiene en su elenco a personas con y sin discapacidad, desnuda ciertos comportamientos que se supone deberían ser ajenos a los seres racionales.
Una de las grandes novedades de la edición de este año del festival ha sido traspasar la línea de la exhibición de obras, para adentrarse también en la producción de las mismas. Dos montajes han contado con ayuda del 10 Sentidos, «Moira» y «Après moi, le déluge». La primera es el debut del colectivo Led Silhouette, dirigida por Jon López y con el suicidio de Marilyn Monroe como hilo conductor de la misma. La segunda cuenta con la firma de la compañía La Veronal, creada por Marcos Morau, Premio Nacional de Danza 2013. A partir de la frase que sirve de título, históricamente atribuida a Luis XV, se reflexiona «en torno al concepto del caos escénico desde el punto de vista perceptivo. Existe una supervivencia de lo visible, aquello que podemos nombrar y ver. La oscuridad siempre nos ha causado pánico».
Fieles a su compromiso con los discapacitados, se recogen dos propuestas cuyo interés va más allá de que ellos sean partícipes o reflejen su realidad. Bárbara Díaz y Eneko Lorente son los responsables de «coreOTROpías», un proyecto vehículado a través de la danza, llevado a cabo por un grupo de internos de salud mental, que permite a sus creadores investigar sobre los procesos normalizados de exclusión o internamiento. «El mirador de las palabras que no puedo decir» es una obra de la compañía Bambú, que trabajan «para la inclusión social de actores con o sin diversidad funcional (discapacitados físicos y sensoriales) y la sensibilización social». Cuenta la historia de X y Z, ambos tienen problemas de comunicación e integración en este mundo tan tecnificado que nos ha tocado vivir. Curiosamente, identificar que padecen lo mismo les permitirá salir adelante.
Los más jóvenes también tienen su protagonismo en el festival. «Adolescer 2055» narra las 24 horas en que un grupo de adolescentes se enfrenta a un peculiar proceso de adopción. Es una producción de Primera Toma (que cuenta con la colaboración de Javier Gutiérrez y Silvia Marsó a través de un audiovisual), una compañía de jóvenes actores que promueve espectáculos dirigidos a espectadores de su franja de edad, uno de los grandes agujeros negros del teatro actual. Por su parte, los escoceses de Birds of Paradise pondrán en escena «Wendy Hoose», una comedia sexual explícita sobre dos veinteañeros, Laura y Jake, que han cerrado una cita a través de una app de contactos.
Son algunas de las propuestas que recoge este año el Festival 10 Sentidos. Hay más, conciertos, exposiciones, talleres, cine, actividades para los más pequeños, títeres, series de televisión,…e incluso dos rutas muy especiales por galerías y librerías de la ciudad. La programación completa se puede consultar en la web del certamen.