A la suma de maravillas que nos ha proporcionado Reus: Gaudí, Buenafuente, el vermut… Se le añade una última adquisición: Moderna de Pueblo. Un personaje perpetrado por la aguda mirada de Raquel Córcoles, una chica que un buen día abandonó el pueblo para marchar a la gran ciudad.
De su experiencia surgió un primer cómic, Soy de Pueblo (Glénat), al que le siguió otro con temática más sentimental, Los capullos no regalan flores (Lumen). Ácida y tierna a partes iguales, sus viñetas (que se disfrutan o han podido disfrutarse en El Jueves, Cuore o El Estafador) retratan como nadie la juventud del postureo, los hipsters, los culturetas, las redes sociales o como la quieras etiquetar.
Muchos referentes para una sociedad que fluye a tal velocidad que necesitamos a Moderna para digerirlos. Como bien dice refiriéndose a su modelos “nunca he entendido como consiguen retener tanta información”. Raquel estuvo en Valencia participando en la I edición de las Quedadas de Florida Universitària con Albert Espinosa.
Antes que nada felicitarte porque Los capullos no regalan flores ya va por su 4ª edición…
Raquel Córcoles- Cuarta en catalán y tercera edición en castellano.
¿Cómo se recibe este éxito?
R- La verdad es que cada semana entro a ver los ránkings de ventas sólo para creérmelo. Me parece raro porque siempre esperas que vaya bien, pero no tanto. Pero yo soy siempre superpositiva; cuando le decía a la gente que iba a empezar un cómic, lo tomaban como un proyecto aparte, como un hobby… Incluso intenté meter gente en el proyecto y al final se iban porque decían que era mucho trabajo que no iba a llegar a nada. Y yo les insistía que sí, que puede ser un libro.
En la génesis de Moderna de Pueblo sois dos: Marta Rabadán y tú, ¿cómo surgió la idea del cómic?
R- Yo lo empecé sola cuando llegué a Madrid. Al ser seleccionada para la beca Conecta´t al Còmic (Carnet Jove 2010), ya había hecho 5 páginas de Soy de Pueblo y una viñetas para el concurso. Me dieron 3 meses para hacer el libro. Llamé a mi amiga (Marta Rabadán), que era diseñadora gráfica, “venga ayúdame” y tal; y a ella que es muy moderna, le encantó el tema. Hicimos el guión entre las dos. Al final lo dejó porque tenía un trabajo fijo bastante interesante, y yo me quedé con Moderna.
Fuiste la kamikaze…
R- Confiaba mucho en eso, curré muchísimo porque dejar mi trabajo por esto era como un sueño.
Los lectores de Moderna de Pueblo se ven muy identificados con las historias ¿Son 100% tú? ¿Hasta que punto son historias autobiográficas?.
R- A mí lo que me gusta es eso, que se sientan identificados, entonces no voy a poner nunca algo que sea como personal mío, de mi vida. Yo digo, esto me pasa a mí y nos pasa a todos, eso lo cuento. El segundo libro, Los capullos no regalan flores, es más personal, pero he visto que también le pasa a mis amigas, a mi hermana, le pasa a todo el mundo; y entonces digo, esto quiero contarlo.
Y aunque sea un halago salir en tus viñetas, ¿ no te temen tus amigos?.
R- Los guiones siempre los hago hablando con ellos. “Se me ha ocurrido hablar sobre esto, que puedo decir sobre este tema”, o “voy a hacer una viñeta sobre ti”; le digo.
Tu capacidad de análisis de la realidad, de recuerdo y de concreción es increíble
R- Yo creo que por paleta de pueblo llegué a Malasaña y no paraba de mirar y mirar a todos los lados, a la gente. Miraba como hablaban, miraba como se vestían. No era una observación pensada, era casi innata, por curiosidad. Como lo veía desde un punto de vista tan diferente, lo analizaba para intentar imitarlo a la vez. Para imitarlo lo tienes que analizar: “¿Cómo le queda tan bien esto?”, “¿qué hace?”, “¿qué lleva?”, “¿cómo consigue parecer tan guay?”, “¿por qué yo no?”.
Realmente, viviste un shock al llegar a la ciudad.
R- ¡Claro! Ahora mi hermana acaba de venir del pueblo también conmigo a la ciudad, y me reconozco en ella.
En cuestión de dibujar no te consideras una ilustradora. Pero tu resultado es alucinante, un dibujo sencillo pero lleno de detalles. ¿Qué técnica utilizas, colocas fotografías debajo…?
