Man Ray es el título de la última producción de Taiat Dansa. La compañía valenciana toma como punto de partida al fotógrafo estadounidense con intención de ir más allá de su obra y centrar la atención en la relación fetichista y dominante del creador con sus musas. Con Meritxell Barberá e Inma García, 100% de Taiat, repasamos el largo trayecto recorrido con este proyecto.

En 2014, iniciáis con la compañía Danceworks Chicago el proyecto Man Ray Dancer. Un año después lo retomáis con el Ballet de la Generalitat presentando un work in progress en el Rialto en el que ya está Cristina Reolid, una de las bailarinas del montaje actual. En 2016 hay un tercer acercamiento, Awakening Man Ray, que se presenta en el IPAM (Grec). Finalmente en 2017 estrenáis en el Grec y en Sagunt Man Ray. ¿Cómo ha ido evolucionando el proyecto? ¿Qué queda de sus inicios más allá de la figura de Man Ray?

Hemos hecho un buen viaje, en todos los sentidos, con la figura de Man Ray desde Chicago en 2014 hasta la actualidad. En realidad, en la obra que presentamos ahora queda muy poco de todo aquello. Pero sin todo ese viaje no hubiéramos llegado al Man Ray actual. En un principio trabajamos con las imágenes de Man Ray como punto de partida para crear composiciones coreográficas y dotarlas de movimiento. Pero actualmente Man Ray ya es solo una excusa, con todo su imaginario visual en escena, para hablar del creador y la relación con sus modelos y por ende de la relación entre el artista y la modelo a lo largo de la historia del arte. Este espectáculo no es la evolución de ningún otro, tiene entidad y vida propia. La figura de Man Ray inspira para crear montajes autónomos y muy diferentes.

Después de cuatro años con un proyecto (evidentemente compaginado con otras obras escénicas), ¿se llega a convertir en una obsesión? ¿Hay cierto riesgo en ello?

Precisamente este giro dramatúrgico tan específico hace que la figura de Man Ray no sea ya nuestro destino y obsesión. Hemos ido más allá para explorar otros terrenos. Aquí Man Ray no es el fin sino el medio, la herramienta para llegar a lo que queríamos contar y reivindicar. Este Man Ray habla de la relación de poder que en general los artistas de las vanguardias, y en especial de la corriente surrealista a la que este autor pertenecía, establecían con sus musas, relaciones dominantes y manipuladoras sobre la figura femenina.

¿La obra ha seguido viva después de su estreno el verano pasado o se trata de algo cerrado que ya no admite cambios?

Todos nuestros trabajos están vivos y como tal admiten cambios constantemente, siempre estamos abiertas a hacer modificaciones que puedan mejorar o expresar mejor nuestra mirada sobre el discurso de la pieza o sobre el material coreográfico, bien gracias a las impresiones que el público nos ofrece o a las nuestras.

¿Por qué Man Ray? ¿Qué os atraía de él? ¿Estáis satisfechas del montaje desde el punto de vista de su figura y lo que queríais contar /reivindicar?

Siempre nos hemos sentido atraídas por el trabajo de Man Ray como artista total y por su afán por investigar en diferentes disciplinas. Además había una intuición en nosotras que nos llevaba a imaginar a Man Ray coreografiando cada una de sus imágenes, hasta que en Chicago descubrimos que Man Ray tenía formación como bailarín y que obviamente estaba especialmente interesado en el lenguaje de movimiento. En las primeras aproximaciones tratamos precisamente de volcar danza en sus figuras, en sus retratos, hacer bailar sus obras y comprobar el valor de la coreografía en sus composiciones. Desgraciadamente la danza, para variar, no suele aparecer como un valor predominante. Si Man Ray hubiera hecho pública su formación y pasión por la danza, habría contribuido seguro a darle visibilidad, ya que hablamos de uno de los artistas más importante del siglo XX. En nuestro Man Ray actual la reivindicación es otra, reflexionar sobre el papel de la mujer en el arte. Estamos muy satisfechas con el cambio de paradigma y con todo el viaje de Man Ray.

En Man Ray, como en otros montajes vuestros, indicáis que la coreografía es vuestra con la colaboración de los bailarines. ¿En qué medida admitís las ideas de los bailarines? ¿Esa colaboración va referida a una coreografía ya terminada por vosotras a la que se le pueden realizar variaciones o colaboran desde el principio?

En todos nuestros trabajos, desde el inicio, nosotras trabajamos solas durante un largo periodo las ideas, la dirección, la dramaturgia, junto con un equipo de colaboradores ya habitual, como Roberto Fratini en la dramaturgia y Eva Zapico que nos ha asesorado también en la dirección artística de Man Ray, así como la cualidad de movimiento que queremos abordar en cada pieza. Cuando llegan los bailarines les hacemos partícipes de todo este proceso para compartir con ellos la búsqueda de material coreográfico. A partir de las improvisaciones, pautadas por nosotras, vamos extrayendo los movimientos, eligiendo, dirigiendo a los bailarines hasta encontrar los pasos, las actitudes y la coreografía final. Contamos con un elenco de bailarines de gran nivel, técnico, interpretativo y humano que hacen posible trasladar a la escena nuestras ideas, darles forma juntos y disfrutar del proceso.

Vuestro Man Ray se fija en las relaciones entre los artistas hombres y sus modelos femeninas. ¿Lo hace desde un punto de vista argumental / narrativo, con un afán de denuncia, …?

