Deambular en junio por el Politécnico es como participar en un remake de 28 días después. Sólo si uno acierta a merodear por alguna de las bibliotecas encuentra signos de vida humana. La Facultad de Bellas Artes es como un bastión de la resistencia anti-zombie. Una realidad que parece válida más allá de las comparaciones cinematográficas.
La exposición T4 es el mejor ejemplo de esa lucha por sobrevivir sin ayudas externas. Es una iniciativa de los propios alumnos de la Facultad de Bellas Artes de San Carlos totalmente autogestionada. Con ella pretenden «dar visibilidad a las obras creadas por estos artistas emergentes». No se trata de una muestra de obras de fin de curso. Los aspirantes han tenido que participar en una convocatoria en la que un jurado formado por personas externas a la facultad han elegido a los finalistas.
Insultantemente jóvenes es el título de la exposición. Y refleja a la perfección su contenido. Miradas y propuestas en las que no pesa el factor edad, sino todo lo contrario. Con descaro y personalidad, con la justa medida de las influencias asimiladas y apostando por lo que cada cual cree que debe mostrar. Se agradece que la provocación gratuita quede relegada a la (casi) mínima expresión. Y que en lugar de querer epatar al visitante, busquen compartir inquietudes y, lo que más se agradece, su arte.
Una de las obras que más llama la atención es la escultura Culo veo, culo quiero de Armando Navarro. La parte trasera de una cebra incrustada a modo de trofeo de caza atrae por su poderosa (y rotunda) presencia. Mensaje crítico a un lado, se trata de una irreverencia atrevida perfectamente ensamblada y que transmite todo tipo de lecturas, desde la más cómica a la más reflexiva.
Una pluralidad comunicativa que está presente en varias de las obras. Como por ejemplo en la serie de fotografías digitales Ciegos, firmadas por Manuel López. Con un simple retoque en los ojos de los protagonistas consigue cierta perturbación visual que convive, equilibradamente, con la carga de denuncia que difunden.
La ilustración pura y dura también tiene su hueco en la exposición T4. Con un marcado (e intencionado) acento naif (que no ñoño), el colectivo formado por Patricia Díaz, Mai Giménez, Xiana Teimoy y Nerea Vendrell comparte no sólo pared en la muestra, sino intereses e intenciones. Un elegante sentido del humor y una apuesta por las línea claras y sencillas (que no simples) acaban consiguiendo un resultado delicioso.
Igual de interesante es el conjunto de imágenes que forman Políptico: Ens envolten de Alba Sides. Repartidas, de manera irregular, por uno de los tabiques, acaban conformando un fresco (casi en formato polaroid) del que resulta difícil separarse. Sugerentes y, al mismo tiempo, descriptivos parecen estar pidiendo a gritos una manera más cómoda de disfrutarlos. Algo que se merecen de sobra.