R- Es una labor de composición. Mira, dibujar a mano no sé dibujar. De hecho me viene gente a las firmas y digo “no dibujo a mano”. Cuando trabajaba en publicidad, un compañero mío manejaba el Ilustrator, le iba viendo y no me parecía tan difícil. Al fin y al cabo es una herramienta, algo que se puede aprender. Hice los primero personajes a mano y ya no me vi capaz de hacer el resto; entonces los escaneé, los tracé en el ordenador, y los iba usando para hacer varios guiones con los mismos dibujos. A raíz de ahí, llevo ya tres años y obviamente, vas mejorando. Porque antes tardaba una hora en hacer una mano y ahora un minuto. Eso te permite pensar más cosas. Para ser creativo en el guión, el dibujo tiene que acompañar. Miraba tumblers, cogía fotos, de carteles, cogía ideas… Por ejemplo, decía “voy a hacer la estantería de La Moderna”; pero no existía, porque mi habitación era una habitación cutre, con la pared que se caía a cachos. Yo quería dibujar una estantería con su cámara lomo, discos de moda, una guitarrita… Una ficción. Pues bueno, búscate las fotos…
Para la presentación del segundo cómic, Los capullos no regalan flores, hiciste una animación, y la verdad es que a la Moderna le sienta muy bien el movimiento. ¿Te imaginas que el futuro pasara por una película?
R- Me encantaría, de hecho el vídeo lo tuve que hacer súper rápido, antes del libro, cuando yo no lo tenía aún claro. Y me quedé con ganas de hacerlo bien, porque para mí fue como bueno, algo para salir del paso. Pero me encantó. Si tuviera tiempo y realmente, me pudiera dedicar a ello, yo encantada.
Si se llevara al cine el personaje pero en carne y hueso, ¿qué actriz sería la más moderna?
R- (Risas) ¡ Mi hermana!
¿Es actriz?
R- A ver, está estudiando Derecho pero ella siempre ha querido ser actriz. Se ha mudado a Madrid y se ha apuntado a Interpretación y yo siempre se lo digo “Sandra, tú mejora que si hago una peli, te pongo a ti”. Además la veo, obviamente.
Juanjo Sáez, que por cierto, ya tiene su serie de animación en TV3, Arròs covat, fue el culpable de que te metieras en esto .
R- Yo era muy fan de él, y cuando saqué Soy de Pueblo fui a verle el primer día a la Feria del Cómic y se lo regalé. Le dije “gracias a ti, yo he hecho esto”. También me enseño que no hacía falta tener el dominio del dibujo para expresar sentimientos, entonces perdí un poco el miedo en ese sentido. Y además, pensaba que los cómics sólo podían ser de superhéroes y con él descubrí una temática cotidiana, diferente.
Aunque él es más autobiográfico, ¿algún día Moderna se quitará metafóricamente las gafas y nos contará más de su intimidad? ¿Hay cierto pudor en contar historias más personales? Por ejemplo, te has declarado también fan de autoras como Marjane Satrapi que narran historias muy de dentro.
R- Yo quiero que La Moderna caiga bien, si yo me expongo mucho y caigo mal, se lo transmito a ella. Aunque interiorizar más podría ser una evolución natural. Por ejemplo Los capullos no regalan flores tiene una temática más sentimental, algo que Soy de pueblo no me lo planteaba, tocar sentimientos. Al final, acaba siendo algo más personal, pero siempre manteniendo esa universalidad de que nos ha pasado a muchas. También me lo pedía la editorial, lo he hecho “a petición de” pero me apetecía.
¿Qué otras referencias tienes en cómic?
R- Jeffrey Brown, que es un autor como muy intimista. También Powerpaola. Y luego está la argentina Agustina Guerrero que tengo el placer de conocer por la editorial y me gusta porque somos una piña.
El salto de Glénat a Random House Mondadori ¿cómo ha sido?
R- Una pasada. Glénat es una editorial muy pequeñita que obviamente, confían en ti y hacen lo que pueden. Y llega Random y es como una proyección hacia el futuro. Además mi editora me ha tratado como de la familia, como una hija. Confían un montón en mí.
Moderna te ha traído cosas muy buenas como un viaje gastronómico por México…
R- Una cosa más rara, yo decía ¿qué hago aquí?. Fue un show impresionante porque no conocía la gente con la que iba. No había nunca viajado más lejos de París con el viaje de fin de curso, o de compras a Topshop de Londres. Y nada, yo soy muy de pueblo en ese sentido y entonces era como comer cosas raras todo el día, pero aún así fue una experiencia genial; aunque no dejara de preguntarme:“¿qué he hecho yo para estar aquí?”.
¿Y te imaginas el viaje a la inversa: la urbanita en el pueblo? ¿Daría tanto juego?
R- Puede dar juego para tres meses de verano en el pueblo, puede ser divertido. En Soy de pueblo se trata un poco el choque que hay cuando vuelves. Yo no encajaba ni en el pueblo, ni en la ciudad. A veces voy al pueblo y me siento un poco estúpida, como que vivo en la burbuja de la ciudad; me creo que si no miro twitter cada día se acaba el mundo. Y mi familia, y mis amigos de allí, pasan de todo eso. Entonces pienso que soy yo la tonta. Va bien para el cerebro, sanearse en ese sentido, podría dar para muchas situaciones.