Nuestra manera de crear no suele tener un resultado narrativo, se trata de una edición coreográfica, no argumental, donde todo el trabajo discursivo se encuentra en el montaje, en el tipo de movimiento, en el carácter que se imprime a las coreografías, en la actitud de los bailarines. En este caso hay un claro afán de denuncia ante la relación fetichista, dominante, de los artistas masculinos sobre la figura de la mujer, la obsesión por poseer, mutilar su cuerpo y recomponerlo, por utilizar normalmente el retrato femenino con una clara connotación erótica y sexual, donde rara vez prevalece su figura para destacar rasgos de su personalidad o trayectoria profesional, como si ocurre con los retratos masculinos a lo largo de la historia del arte.

¿Quiénes serían esas o esos modelos inspiradoras/es en el trabajo de Taiat?

La construcción de nuestras obras siempre está más cerca del discurso cinematográfico que de parámetros teatrales y nuestra intención está siempre en presentar desde el cuerpo, como protagonista principal, deseos, obsesiones, conflictos. Ideas que surgen a partir de una peli, de un libro, de una fotografía…

Todas estas ideas arrancan desde un impulso, luego llega el análisis, la reflexión y una comprometida dramaturgia que acompaña a todas nuestras obras coreográficas. Nosotras sentimos la necesidad de bailar, crear y coreografiar atentas al presente más inmediato, en escucha continua con el contexto ideológico, social y artístico que en general sacude al arte.

En Taiat siempre se respira cierta reivindicación del trabajo en equipo, un respeto hacia la parcela que es responsabilidad de cada uno. En ese sentido, ¿qué libertad creativa ha tenido cada miembro del equipo en Man Ray?

Estamos muy orgullosas de nuestro equipo, mucho. Llevamos ya años y espectáculos trabajando juntos. Caldo ha compuesto todas las bandas sonoras de las obras de Taiat. A partir de nuestra idea y necesidades él empieza a crear y a componer con libertad absoluta, con un tino y acierto increíble. Estudio Savage viste a Taiat Dansa como nadie podría hacerlo ahora mismo…ponemos en común el universo estético que nos sugiere una nueva obra y ellos saben encontrar la manera de crear los maniquíes. Con Luis Crespo hay entendimiento, confianza absoluta, la combinación perfecta para ofrecerle libertad en sus propuestas escenográficas a partir de nuestra idea. Lo mismo con Pablo Fernández y Ramón Jiménez para elaborar el diseño de iluminación y con Sergi Palau y David Novella en la creación audiovisual. A todos los admiramos en nuestros trabajos y fuera de ellos, consideramos que eso es muy importante.

¿Por qué dejasteis de bailar en vuestros proyectos?

Bueno, no deja de ser algo circunstancial. Coincide que en los últimos años hemos creado coreografías, con elencos más grandes, que requerían de nuestra dirección y supervisión desde fuera. Nos gusta tanto bailar como crear, en breve volvemos nosotras a escena.

Este 2018 Taita Dansa cumple 15 años, así que sois una voz autorizada para hablar de la danza en Valencia. ¿Cómo creéis que ha cambiado el panorama en estos años?

Para nosotras lo que ha cambiado es que en estos 15 años hemos ido encontrando un montón de gente válida que pelea como nosotras por hacer cosas interesantes en Valencia, por ponerla en valor, por demostrar su potencial, que es mucho. Eso anima. Somos muchos, muy diferentes, con unos nos entendemos mejor que con otros, es lógico, pero hay respeto a todo lo que se hace. Lo que no cambia es la precariedad en el trabajo, las promesas que no se cumplen y las miles de trabas. Pero preferimos quedarnos con lo bueno. 2018 ha empezado con la danza como gran protagonista del Teatro Principal, eso es una buena noticia. El Institut Valencià de Cultura da muestras de apoyo. ¿Son suficientes? Todavía se puede hacer mucho más, pero hay interés y gestos.

Hace casi un año, coincidisteis con María Oliver en la presentación de Dansa Valencia. De hecho, fuisteis la única compañía presente en la foto oficial de la rueda de prensa. Hace unas semanas, criticasteis los criterios seguidos por la concejalía de Acción Cultural del Ayuntamiento de Valencia, que depende de Oliver, para repartir las ayudas a las compañías de artes escénicas, con la consiguiente respuesta por parte de ella en la que calificaba vuestras críticas de frívolas y soberbias. ¿Cómo se le explica a alguien de fuera la extraña relación de esta ciudad con la cultura y la administración?

¿A alguien de fuera? Primero tendríamos que entenderlo los que estamos aquí. En general faltan explicaciones sobre lo que se quiere hacer y sobre lo que se está haciendo. Explicaciones es lo mínimo que podemos pedir a nuestros representantes políticos, no creemos que eso sea descabellado. No debería haber nada malo en cuestionar, ya que imaginamos que tendrán razones meditadas para hacer las cosas. Que las expliquen. Nosotras lo que hicimos fue pedir explicaciones sobre unas decisiones que no comprendemos (el cierre de un teatro) y sobre los criterios que se siguieron para puntuar nuestros trabajos. En lugar de explicaciones recibimos descalificaciones, insinuaciones que no acabamos de comprender, e intentos de enfrentarnos a otros compañeros. Sí, sí que es extraña la relación entre la administración y la cultura, sí.

Sois, también, las directoras del Festival 10 Sentidos, ¿qué nos podéis adelantar de la edición de este año?

Podemos adelantar dos cosas: Una, el lema, Invisibles, que nos va a permitir poner rostro a muchas personas y visibilizar causas normalmente escondidas, así como articular una programación comprometida y arriesgada. Y, dos, que nos hemos dejado la piel en buscar medios y maneras para sacar adelante un festival que creemos que es bueno para esta ciudad y para los que viven en ella. Afortunadamente contamos con un aliado de lujo, como es Caixa Popular, que ahora mismo es un pilar importantísimo para la cultura en Valencia. Hay que decirlo bien alto.

Por cierto, señores de Verlanga, en la pasada edición les echamos de menos. Nos alegramos mucho de que estén de vuelta.