Al Salón Erótico de Valencia hay que agradecerle que en estos momentos coincidan dos exposiciones, en la ciudad, con el sexo como eje central. Coordinadas por MacDiego, es una buena oportunidad, también, para acercarse a la obra de determinados artistas desde otras claves.
Espai Rambleta y la Galería Mr. Pink son los espacios que acogen este festival al que, tal vez, se le podría reprochar que acaba enseñando más que insinuando, consiguiendo cierta saturación genital. Pero en el sexo, como en todo en la vida, vale la pena aplicarse aquello de los gustos y los colores.
La muestra que se lleva a cabo en Espai Rambleta es como un buffet libre libidinoso en el que cada cual puede picotear aquello que más le guste. Y hay desde obras que se acercan al tema de manera más conceptual hasta otras que de lo explícitas que son acaban provocando cierto rechazo (ojo, no por razones pacatas, sino de buen gusto).
Yo me quedo con las fotografías de Victoria Iranzo (la foto del pantalón estampado un párrafo más arriba es suya); con el collage de Xavier Monsalvatje; la sugerencia en estado puro de Nacho Casanova; la visión antropológica de Alex Francés; la luminosidad de Ulises Pistolo (suya es la figura que encabeza este artículo); la composición de Pol Coronado; la reinterpretación de un clásico (Las señoritas de Avignon) en clave erótica de Mai Hidalgo; el perturbador universo de Juan Domingo; el dibujo y la narrativa de Paula Sanz Caballero; la arquitectura sexual de Miquel Navarro; o la elegancia sensual de Paula Bonet.
Ese tobogan fálico de Miquel Navarro, situado encima de estas líneas, tiene un alma gemela en la muestra que se puede visitar en Mr. Pink. Se trata de la obra del talentoso Luis Demano. Su viñeta, junto a las de Manuel Bartual son un punto y aparte en esta otra exposición centrada en el mundo del cómic. Ambos priorizan el humor frente a la tendencia agresiva del resto.
Dibujos de Jordi Bayarri, Sergio Bleda, Josep de Haro o un Paco Roca, totalmente alejado de sus historias en pijama, conforman un fresco sexual donde los coitos, las felaciones e, incluso, la violencia adquieren todo el protagonismo. Las paredes de la galería no sólo acogen página de cómics ya publicados, sino originales que permiten ver cómo se iban esbozando esas imágenes finales.