No existe un libro de estilo, pero la mayoría de fotografías de conciertos se ajustan a un canon no escrito en el que no hay lugar para la sorpresa. Y, tal vez, es que eso es lo que todos queremos ver junto a la crónica de un directo. Ese músico en pleno extásis con su instrumento, esa cantante que parece comerse el mundo desde un escenario o esa comunión mágica entre artista y público. Intentar captar la atmósfera de lo que se vivió, buscar pistas sobre lo que nos perdimos al no haber asistido o, simplemente, ponerle cara a un grupo cuyas canciones suenan repetidamente en nuestra cabeza, también hace que nos acerquemos a esas imágenes.
Pero siempre hay quien prefiere salirse del camino establecido. Raquel Calvo es una de ellas. Cierto es que el destino final de esas fotografías no es ser publicadas en un medio de comunicación porque «suelen ser para mí, para el grupo, el artista, promotora o managers y ahí no hay límites. Prefiero fotografiar sin condiciones». Pero sea como fuere, transita por sendas a las que otros ni se asoman. Sus instantáneas dan la sensación que paralizan la acción, que la congelan, como cuando apretamos el «pause» en el mando a distancia, que captan un instante irrepetible, sin importar lo que pasó antes o pasará después. Como si nos estuvieran contando los cinco segundos previos o posteriores de las otras fotografías más comunes.
Varias de esas imágenes han sido recopiladas en «Live is life» (Underbrain Books), un libro editado con mucho mimo en el que junto a las fotografías aparecen textos firmados por gente tan dispar como Santiago Auserón, Antonio Luque, Julián Hernández, Patricio Pron, Lídia Pujol, Roberto Fernández Sastre, Santi Balmes, Luis Troquel o la ex-ministra Ángeles González-Sinde. «La idea surgió tomando un café con Hernán Migoya. Le propuse que creara algunos textos para mis fotografías de conciertos y pensó que podría invitar a más autores y que ése sería el hilo conductor del libro. Hernán escribió a sus colegas invitándoles a participar. A los pocos días ya teníamos las primeras fotografías elegidas con sus correspondientes textos. A muchos de ellos no les conocía, y ha sido una de las partes mas interesantes del proyecto. Aunque algunos nunca habían visto mis trabajos, les gustó la idea, aportaron sus textos e historias; apoyaron una iniciativa que nacía sin presupuesto, por amor al arte. Incluso algunos de ellos han formado cadena participativa. Invitamos a escribir al director Manuel Carballo, que a su vez se lo sugirió a Federico Fernández Giordano y Fede animó a Roberto Fernández Sastre y a Jordi Corominas i Julián. Estoy muy agradecida a todos los autores por confiar en este proyecto de manera desinteresada. Después contactamos con el diseñador Quim Marín, que en cuestión de horas ya nos hizo una propuesta de portada y una primera prueba de maquetación. El principio fue rápido, pero hasta el día de impresión pasó bastante tiempo».
Entre los músicos retratados los hay de todo pelaje y condición: Damien Jurado, Peret, Revólver, !!!, Odio París, Shonen Knife, Pastora, Madonna, Chicks on Speed, M.I.A., Richard Hawley, Mayte Martín, Mi & L’Au, Nacho Vegas o Tujiko Noriko, por citar algunos. «Las fotografías fueron elegidas por los autores de los textos; era un juego participativo. De entre muchas fotografías tomadas en conciertos, ellos escogían libremente la que les pudiera evocar algún tipo de texto, ya fuera ficcional, metafórico… A lo largo de todo el proceso de creación se han ido sumando más autores, es lo bueno de no tener prisa. Las imágenes que no tienen texto las hemos seleccionado siguiendo el criterio de lo artístico«.
La edición del libro ha sido un trabajo intenso y laborioso. Confirmar autores, revisar textos, … «Trabajamos mucho. Lo importante, además del contenido, es el trabajo de diseño, la maquetación y la creación de Quim Marín. Todo lo que él siente por la música, su entendimiento estético y su genialidad han sido clave. Al editar nosotros, con el apoyo de Underbrain, pudimos elegir qué queríamos, desde la tapa con tacto especial, hasta incluir el texto de Miqui Otero a dos días de impresión. Variamos la maqueta para ello y añadimos páginas. Todo fue posible».
El resultado es una magnífica colección de fotografías (que multiplican su efecto, la mayoría de las veces, por unos textos nada triviales) que en algunos casos llegan casi a interactuar con el lector. Como esa en la que parece que Núria Muntaner (de Bedroom) nos esté escuchando o esa otra en la que la voz del cantante de Manos de Topo lucha por traspasar los límites del papel. También las hay que nos invitan a introducirnos en la mente de los artistas antes de empezar su recital. Así vemos a Javier Krahe, pensativo, concentrado, segundos antes de abordar el micrófono, o a Sr Chinarro buscando entre sus hojas seguramente la letra de la siguiente canción a interpretar, mientras una botella pequeña de agua es muda testigo de ello. Seguramente cada uno tendrá sus favoritas, Raquel no lo duda ni un instante: «Me gusta especialmente la de Diana Navarro. Era un escenario muy diferente. Una ciudad cercana a Barcelona, en un balcón de Semana Santa. Se palpaba la emoción religiosa. Fue una sensación tremenda. La calle llena de gente, el Cristo que llega y se para, el silencio emocionante y Diana Navarro que arrancó a cantar a pelo una saeta. Me estremecí. Le agradezco a Diana que dejara la toma de fotos en ese momento de cante intenso. El texto de la foto es del periodista Luis Troquel que también estaba en el balcón y relata parte de lo que sucedió aquella noche de Jueves Santo junto con el también cantante Antonio Cortés. El texto de Luis es maravilloso». Si quieren verlo y leerlo ya saben lo que tienen que hacer.