Alberto Haller estudió Historia en la Universitat de València. También hizo un máster de Ciencias Políticas en Leiden (Holanda) y otro, en Madrid, de edición con seis meses de prácticas en Ático de los Libros. Actualmente es el editor de Barlin Libros.
El último año de carrera se marchó a Berlín. Cuando volvió abrió una librería junto a su familia y la bautizaron con el nombre de la capital alemana. Desde el escaparate ya se percibía que su oferta no era la habitual para un negocio de barrio. Más Jot Down y menos Diez Minutos. Convirtieron Nostalgia, de Mircea Cartarescu, en un pequeño best seller entre los vecinos
Barlin Libros se llama así como homenaje o guiño a dos de las etapas más intensas de su joven vida. Por un lado su estancia en Berlín, por el otro su experiencia como librero.
Edita solo no ficción por defecto profesional, por su formación e intereses. Es lector de ficción y le gusta mucho, pero no se ve con capacidad para valorar de manera profesional lo que es bueno y lo que no, como lector o consumidor sí, como editor no.
Le gusta más el término no ficción que el de ensayo, porque cree que lo engloba todo. Pero no porque tenga algo contra los ensayos.
Paul Alexander, autor de Magia cruda. Una biografía de Sylvia Plath, primera referencia de Barlin, no estaba en ninguna agencia literaria. Lo encontró vía linkedin y le escribió haciéndole una oferta por un libro que se había publicado en 1991. Barlin aún no existía, pero Alexander tuvo buena fe y confió en él.
La Europa negra, de Mark Mazower fue el segundo libro que editó. Lo conocía por la facultad de historia. En Leiden era un libro imprescindible, un manual. Ediciones B lo había publicado en España y llevaba quince años descatalogado.
Chesterton fue el tercero en sumarse al catálogo de Barlin con La época victoriana en la literatura. Lo que le gusta de Chesterton es que es un personaje que, a priori, ideológicamente está en sus antípodas, pero que a la vez tiene reflexiones muy interesantes. De Chesterton estaba casi todo editado. Este título había sido publicado en Argentina, con otro título y otra traducción. Esta es suya.
Después de tres referencias internacionales, llegan dos relacionadas con València, En éxtasis, de Joan Oleaque y un libro ilustrado por Ana Penyas sobre la transición. Es casualidad. No hay ninguna filiación especial por la ciudad por ser de aquí. Publica libros que le resultan interesantes, independientemente de donde sean sus autores.
Desde el principio tenía en mente publicar en castellano el libro de Oleaque (editado en catalán en 2004 por Ara Llibres) y actualizarlo. Era un proyecto a largo plazo porque no “tenía miedo” de que alguien se le adelantara. Cuando vio anunciado ¡Bacalao!, de Luis Costa, buscó inmediatamente el mail de Oleaque y le escribió. Coincidieron en la presentación de ¡Bacalao! en València y se presentó. Quedaron otro día, le contó la idea y le pareció muy interesante, pero aún no había sacado el primer libro de la editorial y Oleaque quería antes ver cómo iba a ser Barlin. Finalmente se convenció y firmaron.
A Ana Penyas la conoció gracias a una entrevista en Verlanga y le pareció muy interesante. En el libro que publicará Barlin sobre la transición, el guión del texto, la columna vertebral, es suya y Penyas se encarga de ilustrarlo, con libertad absoluta.
Le gusta utilizar el concepto Academia Pop para definir a Barlin. El término surge de reflexiones con amigos y compañeros cuando se encontraban textos cuya temática era muy interesante, pero eran infumables. Barlin pretende hacerlos accesibles huyendo de un lenguaje excesivamente academicista y, también, atractivos por su estética.
Quiere publicar solo libros que le interesen. Libros que se compraría si no fueran de su editorial. Su plan no es publicar para entrar en la peligrosa rueda de las devoluciones. Solo editará seis libros al año. No puede trabajar más sin fallecer en el intento.
Considera que los libros son como hijos por el tiempo y la dedicación que necesitan. Magia cruda. Una biografía de Sylvia Plath le costó traducirlo ocho meses.
Pre-textos es, para él, la mejor editorial española. Capitan Swing y Acantilado son dos de sus referentes.
Piensa que internet es una herramienta básica para la difusión, esencial para las nuevas editoriales. No teme lo más mínimo la piratería. No hace libro electrónico. Le gusta el objeto en sí, porque es un fetichista del papel.