Cinco intérpretes y una banda sonora electrónica ejecutada en directo por un chelo. Esas son las herramientas de las que se vale la coreógrafa Marina Mascarell (Oliva, Valencia, 1980) para reflexionar sobre la desigualdad de género en Three Times Rebel (sábado, 24 de marzo, Teatre El Musical). Es el resultado escénico de año y medio de investigación y la primera vez que la creadora presentará un trabajo suyo en Valencia.
¿Cómo entró la danza en tu vida?
Mi madre me apuntó a clase de niña y crecí con la danza. Fue de una manera muy orgánica. Sí que hubo un momento en el que me dí cuenta que me apetecía seguir con ello porque era lo que más me gustaba.
¿Y cuándo descubres que esa afición puede convertirse en tu profesión?
A los 16 años decido que quiero estudiar esto. Y a los 22 aposté 100% por intentar tener una carrera como intérprete y empecé a hacer audiciones con muchas compañías. Y es, más o menos, a los 24 años cuando realicé mi primera coreografía y la presenté al Certamen Coreográfico de Madrid y me dieron un premio. Fue una gran sorpresa porque yo lo había hecho con muy poca ambición. Para mí significó un punto de inflexión porque reforzó mis deseos de querer ser intérprete, pero también coreógrafa, porque entendí que lo que quería contar podía interesar a la gente. Son como tres momentos muy importantes que confirmaron mi camino.
Un camino que años después te ha llevado a Three Times Rebel.
Dejé en 2011 la compañía Nederlands Dans Theater y decidí focalizar mi trabajo en la coreografía. Todas mis obras pasan por un proceso de investigación, más o menos de un año, y luego es cuando empiezo a tejer el montaje. Three Times Rebel empezó en 2015 y fue un año y medio de investigación. Hablé con muchas activistas, con escritoras que me ayudaron a hacer una bibliografía muy interesante, hice un curso de teoría del feminismo, me entrevisté con expertas, con adolescentes, con trabajadoras sexuales. Fui abriendo puertas que a su vez abrían otras puertas. Es un tema con el que siempre podría estar abriendo nuevas puertas. Pasado ese año y medio de investigación ya me puse a trabajar con las intérpretes en el estudio.
La desigualdad de género es el tema sobre el que pivota la obra. ¿Qué criterios artísticos seguiste a la hora de afrontarla?
Estaba muy preocupada porque tenía mucha información y el feminismo abarca muchísimos ámbitos y puntos de vista, pero al final lo que está en cuestionamiento es el cuerpo de la mujer y la danza es cuerpo. No fue tan difícil trasladar todo lo investigado al escenario con los cuerpos.
Durante el tiempo de investigación fui creándome un imaginario. Cuando empecé a trabajar con las intérpretes tuvimos un tiempo de laboratorio en el que probamos todo lo que había estado imaginando en ese proceso previo. Capté estados de ánimo, juegos, … y poco a poco, después de este laboratorio ya decidí las cosas que tenían potencial y lque desarrollamos más meticulosamente.
Dices en tu web que entiendes a los bailarines y bailarinas como bailarinas-bailarines creadoras-creadores, y de hecho firman también las coreografías de tu obra. ¿Cómo se lleva a cabo ese trabajo? ¿Das unas pautas sobre las que trabajar?
Doy las pautas, pero ellas están todo el tiempo activas creativamente. Hay veces que de esas pautas nos movemos a otras por el imput que ellas han dado, pero otras veces no. Les suelo dar muchas pautas porque hay que tener en cuenta que yo he realizado un proceso de investigación previo que ellas no han hecho. Eso sí, intento que sigan el proceso intelectual y les voy compartiendo esa información recabada poco a poco.
La obra cuenta con música en directo a cargo de Yamila Ríos. ¿Por qué te decidiste por esa posibilidad? ¿Qué aporta la música, siendo en directo, a la obra y a lo que se quiere contar?
Ella estuvo creando la obra a la vez que las intérpretes y, por eso, la considero una intérprete más dentro del proceso creativo. Yo les daba tareas y Yamila las hacía con la música. Era, por eso, importante que estuviera en escena, con su chelo y su voz. Además, ella hace música electrónica y nos apetecía tener a una mujer haciendo electrónica porque los festivales de electrónica están masculinizados, como si una mujer no pudiera hacer sonidos fuertes y potentes. Aunque está empezando a cambiar, está muy estereotipado, y nos parecía interesante que estuviera en escena con un instrumento muy feminizado como el cello haciendo sonidos estridentes. Sin olvidar, que muchas de las letras de algunas de las canciones tiene total relación con la temática.
¿Tus obras son siempre fruto de tu experiencia anterior?
Totalmente. Si no hubiera hecho las piezas anteriores nunca hubiera hecho Three Times Rebel, porque es una continua evolución, un proceso orgánico de aprendizaje, de temas que para mí son interesantes e importantes y de los que siempre quiero aprender más. Además, forma parte de un cuestionamiento personal de los comportamientos y las injusticias sociales. Cuanto más sabes, más cuestionas.
¿Qué sientes cuando regresas, profesionalmente, a Valencia?
Me hace mucha ilusión volver… bueno, ir, porque nunca he estado. Es una alegría mostrar el trabajo, pero a la vez me da como un poco de pena, que no haya un interés institucional por mi obra. Es la primera vez que se han dirigido a mí para decirme que querían que presentara mi trabajo porque creían que era importante que estuviera en la ciudad. Sentimientos encontrados que te hacen preguntarte por qué te apoyan fuera y en casa no.