Aquelarre de muñecas, de Ana Elena Pena, es un viaje por su infancia en un pueblo de Murcia, con paradas en su adolescencia e, incluso, en su vida actual. Miedos, risas y la percepción de lo que significa, para bien y para mal, estar viva. Volveremos con el libro en los próximos días, pero hoy nos detenemos en su estupenda portada, diseñada por Carlos Rubio.
¿Cómo surge la oportunidad de hacer la portada?
Este es un caso muy particular, porque la autora y yo colaboramos desde hace ya 4 años. Este es el sexto libro de Ana Elena Pena en el que ayudo con el diseño. Primero fueron sus autoediciones; luego, sus ediciones con Arrebato y, ahora, este lanzamiento con Aguilar (Verso & Cuento). Ella fue quien me propuso a la editorial como diseñador de portada. Se podría decir que la he hecho por enchufe, jajaja.
¿Tuviste absoluta libertad para pensar la idea o la autora o la editorial te dieron indicaciones o sugerencias?
Tuve absoluta libertad. Yo vengo del mundo publicitario, donde todo ha de cumplir una serie de objetivos. Aquí se juntaban dos “clientes”: Ana y Aguilar. Por un lado, viendo la línea de diseño de la editorial, tenía el reto de no salirme demasiado de registro. Por otro, conozco a Ana y, más o menos, sé qué le va y qué no le va. Esta vez había que juntar ambos mundos: tenía libertad, pero existía esta dificultad.
¿Cómo fue el proceso creativo hasta que tuviste clara la idea?
Lo cierto es que no leí todo el libro. Leí las páginas sueltas que me pasó la autora a modo de ejemplo. Y, bueno, también tuvimos muchas charlas acerca de la temática. Como anécdota, te diré que lo del chicle no surgió a raíz de haber leído ese capítulo (no hagamos spoiler). Lo del chicle lo usé de modo más conceptual: eso de pegar un chicle usado encima de algo me parece muy icónico y representativo de la etapa adolescente. Es decir, que lo del chicle fue absolutamente casual. Me parecía muy interesante visualmente además que estuviera pegado encima de la cara de esa niña disfrazada de bruja.
El proceso no fue muy largo, pero sí que pasé por varias opciones totalmente distintas. Algo que no me suele ocurrir, porque soy más de encontrar una idea y darle vueltas para presentarla lo mejor posible.
¿Cómo fue la realización de la portada?
Lo “complicado” fue llegar a la idea. Luego la secuencia fue la siguiente: encontré esa foto en Google (sólo me gustó esa, ninguna más; la gente de la editorial se encargó del tema derechos y tal), la puse sepia y la tramé, buscamos chicles rosa por toda Valencia (con la sorpresa de que ya NO existen los chicles rosa), mastiqué chicle un rato, hice la foto al chicle (con el posterior retoque de color hasta hacerlo parecer rosa), busqué una tipo clásica y legible (la Tiffany de Edward Benguiat, autor a su vez de la Benguiat, utilizada en Stranger Things y Hacendado). Y poco más. Lo más difícil fue lo del chicle rosa que no era rosa, era blanco.
¿Qué querías reflejar con ese diseño?
Quería transmitir varias cosas, que creo que están en el libro: la rebeldía y confusión de la etapa de la vida que refleja (estos dos conceptos, creo, los transmite el mismo hallazgo gráfico: la cara tapada por alguien que ha pegado un chicle encima de ella), el ambiente rural donde se desarrolla, cierta melancolía, el olor de los Kojak (para mí, ese es el aroma de “Aquelarre de Muñecas”), autenticidad, no quería caer en nada “moñas” ni cercano a muchas de las portadas que se vienen haciendo en el sector “poesía”, quería que pareciese un libro adulto, mezclar cierto tono agreste y oscuro con cierto tono “pop” y vital. Por supuesto, acompañar al título. En fin, igual quise contar demasiadas cosas…
¿El rosa que aparece en un lateral pertenece a la identidad de toda la colección?
El color rosa es elección personal (me encanta el rosa en general), pero la franja forma parte del diseño de la colección.
¿Satisfecho con el resultado final?
Satisfecho. Sobre todo por haber encontrado el equilibrio entre editorial y autora y que ambas partes quedaran contentas con el resultado.
¿Qué crees que debe tener una cubierta para poder destacar en la locura de novedades que llegan cada semana a las librerías?
Una portada te tiene que decir: “Eh, deja de mirar al resto y párate aquí un rato”. Creo que eso se consigue utilizando pocos elementos y queriendo contar pocas cosas (pero buenas). Y sabiendo parar a tiempo. Una portada buena consigue que cojas el libro y leas la contraportada por lo menos. Así que el texto de la contra es fundamental, otra pieza clave: una cubierta no sólo es trabajo de quien la diseña. Envidio el trabajo de Peter Mendelsund.