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Foto: Eva M.Rosúa

Se ha celebrado Diálogos 2015 en la EASD, los encuentros sobre el diseño que ya van por su 12ª edición, lo que les dota de una robustez que se traduce en un interés pleno por parte del público, durante los tres días de celebración. Los Diálogos son la mejor excusa para debatir sobre el diseño en general y la profesión en particular. Razones no faltan. Aquí van diez:

1. ¿A quién le importa el Diseño más allá de a los diseñadores?
Los asistentes a #Dialógos2015 han copado hasta la bandera, el salón de actos y la biblioteca contigua (desde dónde se podía seguir las conferencias) de la EASD. No hay duda que apetece escuchar, preguntar, pero sobre todo encontrar respuestas. Las declaraciones de Mario Eskenazi a través de un vídeo Miopía  proyectado y realizado por  el estudio gráfico Atipus (en el que se reflexiona sobre el éxito y el fracaso) son un mazazo para la concurrencia: “Ya lo dijo Chermayeff, el diseño no es importante: un libro, una película, te pueden cambiar la vida. El diseño es un hobby muy bien pagado”. Viniendo del ganador de varios Premios Laus, la frase podría ser considerada una boutade, pero sirve para desengrasar y allanar egos (como en todas los oficios), aunque pone de relieve el sectarismo en el que ciertas profesiones se mueven; ¿o a quién en su sano juicio se le ocurriría asistir a un congreso sobre el futuro del periodismo, de no ser periodista?. Me quedo con ganas de saber cuántos ajenos hay en la sala, pero no paro de pensar hasta qué punto estos dos intangibles: información y diseño, determinan nuestros comportamientos. Un alumno exige una explicación a los ponentes: “¿Pero entonces qué es el diseño para vosotros?”. La respuesta, el silencio.

2. El cliente no es tan sólo un especialista en amargar la vida al diseñador.
Nunca se está lo suficientemente preparado para enfrentarte a un cliente. Este de todos los diálogos entorno al diseño, es uno de los más desconocidos. Al cliente se le intuye manipulador, ignorante, voluble… El cliente te corta las alas o te las puede dar. La clasificación es variada: esta el deseado cliente-a-todo-que-sí que parece ser la experiencia narrada por Atipus con aquel viticultor de la Alpujarra granadina que no puso ni una pega al diseño de unas etiquetas inspiradas en una de las habitaciones de la Alhambra para su exclusivo vino pese al coste de fabricación. O el cliente-experimentador como el señalado por la ilustradora Carla Fuentes al respecto de la implicación de grandes marcas en nuevos discursos publicitarios que confían en la ilustración como un nuevo medio de llegar al gran público. Pero el cliente-mosca-cojonera especialista en amargarte tu idea hasta convertirla en algo que ni soñaste existe como atestigua Puño. Ocurre y es habitual, enfrentarte a un diseño final en el que el diseñador ni se reconozca y con el que no se identifica. Martín Ruíz de Azúa pone el dedo en la llaga “nos hemos vuelto un proveedor más de la empresa, y la relación con el objeto diseñado ha de ser más exigente”. Porque al fin y al cabo el diseño vive del encargo como escucho ya fuera de estos diálogos a Alberto Corazón (en “Impresdincibles”, TVE), “del encargo pequeño y mezquino por su inmediatez y por el escaso futuro”. Por eso las palabras de Ionna Vautrin cobran sentido, al valorar un tipo de cliente con el que establecer, más allá de un solo diseño, un diálogo de colaboraciones. El cliente-fiel es el sueño del diseñador y el futuro.

