¿Qué?
@caligradolina (Ester Gradolí Caligrafía) es, más que mi proyecto, mi identidad caligráfica. Tengo otras: la ilustradora, la diseñadora gráfica, la amante de los gatos… A veces conviven, a veces se alternan, pero desde que empecé mi camino en el mundo de la caligrafía, tuve claro que había encontrado mi sitio, lo que quería hacer y, desde entonces, todo mi trabajo ha estado enfocado en esa dirección. ¿Más concretamente? Hacer, difundir y enseñar caligrafía y vivir de ello en la medida de lo posible. Es cierto que lo que ahora se llama lettering está muy de moda y, si quieres aprenderlo, seguro que encuentras a alguien que lo enseña al lado de tu casa, pero mi intención —como la de mis maestros— es mostrar que la caligrafía es mucho más, un universo inmenso que empieza hace miles de años y que incluye formas, colores, texturas, de una belleza y variedad infinitas.
Sigo compaginando la caligrafía con otros proyectos de diseño o de ilustración, a veces porque me parecen interesantes, otras por razones económicas, pero mi idea es ir priorizando el impartir talleres —sobre todo por mi zona, Castellón, donde hasta hace poco era muy difícil encontrar este tipo de enseñanzas— realizar encargos de caligrafía y seguir con mis trabajos personales, que últimamente me están llevando a reconciliarme con el dibujo y a unir letras e ilustración.
¿Quién?
Mi nombre es Ester Gradolí Marco y, desde que tengo memoria, me gusta dibujar, escribir y leer. Así que, cuando tuve que elegir una carrera, dudaba entre Traducción, Biblioteconomía o Bellas Artes (o sea, cualquier cosa que me permitiera estar entre letras, libros o dibujos todo el día). En ese momento, no podía imaginar que la caligrafía o la tipografía fueran una opción —mi opción, porque en ellas se une texto e imagen, mis dos pasiones—, ni siquiera pensé que se podría aprender algo así en algún sitio. Hice Bellas Artes porque era lo que me quedaba más cerca, en València. Queda fatal decirlo así, pero siempre he pensado que no soy bibliotecaria o traductora por pura casualidad. Eso sí, creo que la caligrafía igualmente hubiera llegado a mi vida en algún momento. Seguramente, en un universo paralelo, al salir de la biblioteca me voy cada día a mi casa a escribir un par de horitas.
En Bellas Artes hice la especialidad de grabado y, al terminar, empecé a trabajar en artes gráficas. Me gustaba mucho, pero por diversas circunstancias mi ciclo ahí terminó y me establecí como freelance. Así empezó una época de ‘hacer de todo’, fotografía, diseño gráfico, ilustración… a veces proyectos muy bonitos, pero la verdad es que no me he sentido ubicada del todo hasta que me tropecé con la caligrafía.
Aunque siempre me ha gustado mucho escribir y había tocado alguna plumilla antes en mi vida, mi proyecto nace cuando mi hermano me regala una pluma estilográfica de punta plana. Con ella empecé a practicar y, gracias a internet, a descubrir que había gente que se dedicaba a esto. Mi primer taller presencial fue un golpe de suerte monumental —desde que empecé en la caligrafía, he tenido unos cuantos— porque Iván Castro vino a Valencia en 2016 a impartir un taller de Carolina y, después de esa experiencia, ya no pude parar. En ese taller vislumbré que eso era lo que quería hacer: estudiar caligrafía, hacer caligrafía y enseñar caligrafía, pero en ese momento ni siquiera lo formulé, simplemente disfruté tanto que solo quería aprender más y seguir escribiendo todo lo que pudiera. Y eso hice, aprovechando todas las oportunidades de formación que pude, y aprendiendo con algunos de los mejores: Iván Castro, Oriol Miró, Joan Quirós, Gina Serret… Con ellos hice el Curso General de Caligrafía de Barcelona Caligrafía (en ese momento, Visions), una experiencia super intensa, genial, un año de hacer caligrafía y de aprender a fondo, y el punto de inflexión a partir del cual empecé a sentirme preparada para enseñar mi trabajo y para enseñar yo misma. Desde entonces las cosas han ido sucediendo sin pausa, a veces sin que yo misma sepa cómo —exposiciones, talleres, aprendizajes diversos— y yo me dedico a ir aprovechando las oportunidades que surgen, ir aprendiendo de ellas y no morir en el intento.
Mi proyecto sigue creciendo pero también transformándose. Cuando empecé, me imaginaba que estaría en el estudio todo el día, escribiendo tranquilamente en silencio, haciendo proyectos y materializando ideas, pero la realidad es que paso mucho tiempo impartiendo talleres, en eventos, en proyectos de diseño o de ilustración —que sigo compaginando con la caligrafía—, haciendo la contabilidad (porque los números me cuestan muuuuuucho), o mil cosas más que no pensé cuando decidí trabajar por mi cuenta. Supongo que la transformación seguirá y no sé a dónde me llevará exactamente, pero seguro que será a algún sitio con letras.
¿Lo próximo?
Los proyectos más inmediatos: una colaboración en un mural (no puedo contar mucho, pero yo me encargaré de la parte caligráfica) y un encargo de rotulación (lo que ahora se llama sign painting) que me hace mucha ilusión. Proyectos para el futuro: seguir impartiendo talleres de caligrafía (ojalá de gótica por fin) y, si encuentro tiempo, empezar una pequeña tienda online de originales y ediciones limitadas. Buenos propósitos: seguir estudiado y aprendiendo y encontrar más tiempo para practicar. Y estar siempre abierta a lo que surja, que suele ser mucho más interesante que lo que yo pueda imaginar.