9 de enero de 1995. 21’30h. Buena parte de la ciudadanía cena viendo la televisión. La oferta se reduce a cuatro canales generalistas. En La 2, «Estudio Estadio» resume la jornada futbolera del fin de semana anterior, eclipsada por el 5-0 que el Real Madrid de Jorge Valdano le endosó al Barcelona de Johan Cruyff. En Tele5, un subproducto de kickboxing titulado «Colegio de campeones». En Antena 3, una entrega más de «Genio y figura», programa que se supone de humor presentado por Bertín Osborne. Y en TVE1, el estreno de «Entrevista con», de titulo evidente y periodicidad estrambótica (se emitirá cada tres semanas). Un nuevo espacio presentado (y dirigido) por Iñaki Gabilondo que cuenta con Felipe González como primer invitado. Son los tiempos en los que la sombra del GAL planea sobre la cabeza del entonces Presidente del Gobierno. Gabilondo pregunta: «¿Organizó usted los GAL?», González responde: «Jamás se me hubiera ocurrido. Yo soy un demócrata de toda la vida, convencido de que sólo se pueden utilizar instrumentos democráticos para luchar contra el crimen». Hasta en dos ocasiones más le interroga por ello, obteniendo similar contestación.
Una media superior a las 7.700.000 personas siguen la entrevista. Un 42’5% de share. Al día siguiente, todos los periódicos llevan en primera plana lo sucedido en la pequeña pantalla. Los días posteriores sigue siendo tema de portada. El País publica una encuesta de Demoscopia según la cual un 52% de españoles piensa que González mintió a Gabilondo. El día 12, Antena 3 se inventa un programa, también a las 21’30h y también de media hora de duración, en el que Manuel Campo Vidal entrevista a José María Aznar. Un año y casi dos meses después, el PP gana las elecciones, Aznar confiesa que habla catalán en la intimidad consiguiendo el apoyo de CiU (también el del PNV y Coalición Canaria) y el felipismo se apaga. Pero esa es otra historia.
Gabilondo siempre ha comentado que fue una de las entrevistas más duras que ha hecho jamás. En la presentación de su libro «Testigo de la historia» (Aguilar,2005), que recogía varias charlas con personalidades diversas, entre ellas esta a González, reconoció que fue muy potente y próxima al interrogatorio. El periodista vasco no podía imaginar que diez años después (veinte desde su emisión) sería adaptada al teatro con el título de «Las guerras correctas». El valenciano Gabriel Ochoa es el autor del texto y director del montaje. Producida por El Teatro del Barrio, La Rambleta y Teatro del Temple, ya ha sido aplaudida en Madrid, Zaragoza y Valencia. Cuatro actores (Luis Callejo, Manolo Solo, César Tormo y Chani Martín) para cuatro personajes (Gabilondo, González, Jordi García Candau y Alfredo Pérez Rubalcaba) de una historia dramatizada, basada en hechos reales, pero que como bien indica su director, no deja de ser ficción.
Puestos a ficcionar le hemos propuesto un reto a Gabriel Ochoa. Cinco historias. Siglo XX y XXI en España. Cinco obras que le gustaría montar. Y los actores con los que trabajaría en cada una de ellas. Alzamos el telón para que lo podáis leer.
Cinco montajes «históricos» por Gabriel Ochoa
Nunca he sido de la Historia con mayúscula, pese a que en esa asignatura en EGB y BUP nunca bajé del 8 (no es broma, era la que mejor se me daba). He sido más de “historias”, de pequeñas historias que muchas veces son la parte de atrás de la propia Historia.
Si tuviera que escoger 5 momentos históricos de esta España nuestra del siglo XX y XXI, y además, ponerle rostros, creo que estos serían…
La desconocida historia de Manuela Solís
Ahora que todo el mundo habla de otra Manuela, que seguramente será alcaldesa de Madrid, me gusta remontarme a las primeras mujeres que reivindicaron su condición de trabajadoras en sectores que estaban copados por hombres. Todo el mundo conoce a Concepción Arenal o Emilia Pardo Bazán, pero es Manuela Solís, valenciana y primera ginecóloga española en entrar en la Sociedad Ginecológica Española (es decir, ser reconocida) la que me parece el ejemplo más destacado. Una mujer que las pasó putas para entrar en la Universidad (sí, en la nostra Universitat de València, que bien poco la lleva de estandarte) y que tuvo que emigrar a Francia para ser reconocida, y volver gracias al buen hacer de su profesor y mentor don Santiago Ramón y Cajal. Es una historia que investigo desde hace años y que he trabajado en otros formatos de ficción, pero siempre he pensado que tenía un monólogo muy interesante aquí.
No podía ser de otra manera, la idea me vino cuando mi buena amiga y gran actriz Imma Sancho buscaba texto para ella. Aunque no lo he escrito, si algún día lo hiciera me gustaría que Imma hiciera de Manuela.
El misterioso caso de Argamasilla
“El ocho de marzo de 1923 se levantó acta notarial de la certificación por parte de varios testigos de un «prodigio visual» en Madrid, que iba a captar durante algunos años la atención del público, alimentando especulaciones acerca de las posibilidades de la mente. Un joven podía ver con los ojos vendados lo que había dentro de cajas metálicas totalmente cerradas, podía leer fragmentos de textos depositados en su interior y conocer la hora marcada al azar en relojes cerrados con tapa.” Lo fascinante de la historia es que uno de sus grandes defensores fue Ramón Mª del Valle-Inclán, siempre interesado en las ciencias ocultas, y misterios de todo pelaje.