3. Sin el Diseño los oficios morirán.
La interdisciplinariedad de la profesión como señala el fotógrafo Carlos Spottorno hace que sea necesario explorar otras áreas. De la asociación de contrarios surgen grandes ideas como su libro gráfico en formato de revista, parodiando a The Economist, The Pigs. Un juego de contrastres para contar por primera vez, las cosas de otro modo. Porque el diseñador ha de estar en continuo diálogo con su entorno y muchas veces ha de mirar al pasado para innovar como resalta el galerista Guillermo de Osma y especialista en Mariano Fortuny. Su vestido delphos es una buena muestra de diseño clásico, y a la vez atemporal. Las piezas de joyería de Enric Majoral, son también una mirada atrás y hacia delante, a la mediterraneidad eterna pero con nuevos lenguajes gracias al relevo de su hijo Roc. Esa atención pasa por rescatar oficios que están en diálogo con el diseño, pues de lo contrario augura Iona Vautrin desaparecerán “porque no hay nadie detrás para coger el relevo”. En la misma línea, Martín Ruíz de Azúa afirma que “con un artesano creas con él. Los objetos han perdido prestigio, son tramposos…Sólo la vuelta a la artesanía hará posible que las cosas vuelvan a contar historias verdaderas. De lo contrario estamos en un tris de dejar de tener identidad cultural”.

4. Trabajar sin cobrar es un pernicioso mantra (con excepciones).
La pregunta de si se deben aceptar trabajos sin percibir un sólo euro (a cambio de la oportunidad de trabajar con un nombre que proporcione conocimientos y experiencia) no sólo está en el aire, es lanzada directamente por los estudiantes. David Peña (aka *Puño), se muestra tajante «no haced nada gratis, pedid siempre algo a cambio. La supuesta promoción de un trabajo es un truco de cuando no existía internet. Hacedlo sólo para quien lo merezca». Y añade que «la profesión se ha devaluado por la agilización de los procesos de producción, esto ha hecho que las tarifas se devalúen». En la misma línea Ladyssenyadora les espeta que no trabajen gratis aunque sea inevitable en ocasiones aceptar «mierdi-curros». Para Atipus entra dentro de lo normal, cuando se es becario el que al menos una vez se trabaje gratis. Un estudiante en el turno de preguntas, se les ofrece directamente para que le contraten y les pregunta si pagan. Los diseñadores callan. En alto alguien exige: «¡mojaros!».

5. El diseño no tiene por qué ser útil, ¿o sí?
Un diálogo que no se ha dirimido, ni se dirimirá, es la supuesta única funcionalidad del diseño. Ionna Vautrin argumenta que «me cojo la libertad de que mis diseños puedan no ser funcionales para que sean admirados como una escultura a mitad camino entre la geometría y la organicidad» aunque sus razones dinamiten la insistencia académica en las escuelas. Sus diseños con una coherencia formal comunican más allá de la utilidad que a veces no encuentran. A medio camino entre la creación y la utilidad, los Diálogos ponen de manifiesto que el diseño comparte lo inexplicable de cualquier obra de creación junto con la manipulación de su entorno. El medio y la memoria son las bases en las que se asienta el diseño en el que cualquier paso del proceso complejo produce emociones irrepetibles. «No se sabe por qué el hombre crea y por qué tiene esa necesidad» plantea Mikel Urmeneta. Un diálogo sin fin, el que el diseñador tiene con su medio, y que no tiene por qué transformarse per se en algo necesariamente funcional o bello. «No me gusta definirme, me gusta la ambigüedad. Decir si es arte, artesanía o diseño… Las definiciones no son creativas», declara Martín Ruíz de Azúa.

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De izq. a dcha. y de arriba a abajo: Guillermo de Osma, Carlos Spottorno, Ionna Vautrin, David Peña (Puño), Carla Fuentes, Montse Raventós y Raimon Benach (Ladyssenyadora), Martín Ruíz de Azúa, Carolina Blázquez (Ecoalf) y Mikel Urmeneta (Kukuxumusu).

6. El diseño es una cuestión de tozudez y experimentación.
Un buen ejemplo de ello son Ladyssenyadora que confiaron en la magia que surge en todo proceso creativo para lograr imprimir el packaging de unos vinos con tinta de vino. O para transformar una historia del mundo animal (el pájaro bobo que acumula objetos del mismo color para encandilar a la hembra) en la metáfora misma del diseño en The Art of seduction, el vídeo introductorio del Blanc Festival, 2014. Ese diálogo con el entorno nutre al diseñador (que con burreras transparentes para no perderse lo que ocurre a su alrededor) va a por su idea, con una inconsciencia que aunque complique las cosas hace que el entusiasmo se contagie, explican Raimon Benach, Montse Raventós y Jordi Roca. «Se aprende resolviendo conflictos» subraya *Puño. En el mismo sentido del camino lleno de piedras, como el mejor camino para que el diseñador pueda convertir «todo fracaso en un éxito» dice Spottorno, él es el mejor ejemplo: como un error (un libro de sus fotografías China Western editado por La Fábrica, y un fracaso en ventas), se convierte paradójicamente en su mejor carta de presentación para lograr otros trabajos de éxito.

