Gracias a Iaia Cárdenas y Xavo Giménez por demostrar que el teatro no debe diferenciarse por la edad de sus espectadores, sino por su calidad, y «Les aventures de T.Sawyer» es el mejor ejemplo. Gracias a Iaia Cárdenas y Xavo Giménez por un texto que no solo mantiene la esencia de Mark Twain, sino que multiplica sus virtudes infinitamente. Gracias a Iaia Cárdenas y Xavo Giménez por hacernos soñar desde la butaca de un teatro. Gracias a Neus Alborch por asumir el peso de la historia con una madurez y maestría que asustan a su edad. Gracias a Robert De La Fuente por moldear al complejo Huckleberry Finn sabiendo dosificar cada uno de los estados (del más gamberro al más «romántico») por los que atraviesa. Gracias a Victoria Salvador por su elegancia y versatilidad (casi anglosajona) interpretativa. Gracias a Leo De Bari porque cuando un personaje es pura comedia corre el peligro de frenarse o embalarse y aquí siempre viaja a la velocidad que exije la narración. Gracias a Carlos Amador por dotar de alma dos papeles que podían navegar por el proceloso mar del estereotipo y que acaban teniendo identidad propia. Gracias a Merce Tienda por ser tan buena actriz, siempre, haga lo que haga, de niña repelente o de temible malvada. Gracias a Juli Cantó por su puntualidad actoral, siendo casi la columna vertebral del montaje sin que ello se note. Gracias a Xavo Giménez por trazar el perfil de su Muff Potter con un gesto, una frase, un movimiento y a partir de ahí conseguir que nos olvidemos que es un ser de ficción. Gracias a Los Reyes del Mambo por una escenografía que justifica cada uno de sus elementos, potencia la imaginación y hace visibles las órdenes que nuestros cerebros mandan a nuestros ojos. Gracias a Ana Garay por un vestuario que no solo define a la perfección a cada personaje, sino también por lo que aporta como ambientación, como si fuera un billete hacia esos mundos en los que se desarrolla la acción. Gracias a Pascual Peris por hacer realidad el vestuario con la misma precisión se trate de los trapos andrajosos de Huckleberry Finn o el traje de leopardo de Lady Joana. Gracias a Carles Chiner por una música, integrada con destreza en el relato, que empieza como Pascal Comelade, muta a Tom Waits, coquetea con el blues tabernario y acaba siendo una explosión de melodías que dan ganas de subir al escenario a cantarlas con los actores. Gracias a Víctor Antón por evidenciar que la iluminación es tan importante en la historia como un buen diálogo. Gracias a Mercedes Luján por una caracterización que huye de la caricatura y busca resaltar, en cada actor, la personalidad de lo que representa. Gracias a Xavo Giménez por una dirección magistral, en la que todo funciona con exactitud y naturalidad, sin vacíos que lastran el ritmo, centrando la atención en todo el personal en escena independientemente de donde esté el foco central, y con el mérito añadido de nivelar una interpretación coral. Gracias al resto del equipo (Yolanda García, Juli Disla, Ana Giménez, Antoni Sendra, Jokin Oregui, Patossa, Esther Ayuso, Laura Marín y Mª Ángeles Marchirant) porque una obra como esta solo puede alcanzar la excelencia con el trabajo comunitario. Gracias a La Teta Calva por esta obra maestra, sí, obra maestra. Gracias a La Teta Calva por reivindicar con letras mayúsculas la magia del teatro. Gracias a La Teta Calva por los valores (igualdad, respeto, responsabilidad,…) que transmite «Les aventures de T.Sawyer» sin recurrir al panfleto plomizo. Gracias a La Teta Calva por esta hora de aventuras. Gracias a La Teta Calva por contagiar su entusiasmo. Gracias a «Les aventures de T.Sawyer» por dar un puñetazo en la mesa en nombre del teatro valenciano. Gracias a «Les aventures de T.Sawyer» por poner de manifiesto que si al talento se le añaden medios el resultado es maravilloso y no le hace falta ningún premio MAX para corroborarlo. Gracias al Teatre El Musical por haber rescatado la programación del Escalante y permitir este estreno. Gracias, gracias y gracias. Con niños o sin ellos, esta obra hay que verla.