La historia de Joaquín Argamasilla es la historia de un pillo al que el propio Houdini tuvo que desarmar, pero que en la época supuso un revuelo espectacular. Siempre me ha parecido fascinante esta historia porque creo que explica la parte de atrás de los felices años 20, y sobre todo, porque en medio de todo estaba la impronta de Valle-Inclán.
Si tuviera que decidir quien haría de Valle-Inclán y de Argamasilla, que son personajes más claros, me decantaría por la experiencia de Carlos Álvarez-Nóva (que es aparte un gran valleinclanólogo) y la pillería y la hábil gracia que tiene mi “primo” Gorka Otxoa.
La foto de Robert Cappa del miliciano muerto
La guerra civil como telón de fondo siempre me ha parecido un potente material de ficción dramática. Lo ha sido para obras como ¡Ay, Carmela! y en pelis extraordinarias como Tierra y libertad. Y dentro de la guerra creo que hay dos episodios muy interesantes, por dramáticos. Uno es la batalla del Ebro, por lo que supuso de ruptura final y muerte de la República. El otro, menos conocido, tiene que ver con los iconos de la guerra. Uno de ellos es la foto de Robert Cappa del miliciano muerto. En alguna ocasión he fantaseado con hacer una obra sobre el material del estupendo documental La sombra de iceberg de mis compañeros Hugo Doménech y Raul Riebenbauer, que desmonta esa imagen icónica, y nos adentra en su fabricación y en su “verdad”. Un teatro documento que tiene como protagonistas a Cappa y su pareja Gerda Taro.
Para estos dos papeles tan marcados, tengo pendiente trabajar con una gran actriz como es Cristina Fernández, que podría hacer perfectamente de Gerda, y Cappa también con otro gran actor que hemos hablado de trabajar alguna vez juntos, Gorka Lasaosa.
¿Quién creó la televisión que hoy consumimos?
¿Quién dio la vuelta al concepto de realización en España? ¿Quién pasó de la modernidad más absoluta a la zafiedad? El rey del zoom, Valerio Lazarov siempre me ha fascinado. Desde su vida se puede contar la historia de la televisión y la historia de un país.
Tuve la suerte (sí, la gran suerte), de trabajar con esta bestia que era Lazarov cuando era muy joven y aprendí auténticas lecciones de él, pese a que era un dictador en los platós. Solo él puede haber sido el creador de lo que es, hoy en día, la televisión española. Creo que es un personaje muy controvertido, al que la historia no le ha hecho justicia. Hay 2 datos que hacen entender a la persona:
Uno de ellos es una frase que me dijo y se me quedó grabada: “Yo he sobrevivido a tres dictaduras: la de Ceaucescu, la de Franco, y la de Silvio Berlusconi en Tele 5”. La otra es lo que enmarcaba su despacho, tres fotos icónicas: la del Che Guevara, la de Felipe González y la de Eduardo Zaplana. Irrepetible.
Para hacer de Valerio, tengo mis dudas. Hay dos actores muy dispares que podrían ser Valerio: Hovik Keuchkerian tiene una fuerza en escena apabullante. Y así era Valerio, loco, imaginativo, un torrente en potencia. Pero por otro lado me atrae la capacidad de transformación de Manolo Solo, un actorazo que sabe hacer suya la piel de cualquier personaje. Sino vedlo como Felipe González en “Las guerras correctas” y me lo decís.
Sería una obra delirante, con parte musical, y parte política, profunda. No hay que olvidar que cuando llegó a España se le llamaba bolchevique, y que sus videoclips rumanos era lo más posmoderno que podías encontrar en la época.
Vives
Para finalizar me quiero detener en un proyecto frustrado que espero dé la luz más adelante. En febrero 2012, unos estudiantes salen a protestar por los recortes y por cómo están desmontando la educación en Valencia. La brutalidad policial carga contra ellos. La mecha arde y comienza lo que será conocido como la #primaveravalenciana Porras contra libros. Creo que eso fue el principio del cambio. Ya estaba bien. Además que fuera con las gentes del Instituto Luis Vives tenía una carga metafóricamente brutal: Vives, nuestro humanista y pedagogo más conocido, aquel que tuvo que abandonar Valencia para estudiar y que se enteró en el extranjero que a su padre lo habían quemado y su madre había sido expulsada de la ciudad.
Vives, como se llamará esta obra, pretende ser una profunda reflexión sobre cómo es la sociedad valenciana desde la educación, desde el prisma de lo que somos y como hemos llegado aquí. Hay rabia, frustración y pena, pero también alegría, optimismo y ganas de cambio. Todo eso es Vives.
En el proyecto mucha gente me había ayudado (las gentes de Espacio Inestable, Josep Lluís Navarro del Vives, o Pau Alabajos) y tenía dos actores estupendos que espero puedan estar si lo retomo. Ellos son el siempre carismático Sergio Caballero y la dulzura y fortaleza en una estupenda Anna Moret. Por ellos, espero que salga adelante en un futuro.