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Nombre: Nelo Gómez Pérez. Edad: 24 años. Lugar de nacimiento: Valencia. Lugar de residencia: Mislata. ¿Cómo definirías tu actividad artística? Actor joven, que sería igual a actor de supervivencia. Esa es la fórmula.
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Nelo Gómez sigue siendo para mucha gente el Xavi de «L’Alqueria Blanca», aunque la serie ya dejó de emitirse hace un tiempo. Sin embargo, un simple vistazo al currículum de este joven actor basta para recordar que su carrera ya empieza a acumular personajes de fuste en todas las disciplinas. Inquieto y curioso, no para ni un instante mientras recorre la LN3 – Espai Mutant de Las Naves. Sus ojos lo escuadriñan todo. Su cabeza parece imaginar mil y un montaje. La felicidad de un actor en un escenario es comparable a muy pocas cosas. Y esa sonrisa delatora se mantendrá presente durante toda la conversación.
¿Por qué la interpretación, ser actor?
Cuando no sabes explicar las cosas es porque viene de algo intrínseco, que te genera motores, que como han surgido desde pequeño no sabes explicar. Precisamente, porque nunca los has cuestionado. Y puede quedar muy pretencioso decir “has nacido así”. Pero en mi caso ha sido de esta manera: me he dado cuenta que he elegido esto, cuando ya estaba metido en el ajo de la interpretación. Será porque desde nacimiento llevaba la venita del teatret.
¿Y había algún antecedente artístico en la familia?
No, de hecho mis hermanos son bastante más mayores que yo. Mis padres son mayores. Y yo he crecido un tanto apartado de lo que ha sido la seguideta de mi familia. Y eso es el causante de que no haya tenido referentes en casa. Pero ni en este tema, ni en otros. La diferencia de edad hace que los referentes los encuentres fuera de casa. En tus amigos, en la gente del barrio antes que en la familia por esa diferencia generacional.
¿En qué momento dijiste “soy actor”?
Hasta que no acabé la carrera, me daba un tanto de pudor decirlo. Lo que te aporta un título de Arte Dramático es una etiqueta, porque yo antes de estudiar ya trabajaba como actor. Pero sí que es cierto, que el respeto que le tengo a la profesión me impedía poder etiquetarme de algo que no figuraba en ningún papel todavía. Pese a que ya estaba trabajando. Creo que fue un día en el rodaje de «L’Alqueria Blanca» que dije “oye, yo soy actor. Vamos a ver, si llevo desde nano trabajando en esto, me pagan por ello y no he hecho otra cosa que esto, seré actor”. No sé en qué categoría, pero actor es el que acciona, por tanto soy actor.
¿Qué es para ti la interpretación?
La manera más factible de soñar. Lo más práctico de soñar es que puedo trasladarlo a la escena. Materializar algo abstracto que son los sueños en escena, delante de una cámara… De hecho, lo bueno de ser actor para mí, es que puedes interpretar cosas que, posiblemente, jamás te pasarían en la vida. Eso es precioso, ¿no?
Has mencionado los estudios, ¿crees que se puede enseñar a ser actor? ¿Y qué aporta el alumno?
Tú debes aportar. No puedes pretender que simplemente te carguen de conceptos o de técnicas sin que tú puedas hacer un seguimiento vivencial de eso que te está diciendo un pedagogo; pero que debes ser tú quien lo asimile, y después se plantee si le sirve o no. Hay muchas escuelas, muchos caminos, y no todos sirven igual. No todos los actores son iguales, ni todos los métodos de interpretación son iguales. En mi caso no me arrepiento de haber estudiado Arte Dramático. Es más, cuando me planteé entrar en la escuela, hubo compañeros de profesión que me dijeron “no Nelo, no ho faces perque tu estàs treballant en açò i perdràs una cosa que és essencial que es la innocència, la naturalitat”. Pero claro, creo que en todo te debes formar y si un bailarín o un músico pasa de la niñez hasta la juventud formándose en algo, no es justo que un actor (o cualquier otro artista) sólo se base en lo que lleva él de serie. Porque todos llevamos algo de serie, después lo podrás alimentar con los estudios o con una trayectoria independiente. También hay gente buena que no ha estudiado. Un día en clase, el profesor nos preguntó cuáles eran nuestros referentes. Y muchos de los actores que dije no tenían los estudios de Arte Dramático.
