La llum del món es el nuevo montaje de Crit Companyia de Teatre. En sus palabras, se trata de «un retablo, desde una aproximación en clave de comedia, con canciones y música en directo, interpretado por cuatro actores y basado en algunos pasajes de la Biblia». Pero como siempre ocurre con cualquier montaje escénico lo mejor es comprobarlo en directo. Del 11 al 21 de octubre estará en cartel en el Teatre Micalet.
La llum del món cuenta con Panchi Vivó, José Montesinos, Daniel Tormo y Anna Marí como intérpretes. Tormo y Marí, además, firman el texto, siendo ella, también, la directora. Los dos son, precisamente, los que nos explican lo que es y lo que no es la obra.
La llum del món es:
Teatro, teatro alejado de los frecuentes engendros dramáticos posmodernos, porque nosotros seguimos reivindicando la vigencia del lenguaje teatral sin necesidad de añadidos.
Una tragicomedia que parte de La Biblia, el texto fundacional de nuestra civilización, sin el conocimiento del cual no podemos entender casi nada, ni siquiera la mayoría de los cuadros de cualquier pinacoteca, y por supuesto menos aún los materiales con los que se ha forjado la personalidad de Occidente, para bien o para mal.
Una función de teatro pensada para el público y no para sus creadores, en la que hemos utilizado todos aquellos recursos teatrales útiles para favorecer el ritmo y la emoción, persiguiendo la verdad y el alumbramiento.
Un espectáculo coral en el que cada intérprete exprime su cuerpo y su voz por el bien del conjunto y no del lucimiento personal. Defendemos el concepto de una compañía teatral estable que permite un trabajo cooperativo continuado en el tiempo, y por tanto una evolución, un lenguaje propio y un refugio en donde protegerse de los vaivenes políticos, de las modas y de la propia tendencia autodestructiva de la profesión teatral.
Una reivindicación del amor. No del amor romántico, sino del amor como la posibilidad última de esperanza y reconciliación con la materia que nos conforma como seres y como pueblo.
La llum del món no es:
Un panfleto político ni un monólogo de crítica fácil.
Un espectáculo religioso, aunque pueda tener algo de metafísico.
Un espectáculo arqueológico, ni vamos vestidos con túnicas.
El sueño profundo de un director, ni la oscura obsesión de un escritor, ni la manía de ningún creador. Afortunadamente.
Un espectáculo aburrido.