La historia la conoce (casi) todo el mundo. Seis obreros en paro, bolsillos vacíos y futuro inexistente. Un estriptís como solución. Desnudo físico, pero también emocional y vital. The Full Monty, el Musical (Teatro Olympia, hasta el 27 de marzo) parte de la popular película de finales de los noventa para crecer en los escenarios en otro formato sin desvirtuar la historia original.

César Belda firma la dirección vocal y musical del espectáculo. Belda es una referencia absoluta si hablamos de musicales y música. Su curriculum merecería un artículo aparte.

Todo empezó a los seis años cuando sus padres le regalaron un órgano, «desde entonces no he parado. Mis primeros recuerdos musicales son con un melodión, estos teclados que funcionaban con un tubo que le soplabas para que produjera sonido. Eso fue lo primero que utilicé y empezaba a sacar melodías de la tele de oído».

Música y Belda son palabras inseparables. «Escucho de todo, y realmente no escucho nada. Tengo tanta música en mi cabeza que no soy un gran consumidor de música, la llevo ya incorporada. Pero si escucho algo lo hago generalmente porque tengo algún nuevo proyecto en un estilo que no controlo y debo documentarme, como por ejemplo el rap y el hip hop para un proyecto este año en el Festival de Mérida. Pero si escucho algo, es principalmente teatro musical y bandas sonoras. Todo es música para mí. Escucho cualquier cosa y estoy analizándola. Y si estoy en silencio la música me acompaña».

¿En qué consiste tu trabajo en The Full Monty, El Musical?

Consiste en dirigir musicalmente el espectáculo en todas sus facetas, con los músicos y los cantantes, adecuar la partitura al español y trabajar mano a mano con el adaptador, hacer los arreglos nuevos que ha tenido esta versión, y estar pendiente del día a día durante la temporada en Madrid. Desgraciadamente, en esta ocasión no ha habido composición nueva ya que se ha representado el musical tal y como se hizo en Broadway hace ya 20 años, pero en otros espectáculos sí que he podido meter alguna composición mía, o como en el caso de shows como Romeo y Julieta, que también produce Theatre Properties y que está de gira por toda España, toda la música idea y letra es mía, esto último junto a mi socio Chemari Bello. En el caso de Romeo como en el de Full Monty también me encargo del diseño de sonido en Madrid.

A la hora de «enfrentarse» a un musical, ¿en qué ayuda y en qué dificulta que exista un referente tan fuerte como la película de 1997, que además ganó un Óscar a la Mejor Banda Sonora?

Trabajo cada espectáculo sin tener influencias externas. De hecho no suelo ver otras versiones hasta que no tengo formada en mi cabeza una idea de lo que quiero en cuanto a sonido y a música. Además la película no tiene nada que ver con el musical. Es el mismo argumento y desarrollo, pero en esta ocasión David Yazbek compuso la partitura desde cero para hacer el musical, sin atender a la banda sonora original que tuvo la película. Yazbek es un especialista en hacer musicales a partir de películas de éxito como The Full Monty, cosa que ya hizo con Mujeres al borde de un ataque de nervios, por ejemplo.

¿Cuál es tu momento más gratificante del espectáculo?

El momento en que juntas a la orquesta y a la compañía y haces el primer ensayo conjunto, que en teatro llamamos “sitzprobe”. Es un momento mágico. Y por otro lado, el momento en que levantas el teléfono y llamas a los cantantes y a los músicos y les ofreces trabajo. Es una de las cosas más gratificantes de este trabajo.

¿Qué destacarías de The Full Monty, El Musical desde el punto de vista musical y vocal?

Realmente nada. Y eso precisamente es lo destacable. Ver cómo Yazbek ha hecho un musical en el que las canciones funcionan perfectamente con el texto, siendo unas canciones sencillas pero que encajan a la perfección. Los compositores valoramos mucho eso, que no suceda el típico momento de “ahora me pongo a cantar” sino que una cosa lleva a la otra y terminas la función sin haberte aburrido lo más mínimo.

Cuando uno tiene un curriculum como el tuyo, ¿qué es lo que le hace decidirse a la hora de aceptar trabajar en un nuevo musical? ¿Qué debe de tener el proyecto? ¿Qué tenía The Full Monty para que dijeras sí?

Realmente que aporte algo nuevo a mi vida. Yo he hecho de todo en teatro, desde componer a dirigir, desde producir a interpretar, y ya no hay nada que me asuste. Ahora mismo estoy inmerso en la dirección de otro musical, Los chicos del coro, que se estrenará la temporada que viene. En este caso trabajar con niños, que es una de mis asignaturas pendientes, es lo que me hizo decir que sí. Desde hace ya diez años mi enfoque está centrado en hacer cosas originales, de creación original de mi socio Chemari Bello y mía, y eso es lo que nos aporta felicidad y ganas. En el caso de Full Monty, el trabajar con dos grandes amigos como son Tomás Padilla y Silvia Villaú a los que conozco y llevo trabajando con ellos desde hace más de veinte años era lo que me decidió a dar el sí.

Una vez se estrena el musical, ¿termina tu trabajo o sigues ligado al montaje de alguna manera?

No, sigo ligado sobre todo cuando hay orquesta en directo como fue en el caso de Full Monty en Madrid. Pero más allá de eso siempre hay visitas recurrentes para ver que todo está en orden, o si hay alguna sustitución preparar a los nuevos miembros.