No sólo le das mucha importancia a la formación continua como actor, sino que incluso la enfocas a disciplinas variadas (danza, acrobacia, títeres…)
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Eso es por dos cosas. Una, porque todavía no he sido capaz de elegir y apostar claramente sólo por una cosa. Tampoco sé si debería hacerlo. Tengo muchas motivaciones y quiero aspirar a todas, y ese es el motivo por el que igual hago algo de danza como me meto en doblaje. Pero hay otro motivo, y es que en el contexto en el que vivimos para poder trabajar en esta profesión, sea en la rama que sea, tienes al menos que dominar un poco cada disciplina. Si viviéramos en otro momento, y yo fuera famoso, pues seguramente diría “yo solo soy vedette”. Pero ahora mismo no puedes elegir. En las temporadas en las que no tengo seguideta de trabajo son las que aprovecho para hacer cursos de todo. Te ayuda a estar activo, a no relajarte. Tienes que ganarte la etiqueta de actor. Estando en ese nivel de alerta de los cursos, estás luego también alerta en el trabajo. A mí me da seguridad seguir formándome.
¿Cómo preparas cada papel? ¿Intentas establecer algún vínculo personal con el personaje?
Depende qué peso tenga el personaje y qué puedas saber de ese personaje. En el caso de Xavi de «L’Alqueria Blanca» estuve durante unas semanas trabajando con un seminarista. Me contaba su día a día, el protocolo, la disciplina…, el mundo paralelo que se vivía en los seminarios. Mi papel exigía dominar algunos temas que seguramente no aparecerían explícitos en el guión, pero que sí que aparecen en tus gestos que, al final, son símbolos de lo que estás contando. Un día me paró un cura por Valencia, y me felicitó porque realmente creía que Xavi era un seminarista que quería ser cura. Cuando me dijeron eso, pensé que había hecho bien en documentarme en el mundo eclesiástico. Ahora bien, para otras cosas, me dejo llevar por algo más interno, salvaje y propio. En algunos papeles te puedes permitir ser tú, disfrazado de otra persona, pero ser tú.
Has hablado de Xavi, el personaje de La Alqueria Blanca ¿te ha llegado a pesar en algún momento el encasillamiento?
Ojalá se me etiquetara. Mira, como Chanquete (risas). A Ferran Gadea le pasa eso con Tonet, seguirá siendo Tonet muchos años. Sí que ha habido momentos, debido al presupuesto y a la liga en la que jugábamos en las teles autonómicas, y concretamente la nuestra, que los ritmos de rodaje en ocasiones eran pesados. No me preocupaba que Xavi se apoderara de mí, sino que el trabajo se pudiera apoderar de mí en algunos momentos. Porque yo no abandoné los estudios en todos estos años que he estado grabando. Eso me producía, en ocasiones, un desgaste, incluso a veces, un atisbo de desilusión porque no acababa de poder disfrutar lo que estaba haciendo. No podía estar exprimiendo al máximo las clases, y no podía estar exprimiendo al máximo el rodaje porque tenía que estar partido para poder sacarlo adelante todo. Y ojalá que me etiquetaran. Me da lo mismo, porque si eso afianza un personaje que está bien trabajado, que te aporta peso, un reconocimiento… pues bienvenido sea. Mejor hacer uno y bien que mil mal.
Cine, televisión, teatro… ¿Qué te aporta cada medio? ¿Qué te atrae lo que más y lo que menos de cada uno?
A mí me atrae todo. He hecho cursos de todo porque me atrae todo. Cuando nos preguntas a los actores por nuestra elección, digo que no se puede elegir. Por lo que hablábamos antes, en este contexto y con 24 años, si elijo creo que me descalabro. Ahora que estoy descubriendo el doblaje, es que es maravilloso también. Y esto me genera unos conflictos porque cuando digo quiero ir por la rama del audiovisual, ¡pum!, descubro el doblaje… De todas formas, hoy te diría que me interesa la interpretación en el audiovisual. He estudiado realización, y la parte técnica del audiovisual me atrae mucho. Poder trabajar, interpretar, interactuar… pero en el medio audiovisual.
Te has puesto, en alguna ocasión, al otro lado de la cámara. ¿Ha servido para entender mejor tu trabajo de actor?
