Si se busca «José Iranzo Almonacid, Anzo» en google salen alrededor de 2.100 resultados. Una cifra no excesivamente grande, pero que seguramente al artista valenciano le parecería excesiva. Y también válida para argumentar su distancia ante los peligros de la tecnología y su alienación. Ese aislamiento da nombre a una de sus etapas creativas (1967-1985) y bautiza la exposición que se puede visitar en el IVAM hasta el próximo 5 de noviembre.
Un discurso plenamente actual sobre la sociedad del ruido y el individuo, sobre la vigilancia y la libertad. Con un afán protomoderno las obras mostradas dibujan esa bifurcación, ese camino paralelo, algo claustrofóbico en ocasiones, por el que transita el ciudadano día a día. Lo hace apelando a la variedad de formatos, materiales y técnicas sin escatimar, aunque sea residualmente, cierta querencia por el encanto visual del pop art que había marcado su etapa artísticamente anterior.
La exposición cuenta con dos referencias ajenas a la obra de Anzo que ayudan a articular su hilo argumental. Son un fragmento de la película «Playtime» (Jacques Tati, 1967) y la emisión íntegra de «La cabina» (Antonio Mercero, 1972), recursos audiovisuales que ayudan a reforzar esa idea de reclusión vital que encuentra su momento cumbre en la obra «Aislamiento 79-1», en la que un espejo en la parte central convierte al visitante en protagonista de todo lo que se le está contando.