Lo dice Álvaro Pons en la contraportada: «No van a leer ustedes un mejor relato de ficción política contemporánea que Primavera para Madrid«. Poco se puede añadir. El códice que firma Magius (Diego Corbalán, Murcia, 1981), en un esplendoroso blanco y negro, impreso en páginas doradas por Autsaider Cómics, es imprescindible tanto por lo que cuenta (es tal la magnitud de la mugre corrupta que era necesaria recopilarla para que no se olvide) por cómo lo cuenta. Del pequeño Nicolás a Juan Carlos I, pasando por el PP madrileño y sus satélites o reconocibles periodistas, supuestamente, progresistas. Un viaje por las cloacas del poder de este país. Todos con otros nombres, pero basado en hechos reales.
¿La realidad supera la ficción? ¿Temiste que en algún momento ocurriera?
Magius: Justo al final del proceso de elaboración del códice, en pleno confinamiento de marzo, saltó el escándalo del comunicado de la casa real con respecto al rey emérito y su posterior huida/exilio. Sí, fue un poco inquietante, pero al fin y al cabo, si se lee el códice la cosa apunta hacia los escándalos que han sacudido a la monarquía. Se sabía ya que algo olía a podrido, pero lo de marzo fue la confirmación. En el libro se sugiere la idea, y creo que queda bien que no sea tan explícito, una sospecha siempre es más sugerente y reveladora que la confirmación.
Hablando de realidades, ¿podemos decir que es tu trabajo más realista?
Es evidente, tanto el dibujo, que es mucho más realista que mi anterior trabajo, El Método Gemini, como la historia que está muy basada en la realidad. Pienso que la realidad es siempre mucho más sorprendente que cualquier historia inventada, y cuando se investiga surgen detalles que son difíciles de creer, pero que están ahí. En mi anterior libro había desarrollado una historia real sobre la mafia de Nueva York en los setenta, pero el dibujo era muy caricaturesco, al estilo de Robert Crumb, y a la gente le chocaba por el contraste tan extraño que producía. Para este nuevo, pensé en hacerlo más realista y con un estilo que se saliese un poco del cómic, con una estética más de periódico o revista, con escenas y escenarios amplios que desbordasen la página, lo que ayuda a que no sólo sea un «cómic», sino que sea algo más allá.
¿Cómo fue el proceso de documentación?
La idea surge cuando escuché un podcast que hablaba sobre un empresario que había sido acusado de ordenar el apuñalamiento de su dermatóloga. Para más inri, el empresario era amigo de gente muy importante dentro del estado. Antes de eso, ya conocía a los personajes implicados, pero aquella historia me impactó, porque era algo a lo que no estaba acostumbrado… parecía una película de la mafia. La documentación consistió en noticias de periódicos digitales, tanto de un signo como de otro. En el códice nada se da por hecho, ya que no hay sentencias ni nada por el estilo, pero es una muestra del estado de las cosas en un país donde se ha generalizado la corrupción, y donde, sorprendentemente, ha dejado de sorprender y alarmar. El tema me interesó desde el primer momento, en cuanto terminé El Método Gemini, me puse a investigar para Primavera para Madrid.
¿Ventajas e inconvenientes de trabajar con personajes reales (aunque ocultos con otros nombres) desde el punto de vista creativo?
Ventajas todas, porque la realidad siempre es mucho más fértil y potente. Hay cosas que he cambiado de los personajes, en cuanto a nombres y detalles físicos, pero lo importante, que es la historia, está casi tal cual. Hay licencias narrativas y alguna escena fantástica o lírica de por medio, pero creo que inventar tramas ficticios y exagerar los hechos hubiese convertido la historia en una broma y hubiese ocultado la cruda realidad. Por eso, he intentado no convertir Primavera para Madrid en una especie de thriller policiaco o noir con asesinatos, seres siniestros inverosímiles ni policías malencarados investigando.
Siendo un cómic con muchos personajes, mucha acción y diálogos, hay una serie de páginas en las que precisamente no hay nada de ello, pero que tienen una gran importancia no solo para separar tramas y contextualizar lo que se nos cuenta a continuación, sino también para mantener la tensión. Algo que tal vez sea muy cinematográfico. ¿Te interesa incorporar herramientas o lenguajes narrativos ajenos (al menos en parte) al cómic?
Sí que me interesa que el lector se sumerja en una atmósfera y un ambiente muy concreto, en este caso Madrid. Lo considero muy importante, ya que no sólo se trata de contar una historia, sino de narrar un ambiente cultural, el ambiente madrileño o español, que está muy identificado entre sí. Es cinematográfico en cuanto a escenas de paisajes de la ciudad, pero también es muy televisivo y mediático, en cuanto a que tiene un estilo muy de «prensa», de diario o periódico digital, y de inmediatez en cuanto a velocidad de la información. Por eso es importante la velocidad y el impacto en las escenas que se suceden. Supongo que también me gusta ese estilo de narración rápida, ya que no soporto los cómics de narración lenta y contemplativa, supongo que porque intentan dar una impresión de calidez o de algún tipo de sentimiento humano. La narración que yo utilizo es siempre mucho más «fría», sin sentimientos de por medio.
Hay toques de humor (necesarios para no ahogar la trama), que puede que en parte vengan determinados por el hecho de que no seas madrileño. Igual si el cómic estuviera realizado por alguien de allí hubiera quedado algo más intenso (asfixiante), menos interesante en ese sentido.
Los toques de humor sobre un tema tan oscuro creo que vienen por esa frialdad en la narración, por esa distancia con que se cuenta la historia, aunque el narrador sea un protagonista más. No creo que influya lo de ser madrileño o no, es una forma de no implicarse en ello, ya que los protagonistas están por encima del bien y del mal, no se les puede considerar ni madrileños, en realidad no lo son. Supongo que lo que quieres apuntar es que podría haberlo narrado con un estilo más «español», más enfadado y sentimental, pero en ese caso el discurso hubiese ahogado la historia que se cuenta, como dices.
¿Cómo surgió la idea de que no solo fuera en blanco y negro, sino dorado todo el cómic?
La genial idea del dorado fue de Ata (editor de Autsaider Cómics), la cual es tan publicitaria como estética y conceptual. Es la expresión visual de la idea que hay tras la historia, que es una historia de derroches sin pudores; de una clase empresarial pícara, aristocrática, derrochadora e incompetente, incapaz ya de ocultar su negligencia tras la fachada de «hombres de estado», y que ha corrompido a políticos y representantes de las instituciones. El oro del códice es el oro del imperio español, de un imperio de paletos y muertos de hambre. Es el oro que viene y se va, de un país en ruina. Creo que la edición en páginas doradas es acertadísima, y la mejor de un libro en muchos años.