Te ayuda a empatizar. Se habla muchas veces de nuestro ego. No es cuestión de ego, es que cuando no conoces algo haces hincapié y te centras en lo que respecta a ti, no porque seas un egoísta, sino porque es lo único que conoces en esa situación concreta (sea un rodaje, o lo que sea). Cuando conoces las otras partes, empatizas con los otros equipos, estás al servicio ya no de tú trabajo, sino del trabajo en general. Y te das cuenta que tu trabajo es importante pero no servirá de nada si la parte técnica no se nutre de ti y viceversa. Y eso es lo que he descubierto a raíz de profundizar en la importancia de la luz, la marca, o los pies del guión. Creo que eso se debería trabajar más. Cuando entró Bolonia, en el nuevo plan de estudios de las Enseñanzas Artísticas, entró la asignatura de Interpretación frente a la cámara. En Valencia no existía esa asignatura. No se puede permitir que un actor salga formado solo en una de las ramas, porque si no sabes en cuál vas a trabajar debes conocer todas. Por otro lado, porque es superchulo conocer cosas. Te llevarás a la mochilita otra cosa que no conocías, que si encima, la utilizas para otro trabajo, serás el mejor actor del mundo, y no pararán de llamarte (risas).
Antes has hecho referencia a tus referentes sin mencionarlos, ha llegado el momento de que lo hagas.
Me di cuenta que, en aquella ocasión, dije muchos nombres locales, actores valencianos. Hablé de los Josep Manuel Casany, de los Juli Cantó, de los Sergio Caballero, de las Cristina García, de las Pilar Almeria… Son los que más conozco, y me atrevo a decir que admiro a esas personas. No quiere decir que únicamente sean esos. Ese año que he estado viviendo en Madrid, he podido ver otras propuestas y ver en acción a otros actores. Pero para poder decir que admiro, es bueno conocer la parte personal. A los actores valencianos los conozco en escena y también en la vida real. Ese es el punto justo de admiración, el bueno.
¿Qué es lo más gratificante de tu profesión, el aplauso?
El aplauso no. A mí incluso, hay veces que me da vergüenza porque acabas y ya estás parido, y el aplauso incluso rompe ese ritual. Hay directores que cuando acaba la función piden a los actores que no salgan a alimentarse del aplauso. Lo gratificante para mí es lo que me sucede cuando soy espectador. Saber que hay alguien que se está conmoviendo con lo que estoy haciendo. Espero, a lo mejor les pasa sin pena ni gloria, y yo aspiro a que les conmueva. Cuando estoy trabajando, pensar que a otra persona se le están removiendo las entrañas en su butaca o en el salón de su casa, es lo más parecido a hacer magia. ¡Y como a mi me gusta mucho la magia! (risas).
¿Los actores tenéis cierta obsesión por triunfar en Madrid?
Yo no la tengo. A mí me lo han preguntado muchas veces: “¿Y tú no querrías ir a Madrid?”. He estado en Madrid estudiando en TVE y he estado a gusto, pero mi ambición es trabajar en casa, con gente de casa y en mi lengua. Esto puede parecer muy poético, e incluso algunos lo ven como demagogo ahora con todo el tema del cierre de la tele, cuando muchos trabajadores reclamaban ese servicio público que fue de aquella manera mientras tuvimos televisión. Hay gente que creemos en las plataformas territoriales propias porque es nuestra manera de ser felices trabajando en lo que nos gusta. Yo estoy muy a gusto doblando en valenciano, trabajando con las compañías valencianas… ¿Por qué tengo que pensar en Hollywood o Madrid, cuando en Mislata y con profesionales de aquí, se puede hacer lo mismo con mucho menos dinero? Es injusto que lo veamos todo con grandilocuencia. Valoremos lo que tenemos, que parece que tengamos algún complejo los valencianos. Porque al final sabes lo que pasa, que juega en nuestra contra, que te tienes que ir a Madrid, y cuando ganas el reconocimiento en Madrid, si tienes suerte, vuelves a Valencia y entonces te valoran, ¡pero te valoran porque vienes de Madrid. Es absurdo.
Eres un rara avis en la profesión porque tienes una página web actualizada, utilizas twitter…
¡Actores, actualizar las web y las redes! En el mundo 2.0 en el que vivimos es indispensable (risas). El componente generacional supongo que influye. Estás más vivo en determinadas plataformas no tradicionales. Pero creo que tenemos que saber utilizar, por esta situación tan complicada, las redes sociales como plataforma de difusión y publicidad gratuita, con la que llegas a muchas personas y estableces vínculos. Esto de las redes confirma la teoría de los seis grados de separación. Cuando quiero conocer algo de un actor (si vive en Valencia me podré ir de cañas con él), la manera más fácil es a través de ellas. Además pensamos que al ser actor te van a ir a buscar. Y no es así, te lo has de currar, debes buscar esa manera de llegar al público, que es el que te da de comer. O esperar a que vuelva una televisión pública o autonómica. O esperas, o tuiteas. Así que yo he decidido tuitear.