7. Ya no es necesario tener un agente, ni una galería; para eso están las redes sociales.
Carla Fuentes
introduce un diálogo de independencia porque «gracias a las redes sociales estamos empezando a vivir algo que aún no tiene nombre». Ella es el paradigma de la ilustradora sin galerista, manager o agencia de representación; todo ello «gracias a la inconsciencia de ir publicando los trabajos en fotolog». Unas tecnologías que también fueron claves para que Mikel Urmeneta, creador de Kukuxumusu, pudiera al fin realizar su sueño de vivir en Nueva York, dirigiendo en la distancia su negocio de Pamplona (con sucursales en toda España), y a la vez, gracias a las tecnología, minimizando los puentes de enlace entre diseñador y cliente porque «los intermediarios entre nosotros y nuestros clientes suelen ser unos pesados». Y también la empresa Ecoalf (diseño de moda basado en el reciclaje de las botellas de plástico, el café y los neumáticos) que buscan sus proveedores por todo el mundo desde su oficina de Madrid de apenas una docena de trabajadores. Pero aspiran, como ya lo están haciendo en el Levante, a recoger ellos mismos sus residuos para transformarlos en ropa duradera, de fondo de armario a partir de la basura en forma de las redes de los pescadores. Nuevamente la acción directa emerge como la estrategia de futuro.

8. El éxito no pasa por un premio, el éxito es vivir de la profesión.
Ni todos los premios Laus del mundo son comparables a la emoción con la que los estudiantes asisten a las historias contadas por los profesionales diseñadores, fotógrafos, ilustradores… de sus éxitos y sus fracasos. Porque en definitiva, el verdadero logro es conseguir un hueco en la profesión. Una voz desde la que contar la propia historia: el storytelling está más presente que nunca y demuestra la posibilidad de las múltiples voces en el diálogo del Diseño. El éxito es una cuestión de tiempo, de no tener prisa (apunta Mikel Urmeneta), y lo más importante, y que se ha demostrado en el trabajo de todos estos dialogadores: partir de la calidad en todos y cada unos de los pasos que se da. De una exigencia tal que la complicación es la meta siguiente. Siempre con visibilidad, «no hay que esperar a que te llamen, porque un diseñador vende su creatividad» avisa Martín Ruíz de Azúa.

9. La autoría es una denominación de dudosa procedencia.
El plagio, la apropiación de las ideas de los otros, la copia… son aves carroñeras que planean sobre cualquier oficio de creación. Y el diseño no se libra. Dice David Peña (*Puño) «el plagio hay que denunciarlo públicamente, pero que no os importe que os roben las ideas porque vosotros las habéis copiado también. Lo importante es quién las genera». En ese camino por ser genuino, surge el debate sobre el estilo propio. Carla Fuentes busca la imperfección de la línea que inquieta a través de sus pintores de cabecera (Lucian Freud, David Hockney…) para encontrar sin pretenderlo, un estilo; que también localizamos en el dibujo (a lo waltdisney) de Kukuxumusu, o en la naturaleza mágica de los objetos de Ionna Vautrin. En definitiva, diálogos propios que se nutren de referentes para hablar su propio idioma.

10. El futuro es incierto y al final sólo queda el diálogo.
Entre conferencia y conferencia, los alumnos hablan de las notas que han obtenido, de sus prácticas, de las dificultades técnicas que descubren en sus áreas, de los proyectos que empiezan … Estos son los diálogos con minúscula de cualquier centro de estudios, a cualquier hora del día, en cualquier rincón del mundo. Un runrún que es sano interrumpir, de vez en cuando, para ver más allá de la realidad académica. Ya lo que les ocurra cuando salgan será otra historia, pero no podrán decir que no se les contó.

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Foto: Eva M. Rosúa.