Wakefield Poole (Florida, 1936) es un bailarín y coreógrafo canario, con una larga trayectoria que incluye el Ballet Ruso de Montecarlo, trabajos en televisión y en Broadway. Una personalidad de múltiples talentos muy preocupada por el proceso creativo en sí. Sus experimentaciones con el mundo audiovisual empezaron con una cámara de 8 mm, hasta debutar en la dirección cinematográfica con una película que es ya un clásico, «Boys in the sand» (1971). El primer film reconocido de pornografía gay que se convirtió en un hito en el mundo del porno en general. A esta primera incursión le siguieron casi una docena de títulos que se interrumpieron a mediados de los ochenta por los estragos del SIDA.
Mauricio González, coreógrafo y bailarín que formó parte de la Compañía Nacional de Danza, interpreta su propia visión sobre el director con «Wakefield Poole: visiones y revisiones», en Las Naves. Un ballet que adquiere la forma de conferencia performance o estudio comparativo entre dos de sus obras: «El lago de los cisnes» que tantas veces Wakefield bailó, y «Boys in the sand». Binomio que suma más de lo que pudiera parecer a primera vista.
Pese a tu formación académica tuviste la necesidad de alejarte de ese lenguaje para crear tus propias piezas.
Amo el Ballet. Creo que más que la necesidad de alejarme fue el descubrimiento de nuevos lenguajes y prácticas escénicas lo que me hizo dar un giro, un cambio de rumbo. Conocí a Juan Hidalgo que a estas alturas no necesita presentación, a finales de los ochenta en Madrid. Juan organizó en Las Palmas de Gran Canaria un festival de performance al que invitó a Esther Ferrer, Marcheti entre otros. Aquella forma de “estar-ser” escénicos despertó una nueva posibilidad de “hacer”, que intuía pero que hasta ese momento no había descubierto. Al comenzar con mis propios trabajos me acerco a la práctica performativa sin abandonar el ballet. Todas las piezas anteriores, y que me han llevado hasta esta última, tienen que ver con el ballet.
La figura de Wakefield Poole resulta enormemente atractiva ¿Qué es lo que más te interesa de su biografía profesional?
Me interesa su biografía a secas (risas). Creo que a mí como a Wakefield no se nos puede separar en términos de personal-profesional. Wakefield resulta tremendamente atractivo por lo que es. Alguien que ha hecho lo que ha deseado frente a normas impuestas, que ha vivido al limite muchas veces y que consigue dar un paso de gigante en cuanto a visibilidad LGTB. De su talento artístico no hay más que ver sus películas y repetir lo que de él dijera Warhol: “Para qué voy a seguir haciendo cine si están las películas de Wakefield Poole”.
El propio Wakefield gustaba de explorar los caminos de la creación en cualquier vertiente, ¿qué crees que comparten el ballet y el cine porno de calidad?
Ballet y pornografía comparten formas de representación y excitación muy similares independientemente de la calidad de unos y otros. Quizás en el caso de Wakefield haya que añadir que, por ejemplo en «Boys in the sand», usa música de Debussy y de Ravel y eso, ¡guau! nos sitúa en la élite (risas).
En esta performance presentas un estudio comparativo entre dos obras de Poole: el segundo acto de «El lago de los cisnes» que el artista bailó, y su primer film «Boys in the sand». ¿En qué se parecen y en qué se diferencian?
Bueno, «El lago de los cisnes» es obra de Marius Petipa e Ivanov y es quizás, el ballet más famoso y más representado de la historia y Wakefield lo bailó estando con los Ballets rusos de Montecarlo. Me resulta difícil contestar a tu pregunta sin desvelar la base de mi trabajo que es la de descubrir y encontrar dos obras aparentemente tan dispares. ¿El ballet es porno? ¿La pornografía es coreografía y por tanto ballet?
¿Qué se va a encontrar el público que acuda a ver esta clase magistral de danza, Wakefield Poole, visiones y revisiones a nivel de experimentación?
La pieza no es para nada interactiva (risas). Creo que cada uno va a encontrar lo que quiera ver y cada cual elegirá. Ojalá yo pudiera saber con qué expectativas viene cada una de las personas al teatro. Lo de «clase magistral de danza» es uno de los adjetivos con los que alguien ha definido mi trabajo. Hay muchos otros. Y es verdad que muchas personas me han dicho cómo, después de ver el trabajo, ha cambiado su forma de ver el ballet. Igual pasa con el porno. A mí me gusta decir que lo que hago es un ballet. Por mi parte va a ser la primera vez que lo presento en un teatro a la italiana. Me excita mucho la idea.
Integras el teatro, el cine, la performance, la conferencia… en este trabajo. ¿Cómo encajas todos los géneros?
Pues, ¡como puedo! Como en la vida misma… Me hace gracia tu pregunta porque en estos momentos ando encajando mi propio género que se encuentra en pleno tránsito. Mira, en este trabajo he tenido la ayuda de «puntales» de la cultura de este país que me han ido haciendo encajar un puzzle que se inició como casi todo, por accidente. Te puedo nombrar al bailarín y actor Ricardo Santana (que hizo la pregunta inicial), a la extinta «Porta» de Barcelona, y a Paul B. Preciado como ejemplos.
¿Cómo es ser bailarín y coreógrafo en una isla?
Pues como ser travesti, o estudiante de vestuario a medida y de espectáculos, o vecina de las del Bazar Japón, en una isla. Cuando estuve en la Compañía Nacional de Danza, que parece que si no lo digo no he dicho nada, los bailarines canarios junto con los vascos éramos los de mayor número por autonomías. Se nos da muy bien eso de bailar. Otra cosa son las políticas culturales. ¡Uf, qué feo final! Creo que voy a contarte un cuento romántico para acabar: «Érase una vez, Wakefield Poole…».
Wakefield Poole Visiones y Revisiones, de Mauricio González se podrá ver el 6 de noviembre en Las Naves.